Elecciones 2018 en Colombia / Elections 2018 en Colombie

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5 tendencias y 5 retos de la elección de Duque

Message : # 9004Message Darloup »

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Iván Duque, presidente electo de Colombia, luego de ejercer su derecho al voto en la ciudad de Bogotá.


Por Francisco Miranda

Con la victoria de Iván Duque concluye la campaña presidencial 2018 que rompió récords, regresó el uribismo al poder, se consolidó la izquierda y se partió el Caribe.

Colombia envió un sonoro mensaje en la segunda vuelta presidencial del pasado domingo: cambio. Tanto la candidatura ganadora de Iván Duque como la aspiración izquierdista de Gustavo Petro simbolizaron oposición y crítica a la administración Santos. Y ambos bloques, el mismo domingo, esbozaron aspectos de los cambios que protagonizarán: Duque desde la Casa de Nariño y Petro desde la “Resistencia”, su declaratoria de oposición.

Estas son las 10 conclusiones más destacadas tanto de la jornada con la que finaliza esta campaña presidencial 2018 como de los retos que enfrenta desde ya el presidente electo Iván Duque:


Colombia votó y rompió récords

La participación ciudadana tuvo registros históricos en ambas vueltas: 53,04 por ciento en la segunda y 53,38% en la primera. Ni tres partidos del Mundial de Rusia alejaron a más de 19 millones de colombianos en las urnas.


Nace el Uribismo 2.0

Uno de los señalamientos contra Iván Duque era que sus votos no eran suyos sino heredados del expresidente y senador Álvaro Uribe. Si algo demostró la campaña 2018 es que el hoy presidente electo construyó una coalición tan amplia que le permitió más que cuadriplicar la votación de su partido, Centro Democrático. Indudablemente Iván Duque partió de la base militante uribista pero atrajo un nuevo bloque electoral de más de 10 millones de votos que incluyó no uribistas, centristas, cristianos, vargaslleristas y fajardistas, un Uribismo versión 2.0.


Declarada la “Resistencia” petrista

El primer llamado de Gustavo Petro al aceptar su derrota fue a la “Resistencia”. Así bautizó el líder de la Colombia Humana al ejercicio de oposición que declaró el domingo pasado al entrante gobierno Duque. Si bien la histórica votación de 8 millones no puede atribuirse en su totalidad a petristas, sí configuran una base de electores que la nueva administración no puede darse el lujo de ignorar. En especial, cuando obtuvo victorias en Bogotá y capitales como Cali, Barranquilla y Cartagena. Cómo ejercerá Petro su jefatura de oposición y si logrará la obediencia de líderes con peso propio como Claudia López y Antanas Mockus es algo que es prematuro analizar.


Un nuevo mapa político

Las elecciones 2018 dejan un mapa político muy distinto al de 2014. Hace cuatro años el eje Santos-Uribe generó un país dividido en dos: las dos Costas, Bogotá y los Santanderes votaron por la reelección de Santos y el proceso paz mientras Antioquia, el Eje Cafetero, la región Andina y los llanos constituyeron la “Nación Uribe”. La segunda vuelta giró en torno a un eje muy diferente: el uribismo se mantuvo pero Santos fue reemplazado por la izquierda populista. Petro salió victorioso en Bogotá, todo el Pacífico, departamentos periféricos como Putumayo, Vaupés, Sucre y Atlántico. Duque, por su parte, retuvo los apoyos de la “Nación Uribe” y “volteó” a los Santanderes, Córdoba, Bolívar, Magdalena y Cesar.


Hacer oposición paga

El triunfo electoral del uribismo reivindica el ejercicio de la oposición como un camino legítimo para llegar al poder. Hace cuatro años el senador Uribe estrenó una bancada legislativa que no aceptó coaliciones, mantuvo un férreo mensaje y una oposición feroz contra la Casa de Nariño. Sobre esos cimientos ideológicos el uribismo tomó las mejores decisiones estratégicas: cinco precandidatos recorriendo el país, una apuesta al centro y la moderación, una consulta con la derecha, una coalición del uribismo 2.0 y un candidato disciplinado y con un mensaje positivo.


Definir pronto la unidad

Uno de los principales retos del presidente electo será la definición de qué entenderá el nuevo gobierno por unidad. El mensaje de un gobierno que una a los colombianos fue uno de los ejes centrales del discurso de victoria de Duque el domingo pasado. Cómo y en qué traducirá la nueva Casa de Nariño este deseo de unidad aún está por anunciarse.


