Colombia en el diván

Règles du forum
Soyez courtois ! / Recuerde ser cortés
Vous pouvez poster vos messages en espagnol / Puede publicar sus mensajes en español
Répondre
Avatar de l’utilisateur
Darloup
 
Administrateur/Administrador
Grand Maitre Gourou/Gran Maestro Gurú
Grand Maitre Gourou/Gran Maestro Gurú
Messages : 7080
Inscription : 20 sept. 2008, 01:39
Prénom : Henry
Sexe : Masculin
Emplacement : Barranquilla (Colombie)
Contact :

Colombia en el diván

Message : # 7535Message Darloup »

Image
Los colombianos siguen su vida diaria normal con la incertidumbre de lo que se vendrá en los próximos dias.


Por Leonardo Carvajalino

Perfil de un paciente que, aunque es considerado el “más feliz del mundo”, lucha contra males contemporáneos como la intolerancia, la depresión y la ansiedad, entre otros.

Un paciente intranquilo entra a una sala de espera. El consultorio se abre y una psicóloga le pide que siga. El paciente se sienta en el diván. “Hola, Colombia, cuénteme, ¿qué lo está molestando?”, le dice la profesional.

Ese paciente muy seguramente tendría mucho de qué hablarle al especialista, pese a que algunos estudios y rankings internacionales lo ubican como “el país más feliz del mundo”. Como toda nación, Colombia padece males heredados, como la violencia, por ejemplo, pero también otros propios del mundo contemporáneo y de la modernidad, como la intolerancia, el estrés, la ansiedad y, en muchos momentos, la apatía y la insensibilidad, entre muchos otros.

Por lo anterior, psicólogos colombianos que se dieron cita la semana pasada en la Universidad del Norte hacen un perfil de este paciente tan singular. La Ley 1616 de 2013 plantea que la salud mental está relacionada con el bienestar emocional y la calidad de las interacciones humanas que favorecen las condiciones de vida.

¿De qué sufre el paciente?

“Todos estamos afectados por los vejámenes de la violencia. Por los dolores a nuestros familiares, no solo los inmediatos. Cuando llega un paciente donde un psicólogo que es víctima de la violencia armada, con él llega todo un país”, dice María Mercedes Botero, especialista en psicología clínica.

Teniendo lo anterior en cuenta, el profesor de la Universidad Javeriana Wilson López, afirma que: “Lo que ha generado la guerra es que no solo destruimos a las personas físicamente, sino que también en términos sociales la capacidad para distinguir el dolor en otros. La capacidad de construirnos y entendernos como comunidad”.

El resultado que esto tiene es que “se destruye el tejido social, es decir las relaciones que construimos de solidaridad y confianza”, continúa López.

A un paciente así, le quedan secuelas de los eventos traumáticos que se han vivido. Hay claros signos de estrés postraumático en un país en donde una de cada doce personas ha sido víctima directa del conflicto armado. Esto se manifiesta en episodios depresivos mayores con síntomas melancólicos, agorafobia, trastorno obsesivo compulsivo, abuso y dependencia de sustancias alcohólicas entre otros. Estos se presentan tanto en víctimas como en victimarios.

La falta de confianza repercute en todas las decisiones que toma, el paciente, Colombia. Existen dos sentimientos específicos que señala la psicóloga clínica Edith Aristizábal:

“Hay una gran incertidumbre en los colombianos, relacionada con el cambio, con cosas que no son fáciles de entender, y esta situación causa temores”, afirma.

La consecuencia principal de la incertidumbre es la ansiedad, la cual causa que: “se proyecte todo hacia adelante, y a veces cuando uno lo tiene todo proyectado hacia el futuro no puede vivir el presente que está teniendo” completa.

“Por otro lado, hay síntomas de depresión que nacen a partir de la impotencia, la decepción y la desesperanza”, concluye Aristizábal, especialista en neurociencia cognitiva.

En cuanto a la desesperanza, María Mercedes Botero explica que: “la desesperanza aprendida es un trastorno muy complejo, porque no importa lo que hagas nunca van a cambiar las circunstancias, entonces se debe curar después del cese del conflicto; cambiar la desesperanza aprendida por esperanza construida”.

De acuerdo con la neuropsicóloga Nury Lugo, una forma de construir esperanza es la que constituye las acciones de paz cuyo efecto “cierra un ciclo de dolor, es una forma de hacer catarsis, es decir, de enterrar los demonios y todas las asociaciones negativas que contiene”.

Para comenzar este proceso se debe construir un concepto colectivo de perdón. Para edificarlo es preciso tener flexibilidad cognitiva, que tiene que ver con “la posibilidad de poder pensar nuevas maneras de hacer con el otro, de relacionarse con el otro, tener una buena salud física, tener espacios de esparcimiento, acceso a la salud, a la educación”, afirma Edith Aristizábal.

