Empezamos otra vez

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Darloup
 
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Empezamos otra vez

Message : # 8596Message Darloup »

Por Claudia Ayola

Siempre, durante los últimos días del año teníamos una mascota nueva. Alguien regalaba un pavo que manteníamos encerrado en el garaje. Mi hermano y yo jugábamos con el animal y el 31, muy temprano, mi abuela empezaba la faena. Lo hartaba de vinagre y lo convertía en una suculenta cena.

No recuerdo un fin de año de manera específica en mi infancia. Más bien aparece un recuerdo construido a partir de muchos recuerdos, de varios años haciendo lo mismo. Los vecinos comenzaban a poner música desde la tarde y la calle se llenaba de un ambiente festivo. Rulos en la cabeza, sillas en la puerta, gente limpiando fachadas, haciendo arreglos, estrenando ropa. Las noches eran frescas y sin lluvia, como corresponde.

De casa en casa se compartían platos, poquitos de comida se llevaban de un lado para el otro. La gente estaba bonita. Hasta el cachaco de la tienda, esa noche, estaba bonito. Más bonito él que ninguno, esa era una jornada de buena venta. Cubetas de hielo, gaseosas, cervezas y botellas de ron. Todas las casas estaban con las puertas abiertas, con la gente sentada en las terrazas. Todos tenían música. Todas las mujeres ya con los rulos sueltos. A las 12 se abrazaban y empezaban un periplo para dar el feliz año en la casa de los vecinos. En ese momento aprovechaban para prender el muñeco de año viejo que estaba en la esquina.

De esa parte nunca supe mucho, porque la orden en nuestra casa era entrar. Entrar inmediatamente. “Los pelaos adentro, entren bien”, decían. En simultánea con la quema del muñeco y los abrazos, una retreta de disparos se alzaba contra el cielo. Todos los vecinos que tenían armas, incluidos algunos hombres de mi familia, desenfundaban sus fierros y echaban bala a diestra y siniestra. A nosotros nos protegían de los proyectiles perdidos.

Plomo, voladores, llantos, risas, borrachos, el locutor en la radio, Jorge Barón en la televisión, maletas dando la vuelta a la cuadra. Todo. El mundo acabándose y empezando otra vez. Alguna vez le escuché a Florance Thomas contar que cuando llegó a Colombia no podía entender por qué la gente actuaba de manera tan extraña los 31 de diciembre. No comprendía por qué todos se comportaban como si hubiese llegado el fin de los días. Luego, con el paso del tiempo, aprendió que mientras en países con cuatro estaciones la gente tenía muchas oportunidades al año para hacer transiciones, para Colombia solo había una transición. Es decir, uno puede dedicarse a llorar una pena durante el otoño, comer todo el invierno y tener un amor de verano. Cada cambio de estación es una oportunidad para reinventarse, para cerrar un círculo y empezar otro. Pero aquí ocurre cada año, así que guardamos la carga emocional de los 365 días para tramitar en una sola noche, vomitársela al universo y pedir que todo comience nuevamente. Esta noche, a las 12, empezaremos a ser otros una vez más.

Fuente: https://www.elheraldo.co/columnas-de-op ... vez-442290
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