La cara del posconflicto

La administración Duque es elegida por la mayoría de los colombianos bajo la promesa de hacer modificaciones al Acuerdo de Paz que firmó Juan Manuel Santos con las Farc. A pesar de que la gran mayoría de la opinión pública nacional, apoya mayor dureza en temas de justicia para los excomandantes guerrilleros, la candidatura derrotada de Gustavo Petro obtuvo un importante 42 por ciento por defender el Acuerdo como se negoció. El nuevo presidente enfrenta el desafío de determinar el grado y profundidad de esas correcciones y persuadir a los colombianos de sus bondades, es decir, la nueva cara del posconflicto.


La decisión de la nueva generación

El presidente Duque tendrá en la selección de su gabinete y sus principales asesores en la Presidencia la oportunidad de enviar un poderoso mensaje a sus votantes. Durante toda la campaña uno de sus ideas más atractivas fue la de la llegada de una nueva generación al poder, la de los menores de 45 años. A pesar del atractivo de la aspiración izquierdista de Petro dentro de los jóvenes, el nuevo conservatismo no se quedó atrás dentro de este bloque de electores. La administración Duque podrá arrancar el 7 de agosto con un mensaje, unas caras, unas ideas y un tono de cambio generacional.


Hablar a los votantes petristas

Aunque los 10,3 millones de votos de Duque lo convierten en el primer mandatario más votado en la historia del país, los 8 millones de Petro también constituyen un capital político importante para la oposición. Como ya lo demostró en su discurso de victoria, el presidente electo debe acercarse y seducir a ese bloque de electores que no lo acompañó.


Lucha contra la corrupción

La derrota de las maquinarias y el hastío de los votantes frente a las prácticas corruptas marcaron la campaña presidencial de 2018. Si bien Duque simbolizó la oposición anti-mermelada y contra el gobierno Santos, Petro logró canalizar una molestia mayor contra el sistema económico, la clase dirigente y la “corrupción” del empresariado. El entrante gobierno Duque enfrenta el desafío de combatir el clientelismo y los corruptos para que así las instituciones no sólo ganen legitimidad sino que se inmunicen contra el populismo.

Populismo que no se irá sino que regresará en las elecciones locales del 2019 y las presidenciales de 2022.

Fuente: https://www.elheraldo.co/politica/polis ... que-508626
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Decisiones colectivas 2018

Message : # 9005Message Darloup »

Por Jairo Parada

La segunda vuelta presidencial vino a ratificar que la democracia colombiana se fortalece y que se incuban grandes cambios en el país. El legado de la paz del presidente Santos empieza a hacer sentir sus efectos, pues contrario a lo que se suponía, las elecciones transcurrieron en forma pacífica a pesar de la agresividad de las redes. La abstención empezó a reducirse algo, y miles de jóvenes se incorporaron al proceso. Por fin en Colombia una derecha y una izquierda civilista, empezaron a resolver sus diferencias al calor de los votos y no de las balas. Sabemos que el clientelismo, la contratocracia y la corrupción todavía afectan la democracia a nivel territorial, pero a nivel nacional se impuso la opinión pública de los ciudadanos.

Tal como lo predijeron las firmas encuestadoras más serias, ganó la coalición de derecha, dirigida por Uribe y todas las fuerzas políticas del régimen, y los gremios empresariales, con más de 10 millones de votos. Algunos todavía insisten en que el discurso de derecha e izquierda es obsoleto, pero aunque han cambiado muchos elementos, en esencia, ser de derecha significa estar de acuerdo en lo fundamental con el modelo económico neoliberal actual, se privilegia al mercado sobre el Estado y se practica la discriminación religiosa o de género. Se trata de preservar y de mantener el régimen actual, con pequeñas reformas y ajustes. No se toca la propiedad terrateniente y se defiende la renta minera. Se lucha contra la pobreza a través de transferencias y políticas sociales, dentro de una absoluta estabilidad fiscal. El crecimiento económico resuelve la injusticia social y la falta de igualdad en forma mecánica.

La izquierda colombiana liderada por Petro creyó que las condiciones estaban maduras para un viraje a fondo del modelo económico, con más intervención estatal y una lucha frontal por la igualdad. Se desechó a Fajardo por considerarlo “tibio”, sin entender que Colombia es un país todavía cultural e ideológicamente de derecha, que exigía discursos más moderados. La estrategia maximalista falló estrepitosamente por más de 2 millones de votos, pues el miedo a todo lo que huela a izquierda o ‘castrochavismo’, así sea injustificado, asustó a los ciudadanos luego de ver en las calles a los venezolanos que han huido de su país. A pesar de los miedos, más de 800.000 ciudadanos dejaron su constancia digna de “ni Duque ni Petro”. Es algo que no se puede despreciar, a pesar de las rabietas de la izquierda.