La polarización

Pero este paciente, Colombia, llega al diván del psicólogo rasgado por la frecuencia de enfrentamientos internos, polarizaciones y reacciones violentas.

“La polarización del país tiene que ver con, si el país está listo o no para perdonar y meterse en un proceso de paz”, dice Wilson López.

“Ahora continúa una guerra de conocimientos divergentes, va a costar muchísimo trabajo entender que hay unas nuevas normas. Que hay que reestructurar lo que entendemos por cultura ciudadana, reestablecer una inteligencia interpersonal, que es aprender el dialecto de la vida”, afirma Nury Lugo.

Esta polarización es causada por el enfrentamiento entre lo conocido y lo desconocido. “Los colombianos tenemos que aprender a vivir con la idea de que nada es cierto, absoluto y aceptar la incertidumbre, lo desconocido, y lo incierto como parte de nuestra vida”, comenta la psicóloga clínica María Eugenia Reátiga.

De acuerdo con Reátiga, este dilema que se le presenta al paciente tiene que ver por un lado con este miedo a lo desconocido, pero también con un problema en la educación, de “una falta de capacidad de distancia. La educación no es tan simple como recibir información, debemos entender un contexto, la realidad en la que vivimos, de lo contrario, es solo eso, información”.

Entonces ocurre este desfasamiento en el que se desea mirar a futuro, pero continúa la influencia del pasado. “Si no aceptamos fácilmente a un recluso que salió de la cárcel, imagínate qué pasará cuando se presente alguien a un trabajo con un pasado guerrillero”, dice Nury Lugo.

La cura a este mal, de acuerdo con Yolima Alarcón, especialista en desarrollo familiar es “disposición de perdón, lo cual está ligado a un proceso personal de construcción de metas, de aceptación del cambio, del reconocimiento de sus propias fortalezas y sobre todo del mantenimiento de la esperanza”.

Según Wilson López uno de los aspectos claves que debe cambiar en la mentalidad de Colombia es “que reconocemos los problemas físicos inmediatamente, mientras los psicológicos solo entran a jugar cuando son ya enfermedades drásticas. Debemos entender que la psicología no solo funciona para los locos”.

La única forma de cambio es a través de la acción. Camilo Madariaga, psicólogo con doctorado en educación, opina que, “Una respuesta comprometida y efectiva del Estado y la voluntad y disposición de todos los colombianos involucrados es la clave. A pesar de que este país ha arrastrado durante estos años un estado mental de violencia, de dolor, de resentimiento, y de sufrimiento, es el momento para intentar respirar aires distintos”.

El tratamiento

“Todas las víctimas de la violencia tienen heridas profundas. Hay personas que el sufrimiento las hace mejores, hay otras que necesitan perpetuarlo. A través de grupos de apoyo y la socialización de las aflicciones se pueden curar estas heridas”, afirma la psicóloga clínica María Eugenia Reátiga.

Yolima Alarcón propone que se debe “atender las necesidades derivadas de los problemas y trastornos mentales, y construir programas de atención psicosocial apoyados por la academia, la investigación social y los profesionales de las ciencias sociales”

“Más que un trabajo disciplinar es necesario el diálogo interdisciplinar que nos permita atender las situaciones generadas a partir de la guerra”, concluye la psicóloga magíster en desarrollo familiar.

Por su parte, Edith Aristizábal dice que la salud “es estar en equilibrio, poder reaccionar de acuerdo a las circunstancias y adaptarse”.

“Es claro que no hay recetas fijas sobre cómo tomar y combinar las medidas necesarias, pero en lo que sí se debe hacer énfasis es en la necesidad de que la respuesta del Estado se guíe en su conjunto, por los principios y preceptos formulados en las normas de los derechos humanos”, finaliza Camilo Madariaga.

Para María Mercedes Botero, debemos “pasar del lenguaje de la solidaridad a trabajar con el lenguaje de la equidad para que no se repitan más estos conflictos, no basta con ser solidarios y generosos y construir en esa lógica emocional, hay que trabajar unas políticas de desarrollo que le aseguren a las personas una estabilidad duradera para forjar una salud mental y un estado de visión colectiva”.

Ella cree firmemente que “ese sentimiento colectivo hay que recuperarlo de una manera total, para que sea un estado de bienestar y un estado de complicidad de creernos nosotros mismos que la paz si es posible. El paciente no debe ir al diván, debe sacarle la cara al sol y volver nuevamente a transitar de forma libre y voluntaria por donde quiera en nuestro territorio”.

Fuente: http://www.elheraldo.co/tendencias/colo ... van-290763
¡El riesgo es que te quieras quedar! ¡Lo sé, porque me quedé!
Le risque est d'y vouloir rester ! Je le sais, parce que j'y suis resté !
Répondre