Hay que estar mosca…

[Darloup]

Por Rodrigo Fuenmayor

Aunque mucha gente lo ignore o no se acuerde de ello, en Barranquilla hubo épocas en que el disponer de un teléfono era privilegio de pocos. Esa situación no fue por falta de billete, sino por la ineficacia y, según algunos, la corruptela que en un tiempo existió en la empresa telefónica de ese entonces.

La gran dificultad, por no decir el caos, que se sufrió en esa época condujo a que para poderse comunicar había que acudir a las cabinas de Telecom o comprar a altos costos teléfonos a sus dueños. Como resultado de ese despelote, en los avisos clasificados de los diarios aparecían ofrecimientos de líneas telefónicas, las cuales eran apetecidas por los usuarios más necesitados, dada la ausencia de alternativas.

Debido a las dificultades que se presentaban para comunicarse, el escribir cartas cobró vigencia como el medio más seguro para tramitar comunicaciones de todo tipo, y en especial constituían el oxígeno para mantener viva la llama de amoríos a larga distancia.

En contraste con lo que sucedía, uno de los mayores cambios de los últimos años ha sido el poder contactarse ‘automáticamente’ con quien sea, a la hora que sea y en cualquier lugar del mundo. Este avance ha hecho realidad lo que anteriormente era impensable, y de un momento a otro llegan incontables mensajes por celular solicitando información al instante. Por ejemplo: loterías de millones de dólares, que se ha ganado uno sin saber por qué ni cuándo la compró; actualización de información financiera que el banco no solicita, y la aparición de entidades fantasmas con propuestas económicas sospechosas por lo atractivas; hombres y mujeres que se postulan como posibles medias naranjas y hasta medios naranjos; malandros de Uganda y de Costa de Marfil pidiendo plata y la respectiva información bancaria con la promesa de reembolsar lo más pronto posible el préstamo; cargamentos de viagra a precios atractivos, Ipads gratis, etc. Para rematar, uno que apenas está lidiando con el desafío digital corre el riesgo de ahogarse con la caterva de información y basura electrónica que llega al instante y constantemente.

El cuidado ante tanta información me ha llevado a ser más cauteloso con los ‘privilegios’ de la comunicación moderna para evitar lo que le ha pasado a algunos amigos, que por estar día y noche pendientes de las redes sociales, de los correos y de los chats no salen de la casa y se mantienen atrapados y obsesionados por esta nueva moda.

Si bien es cierto que atrás han quedado las esperas de tono en los teléfonos, la lenta comunicación a través de cartas manuscritas, las filas para pagar recibos, también antes había más tiempo para digerir la información que teníamos a la mano. Ahora, con las oleadas de todo lo que nos llega por Internet, hay que estar con las pilas puestas para evitar que los vivos vivan de los bobos.

Fuente: http://www.elheraldo.co/columnas-de-opi ... sca-241014