El discurso del presidente electo, Iván Duque, fue esperanzador, inspirando la unión de los colombianos. Tocará ver si logra responder adecuadamente a los retos económicos, al proceso de paz, a la restitución de tierras, a las víctimas, al medio ambiente, a la tolerancia entre los ciudadanos sin dejarse presionar de los fanáticos en su bando. La presión más fuerte la recibirá de la maquinaria corrupta y clientelista que impera en el Congreso, pues esta se hará sentir cuando no les entregue buenas presas a sus hambrientas fauces. Estando próximas unas elecciones territoriales, empezarán las presiones sobre la reforma política y la de la justicia a cambio de buenos puestos. Ahí veremos el talante del joven presidente, si es capaz de fallarle o cumplirle al país, a la vez con una fuerte oposición de izquierda en la nación.

Fuente: https://www.elheraldo.co/columnas-de-op ... 018-508578
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Una contienda muy ruidosa y agresiva

Message : # 9006Message Darloup »

Por José Consuegra

El domingo se cerró la contienda electoral más caldeada de los últimos lustros; los colombianos escogimos a Iván Duque Márquez para que dirija con responsabilidad y tino el Estado, y sea el líder que aglutine a toda la sociedad por los caminos del desarrollo social, el crecimiento económico, la convivencia pacífica y el respeto a la ley y los derechos ciudadanos.

Como resaca electoral que nos viene desde el 27 de mayo, y que se agudizó con la segunda vuelta, se abrieron muchas grietas entre amigos, familiares, compañeros de estudio y trabajo; incluso, las redes sociales se convirtieron en campos de batalla y agravios. Soy testigo de ello, en el grupo de WhatsApp de mis compañeros de estudios de medicina, conformado por 82 médicos especialistas, las discusiones políticas eran el pan de cada día, con frecuencia terminando en ofensas personales y distanciamientos ilógicos.

Nos acostumbramos a opinar y tratar de convencer sin argumentos y solo con memes a nuestros contertulios. Los ataques y las ofensas que, como puñales filosos, iban y venían de los sectores en disputa, dejaron heridas profundas en la sociedad que al nuevo mandatario le corresponderá, como tarea ineludible, empezar a sanar.

Esta fiebre de intolerancia electoral que vemos es expresiva de esa cultura de desencuentro, irrespeto, fanatismo e intemperancia, que va tomando cada vez más fuerza en la sociedad. Estadísticas de Medicina Legal revelan que entre 2008 y 2017 han sido valorados 1.358.911 casos de violencia interpersonal, como se le denomina a las agresiones de unas personas contra otras. ¿Será esa la verdadera esencia de los colombianos o somos más pacíficos y felices como nos hemos etiquetado?

El capítulo de esta elección presidencial, cuya participación del 53,04% es histórica por nuestra habitual abstención, está cerrado. Dejemos atrás las malquerencias partidistas y retomemos nuestros lazos de amistad y compromiso con el país. Ahora nos corresponde reaprender a dialogar para acompañar al presidente en la misión de sacar adelante al país.

En cuanto se posesione, Iván Duque será el presidente de los colombianos y para los colombianos. Le corresponde la nada fácil tarea de manejar un país con grandes brechas de desarrollo entre sus regiones, altos niveles de pobreza e inequidad, coberturas de educación muy bajas en la Colombia rural y urbana marginada, sistema de salud ineficiente, entre otros.

Es necesario que el doctor Duque, al asumir la responsabilidad del Estado, haga realidad lo prometido, especialmente la designación de colombianos competentes en su equipo de gobierno, el fortalecimiento de la educación en todos sus niveles y la dinamización de la economía naranja. También deberá tener independencia para administrar.

Los colombianos debemos cerrar filas para evitar que los intereses personales de los gobernantes sobresalgan ante los de la Nación, y asumir la misión de ser auditores de la gestión presidencial y del poder legislativo en los próximos cuatro años.

Fuente: https://www.elheraldo.co/columnas-de-op ... iva-508566
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Duquepetristas

Message : # 9007Message Darloup »

Por Alberto Martínez

No. No ganó la derecha. Tampoco perdió la izquierda.

Lo que resultó claro de la pasada jornada electoral, es que hoy tenemos una nueva ciudadanía política.

Esos nuevos electores no fueron creados por Iván Duque ni por Gustavo Petro. Pero hay que contarlos entre el uno y el otro.

Son ciudadanos que emergieron de la propia realidad colombiana y fueron encontrando coincidencias en las agendas que proponían el aspirante del Centro Democrático y el de la Colombia Humana.

Cogiendo de aquí y de allá fueron a las mesas de votación, porque su principal característica es que son decididos. Eso del voto en blanco lo dejan solo a quienes no pueden sobreponerse a los odios personales o se van al mar del Pacífico a avistar las ballenas jorobadas.

Estos nuevos ciudadanos prefieren a un líder joven, a los estadistas de más edad que cargan sobre sus hombros la sospecha de corrupción. Para ellos no aplica eso de: más vale malo conocido que bueno por conocer.

Ni crean que aceptan las hegemonías. Entre sus émulos de urna pudieron colarse muchos que siguieron como borregos las señales del caudillo, pero analicen las cifras: por cada voto que sacó el Centro Democrático en las elecciones al Congreso, Duque obtuvo 4,47 en segunda vuelta. No. Ellos tienen fe en la perspicacia del nuevo mandatario.

En el perfil de los electores que hacen historia, se nota gente que busca transiciones gubernativas tranquilas. Tienen conciencia de que muchas cosas andan mal. De hecho, les gustaría que protejan más al medio ambiente sin espantar a la inversión privada, que más que reformas tributarias haya una transformación fiscal, que la apuesta sea por la equidad social sin afectar la propiedad privada, que la justicia sea más eficiente, pero sin reformas que concentren su soberanía en uno de los poderes del Estado, que respeten los dogmas de fe, pero sin desdeñar los derechos adquiridos de las minorías sexuales.

Pero no gustan de los conflictos. Por eso aquello de volver trizas los acuerdos de paz, es propio de la actitud violenta de unos prohombres que no queremos cerca de la Casa de Nariño.

Estos votantes creen que la de 1991 es una Constitución moderna que nos trajo una nueva generación de derechos y que lo pendiente es una reglamentación agresiva que ponga en vigencia plena todo su articulado. Que ni se les ocurra una constituyente.

El país debe crecer. Eso también piensan. Pero más allá hay que propiciar un gran proceso de redistribución de riqueza, ojalá en medio de un gran pacto de país de largo plazo, que reduzca la brecha entre pobres y ricos, y alivie a la clase media de las cargas que la asfixian.

Pero por sobre todo, a los duquepetristas les encantan los pesos y contrapesos. Que bueno que haya un presidente que recoja unas mayorías y un jefe de la oposición que lo vigile. Ahora esperan tolerancia de aquel lado y menos soberbia de este otro.

Fuente: https://www.elheraldo.co/columnas-de-op ... tas-508572
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El nuevo presidente

Message : # 9010Message Darloup »

Por Álvaro De la Espriella

No vamos a posar como académicos inalcanzables o politólogos vaticinadores para presentarle a nuestros lectores las coordenadas más imprescindibles que tiene que acometer el nuevo Presidente de Colombia, doctor Iván Duque, si quiere salir airoso de Palacio dentro de cuatro años. Porque lo que aquí intentamos describir lo sabe, lo siente y lo vive todo el mundo, de modo que no vamos a inventar nada ni a descubrir algo que ya está medularmente instalado en la idiosincrasia de los colombianos.

Debe, ante todo, el nuevo Presidente, como macroconcepto que encierra toda una filosofía de vida casi nunca alcanzada en el país, tratar de unirnos dentro del terreno de la armonía, la paz de los espíritus, el sosiego de las pasiones, la temperancia de las posturas políticas. Un país nadando doce meses al año en el odio jamás alcanzará la convivencia ciudadana. Una nación que no perdone, que no volteé la página, que no mire el futuro, está condenada a seguir entre los infiernos que Dante nos ilustraba con su imaginación.

En segundo lugar –y lo decimos sin arrogancia por supuesto– está la tragedia humana de buscar por todos los medios los platos de comida para la familia, luchar con denuedo y firmeza por reducir la inequidad social, taparse los ojos para no ver al mendigo que a nuestro lado implora la limosna con sonrisa de esclavo y temblores de víctima, es la peor de las cegueras que impone la injusticia social. Esa brecha cada día mas bárbara entre los ricos de la arrogancia y los miserables con casas de tablas no se acabará por el momento, pero sí puede disminuirse, reducirse, controlarse la política social de educación, inversión en salud y vivienda y sobre todo en la generación de empleo; es el objetivo máximo en la agenda de un nuevo timón de la República si quiere efectivamente cumplir lo que su programa propuso como candidato.

En tercer término, debe el nuevo Presidente corregir lo que pueda –si así lo determina la necesidad– para defender un proceso que a pesar de lo imperfecto consiguió salir adelante instalando en el país un nuevo régimen de esperanzas. “La escritura de los números indica que el Estado debe invertir más en la paz que en los mercados del libre capital”, dijo Adam Smith cuando le preguntaron cuál podría ser la mejor de las inversiones del capitalismo moderno. Porque nuestro proceso de paz tiene muchas imperfecciones y para eso estamos, para estudiarlas, modificarlas, corregirlas. Pero tengan la seguridad el Estado y los colombianos que ni las Farc quiere regresar al monte a matar arañas y tomar aguas contaminadas, ni el país entero desea el regreso de crímenes y delitos varios de lesa humanidad. Colombia –incluidos los de las Farc– firmaron los acuerdos, estamos hartos, hasta la coronilla de crímenes y salvajismo. Parecemos el peor de los escenarios mundiales donde la barbarie se pasea cínicamente. Los ojos del mundo nos miran con compasión mientras nos ayudan y apoyan. Pero no está exenta la lastima. Y los colombianos debemos por fin respirar aire puro. No entenderán mucho estas frases quienes son hoy día jóvenes y ven el mundo de otra manera, pero pregúntenle a sus padres para que les cuenten cómo eran las pequeñas repúblicas independientes de los últimos 60 años.

Fuente: https://www.elheraldo.co/columnas-de-op ... nte-508928
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¿Por qué el uribismo volvió al poder?

Message : # 9011Message Darloup »

Por Horacio Brieva

El uribismo ganó porque hace año y medio creyó que Iván Duque era su mejor carta para recuperar el poder presidencial, aunque sabía muy bien que era un desconocido. Ratificó Álvaro Uribe su extraordinaria capacidad para leer la realidad. Sabía que con Fernando Londoño o José Obdulio Gaviria era imposible y que con Óscar Iván Zuluaga, pese a la absolución por el caso Odebrecht, era difícil. Prefirió a un joven que arrancó de colero en las encuestas. Basta recordar que en una de Opinómetro de febrero y marzo del año pasado, Duque era 17 entre 19 precandidatos y tenía solo –¡pásmense!– el 0,6%. Solo le ganaba a María del Rosario Guerra que tenía el 0,1% y a Juan Carlos Pinzón que registraba el 0%. Pero Duque era el elegido y comenzó a subir cuando el Centro Democrático posicionó que Iván era el ‘man’. Y qué ironía: Germán Vargas Lleras en esa tempranera encuesta se perfilaba como el presidente con el 12,4%. En unas elecciones no siempre gana el que arranca de primero. Duque, como los caballos de carrera, vino de atrás y triunfó.

A la estrategia del uribismo le favoreció, además, la imposibilidad de unir al centro y la izquierda. Tenían un elenco de aspirantes de alto perfil nacional: Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Humberto de la Calle, Antonio Navarro, Jorge Enrique Robledo, Claudia López y Clara López. Petro y Fajardo llegaron a estar, en varios instantes de la competencia, en el primer lugar de las encuestas. La consulta era el mecanismo democrático idóneo para que un poderoso bloque pudiera derrotar al uribismo.

La primera señal de que una gran coalición de la centro-izquierda sería improbable fue la exclusión de Petro del célebre ajiaco de la noche del miércoles 31 de mayo de 2017. Por sectarismo, por mezquindad, o por ambas cosas, no le reservaron un plato al candidato de la Colombia Humana. El colofón fue el llamado de Fajardo y Robledo al voto en blanco.

También las equivocaciones mataron a Vargas Lleras, quien hizo la campaña más larga y errática. Creyó que con la ‘revolución de la infraestructura’ tendría asegurada la Casa de Nariño. Pesaron más sus ambigüedades frente a la paz y el coscorrón antológico. A lo que hay que agregar su mayor disparate estratégico: intentar despojarle al uribismo el andén exclusivo de la derecha.

Para mí Duque era el presidente desde el 11 de marzo. Los que asistieron, a los pocos días, a un conversatorio de la Fundación Foro, recuerdan que dije: “La suerte está echada”. No faltó quien me reprochara el aparente pesimismo. Es que autoengañarse en política es grave. Ocho millones de votos son, sin embargo, una asombrosa victoria para la Colombia Humana y los aliados verdes y polistas. El reto ahora es apostarle a 2022, desde la oposición, y elegir –con coaliciones fuertes y personas competentes y honestas– gobernadores, alcaldes, concejales, diputados y ediles en 2019.

Fuente: https://www.elheraldo.co/columnas-de-op ... der-508932
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De la oposición a la “resistencia”

Message : # 9044Message Darloup »

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Iván Duque, electo presidente de los colombianos. Gustavo Petro, quien perdió, ahora será senador.


Por Francisco Miranda

La victoria de Iván Duque demostró que la oposición es un camino para llegar a la Casa de Nariño. ¿Repetirá la izquierda la misma fórmula uribista?

Si algo dejaron claro las elecciones presidenciales de este año fue que ejercer la oposición paga. Aunque esta es una conclusión obvia para la gran mayoría de las democracias del mundo, no ha sido tan cierta en Colombia por su tradición de “frentes nacionales”, “unidades nacionales” y demás esquemas de mayorías parlamentarias. En poco más de cinco años y siempre desde la oposición, el Centro Democrático ganó esta vez la Presidencia de la República.

El entrante gobierno de Iván Duque enfrentará una oposición similar y quizás más feroz que la que ejerció el uribismo contra el saliente presidente Santos. Ya Gustavo Petro en su discurso de aceptación de derrota la noche de la segunda vuelta declaró más que la oposición, la llamada “resistencia”. La semana pasada el Polo Democrático se declaró asimismo en oposición para “promover la más amplia unidad de acción para enfrentar las políticas económicas y sociales del gobierno Duque”.

A la izquierda-que también la integran la nueva bancada de Decentes y las Farc- seguramente se le sumarán los dirigentes de la Alianza Verde. Ya algunos de los próximos senadores de esa bancada han manifestado su intención de enfrentar a la nueva Casa de Nariño, en especial en el tema de la paz. Incluso algunos senadores del Liberalismo, que el expresidente César Gaviria ya condujo a la coalición de gobierno- se mantienen en rebeldía, aunque les será difícil oficializar su oposición.

¿Repetirán Petro, verdes, Decentes, Farc y Polo el mismo camino opositor que llevó de nuevo al uribismo a la Casa de Nariño? ¿Con ocho millones de votos detrás será el exalcalde de Bogotá el líder único de esa oposición?

La receta del No

Desde la Constitución de 1991 hasta el año 2014 la oposición en Colombia era sinónimo de izquierda. La creación del Polo Democrático en 2003 consolidó bajo una sola sombrilla las diferentes corrientes izquierdistas que conformaron en la era Uribe un bloque opositor ruidoso y con figuras descollantes. Los polistas le apostaron a una estrategia regional exitosa, ya que conquistaron y retuvieron la Alcaldía de Bogotá y otros botines regionales. El pico de ese ejercicio opositor antiuribista lo encarnó la candidatura presidencial de Carlos Gaviria en 2006, que obtuvo el 22 por ciento de la votación.

El siguiente pulso opositor tuvo un origen diferente: la ola verde de Antanas Mockus en 2010. Otra vez, con la bandera contra Álvaro Uribe, el exalcalde bogotano, a pesar de haber perdido la segunda vuelta por más de 40 puntos porcentuales, impulsó una nueva bancada independiente al gobierno, los Verdes. Los herederos de esa ola también obtendrían importantes victorias regionales y desplegarían novedosos y jóvenes liderazgos.

Sin embargo, sería la llegada del Centro Democrático al Congreso en 2014 la que marcaría una diferencia sustancial en el ejercicio opositor. La decisión del expresidente Álvaro Uribe de regresar a la política electoral y encabezar una lista cerrada al Senado constituyó el bloque opositor de derecha más numeroso de la historia reciente. Los uribistas combinaron contra Santos una efectiva estrategia de comunicación y una disciplina de mensaje y de votación que los condujo a definir la narrativa de la agenda pública en muchos temas, incluido el proceso de paz con las Farc.

Sin un voto propio y sin mucha experiencia legislativa, congresistas del Centro Democrático, comportándose como un partido a la sombra de un régimen parlamentario, se convirtieron en voceros temáticos en los programas de opinión y en el parlamento. Si bien la oposición de izquierda del Polo y Verdes también tuvo actuaciones individuales muy destacadas en este cuatrienio, el bloque uribista jaló hacia el lado derecho la narrativa en contra de la administración Santos. El plebiscito por la paz de 2016 y la victoria de la coalición del NO fue el momento cumbre de la oposición uribista.

Varias oposiciones

El gobierno Duque no se salvará de enfrentar una dura oposición. Sin embargo, a diferencia de Santos que tuvo bloques en su contra desde la izquierda y derecha, la nueva Casa de Nariño recibirá ataques principalmente del lado izquierdo. Otra diferencia será el liderazgo de esa oposición. El segundo período de Santos se caracterizó por su enfrentamiento casi exclusivo con Álvaro Uribe. El propio mandatario graduó a su antiguo mentor como líder único de su oposición. La victoria del No en el plebiscito no hizo más que consolidar ese eje Santos-Uribe.

Por el número de votos obtenidos en la segunda vuelta y la curul en el Senado que le asignó el Acuerdo de Paz, Gustavo Petro sería el indicado a liderar la oposición. De hecho, el senador Petro será una especie de “primus inter pares” en el Senado, es decir, un poco más poderoso que sus colegas en el Congreso. No obstante, no había pasado una semana de las elecciones cuando ya voces de los Verdes y el Polo ya estaban estratégicamente poniendo en duda la “jefatura” natural de Petro dentro de los opositores. El presidente Duque no tendrá en Petro su “Uribe” sino más bien enfrentará varios bloques opositores: petristas, Farc, decentes, verdes, polistas y disidentes liberales.

Consciente de esa realidad en el Parlamento, el jefe de la Colombia Humana ha venido llamando en estas dos semanas a una oposición diferente a la congresional que llama la “Resistencia”. Este ejercicio será más de manifestaciones y marchas ciudadanas así como la preparación de las campañas regionales del próximo año.

Aún es pronto para establecer qué tan exitosa será la estrategia de la “resistencia” o si, combinada con la oposición parlamentaria, le infligirá un daño a Duque tan grande como el infligido por Uribe a Santos. Lo cierto es que los bloques opositores serán un elemento estratégico a considerar por el presidente Duque en su estrategia para el primer tramo de su gobierno.

Fuente: https://www.elheraldo.co/politica/el-po ... cia-513552
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Por Óscar Montes

El éxito del nuevo mandatario de los colombianos dependerá de qué tanto logre mantenerse independiente de Álvaro Uribe y de la clase política.

Superado el temporal de las elecciones presidenciales, donde quedaron abiertas muchas heridas que no sabe uno si podrán cicatrizar, llegó el momento de que el nuevo presidente de la República, Iván Duque Márquez, asuma el timón y lleve el barco a puerto seguro durante los próximos cuatro años. Llegó la hora, como dicen los marinos, de soltar amarras y emprender el viaje.

Soltar amarras significa abandonar el puerto para iniciar la travesía, ya no como candidato, sino como Presidente. Esta vez solo Iván Duque estará al frente del timón. Los grumetes y el resto de la tripulación tendrán que hacerse a un lado. Y ello es así por la sencilla razón de que la persona que rendirá cuentas ante la historia será Iván Duque. Nadie más. Será él quien responda por todos y cada uno de sus actos. Mucho más en su caso, pues llega a la Casa de Nariño señalado de ser “el que dijo Uribe”. Sus críticos más viscerales han tenido la osadía de llamarlo “títere” de su mentor político. Hasta el propio presidente Juan Manuel Santos, el día que lo recibió en la Casa de Nariño, tuvo la descortesía de afirmar “espero que el Presidente electo sea quien tome las decisiones”. Aunque desafortunada y grosera para con su sucesor, esa declaración de Santos refleja el pensamiento de miles de colombianos, pues son muchos los que creen que -en efecto- Duque será una marioneta de Uribe.

Pero precisamente para desvirtuar ese manto de duda que lo cubre, Duque no será el pelele de Uribe. Nadie llega a la Presidencia de la República para ser monigote de nadie, así ese “nadie” se llame Álvaro Uribe Vélez. La lealtad de Duque con Uribe está más que comprobada, así como su afecto y agradecimiento por haberlo convertido en figura nacional, hasta el punto de llevarlo a la Presidencia. El asunto no es de lealtades, sino de independencia y de responsabilidad histórica.

Duque tiene el inmenso reto de transformar la nueva Colombia, la del posconflicto, la que dejó atrás más de 50 años de guerra. Esa es la Colombia que recibe y por la que deberá responder en los próximos cuatro años. El nuevo Presidente no podrá cumplir con esa tarea siendo el “mandadero” de otro. Así como Uribe pasó a la historia al hacer su propia plana y Santos también lo hizo, Duque deberá escribir su propia historia con su puño y letra. Solo de él depende cómo quiere pasar a la posteridad y cómo quiere que lo recuerden los colombianos. Pero puede estar seguro de que no es como “títere” de Uribe que logrará un lugar destacado en la galería de presidentes de Colombia.

Pero soltar amarras en el caso del presidente Duque también significa romper todo tipo de cercanía con una clase política corrupta que se sumó a su campaña y que llegará a pasar factura. El apetito voraz de sus integrantes en materia de puestos y contratos pondrá a prueba el carácter de Duque. Si de verdad Duque quiere luchar contra la corrupción debe cerrarles las puertas a todos los oportunistas que llegaron anunciando su voto con trompetas y clarines y que solo buscan contratos para llenar sus bolsillos. En la guerra contra la corrupción, Duque no puede ceder un milímetro. La corrupción es el cáncer nacional y cada peso que se roben es un peso que se les quita a millones de niños y ancianos del país. O es un kilómetro menos de carretera, o una escuela o un hospital menos. Duque debe tener presente que ceder ante esa clase política es tanto como venderle su alma al diablo. Si cede pierde. Así de fácil.

¿Qué le espera al nuevo Presidente? ¿Cuáles son los retos del presidente Duque? ¿Qué hacer con Álvaro Uribe?


Independencia sí, puñalada trapera no

Una de las frases que más llamó la atención, luego de la elección de Iván Duque como Presidente, corrió por cuenta de quién fuera su jefe de debate, Alicia Arango, exsecretaria privada de Álvaro Uribe, durante sus ocho años de gobierno. Entrevistada por Julio Sánchez Cristo en La W, Arango se refirió al papel que tendrá Uribe en el gobierno de Duque: “Va a gobernar Iván Duque, para eso lo eligieron.

Yo no creo que ni Iván ni el presidente Uribe se presten para títere y titiritero. Eso es un mito que hay sobre el presidente Uribe, que no saben cómo es su estilo de gobierno. Pero él mismo ha sido muy respetuoso de Iván. Por otro lado, Iván no necesita que nadie lo esté empujando. Ahora, nosotros somos uribistas y él es nuestro jefe”. Esta última frase de la declaración de Arango fue la que más ruido causó, precisamente porque dejó en el ambiente la sensación de que Duque, como uribista, tiene jefe y ese jefe no es otro que Álvaro Uribe Vélez. Para que quede claro: el Presidente Duque debe obediencia única y exclusivamente a la Constitución Nacional y si hablamos de jefatura sus únicos jefes seremos los 50 millones de colombianos, que lo reconoceremos como nuestro Presidente a partir del próximo 7 de agosto.

El que Duque le marque territorio a Uribe no significa que sea su enemigo, ni tampoco que no le pedirá algún consejo, si lo considera pertinente. Para decirlo en plata blanca: Duque no le propinará a Uribe la puñalada trapera que Santos le propinó. Punto.


¡Clase política, a kilómetros...!

En su periplo por varias entidades, luego de su elección como Presidente, Iván Duque sostuvo reuniones con Juan Manuel Santos en la Casa de Nariño, con el fiscal general, Néstor Humberto Martínez y con los presidentes de las altas cortes en el Palacio de Justicia, entre otros. También se entrevistó con el expresidente César Gaviria, a quien le agradeció su respaldo. Esta última visita estuvo de más. Gaviria representa una clase política señalada por millones de colombianos de ser responsable de la actual tragedia nacional. Es con esa clase política -precisamente- con la que Duque debe soltar amarras.

El mensaje de Gustavo Petro y Sergio Fajardo tuvo éxito porque señaló a miembros de esa clase política de actos de corrupción. El nuevo país espera que alguien de la nueva generación -que apenas tiene 41 años- sea quien lidere ese lucha frontal contra la corrupción.

Tanto el Estado como el poder presidencial son muy grandes en Colombia. Si el Presidente lo permite, los “cacos” saquean al Estado en unos pocos meses. La alianza de Duque con Fiscalía, Procuraduría y Contraloría debe ser infranqueable si de verdad quiere enfrentar y derrotar la corrupción.


Estados Unidos, colaboración sí, servilismo no

Uno de los grandes chicharrones que deja Juan Manuel Santos es el de las 140.000 hectáreas sembradas de coca. Hay coca hasta para tirar para al cielo. Santos fracasó en ese frente y Duque deberá solucionar el problema. Para ello tendrá que contar con Estados Unidos, el gran aliado en la lucha contra las drogas, pues su chequera financia casi todos los programas de erradicación.

Pero Estados Unidos así como pone la plata, pone las condiciones. De tal manera que muchas veces lo que comienza como una alianza de colaboración, termina con actos de servilismo. Un buen ejemplo de que sí es posible trabajar en conjunto, pero sin estar sometido a la voluntad de Estados Unidos es el Plan Colombia, puesto en marcha en tiempos de Bill Clinton y Andrés Pastrana.

Y en esta oportunidad sería muy bueno que Donald Trump entendiera que el “problema de la droga” tiene que ver con la demanda desbordada, pues está demostrado que en ese país se meten por las narices todas las toneladas de cocaína que Colombia produzca. Trump debe entender que el problema no es solo de cultivo y producción, sino de consumo. Y así como exigen a Colombia que cumpla los compromisos, ellos también deben cumplir los suyos, relacionados con la disminución en el consumo.


¿Qué hacer con la paz con las Farc?

La negociación de paz con las Farc es irreversible. Colombia goza hoy de una tranquilidad que no tuvo en los últimos 50 años y ello es producto de la negociación que llevó a cabo el gobierno de Santos con los jefes de ese grupo exguerrillero. El lema de campaña de Duque, según el cual “el que la hace la paga”, es bueno para conseguir votos, pero malo para contribuir a la reconciliación nacional. Los jefes guerrilleros entregaron armas y se desmovilizaron, al igual que la “guerrillerada”, que suman unos 8.000 excombatientes. En ellos hay que pensar para lograr su reinserción a la vida civil y a la sociedad. El Sena podría ser muy importante para cumplir este propósito. Y en el caso de los exjefes guerrilleros, el asunto es más sencillo: si cometieron delitos después de la firma de los acuerdos, perderán todos los beneficios, como parece ser el caso de Jesús Santrich. Si delinquió después de la firma de la paz, a Duque no le temblará el pulso para enviarlo directo para una celda en los Estados Unidos. De manera que en el asunto delicado de la Paz con las Farc, la tarea de Duque es “ajustar” lo que haya que “ajustar”, pero sin partirle el espinazo a los acuerdos. Para ello solo tiene una solución: conducir mirando la mayor parte del tiempo por el espejo panorámico y muy de vez en cuando por el espejo retrovisor.

Fuente: http://www.elheraldo.co/renta-276920
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