Manglares, un ecosistema que peligra

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Manglares, un ecosistema que peligra

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Por Keryl Brodmeir

Al construir la vía que de Barranquilla conduce a Santa Marta se registró una de las ‘masacres ambientales’ más lamentables en la historia del país. El colosal complejo lagunar de la Ciénaga Grande pasó de ser un paisaje natural con vegetación de un verde vibrante y aguas pantanosas a transformarse en un cementerio de palos secos, que aún en la actualidad, pese a ese panorama desolador, lucha por continuar exhalando alientos de vida.


Manglares en el Atlántico: entre la vida y la muerte.


Este escenario que se dio en los años 50 produjo la muerte de más de 30.000 hectáreas de mangle. Hoy, la hipersalinidad, el cambio climático, la erosión costera y la intervención del hombre continúan afectando el manglar, uno de los ecosistemas de mayor importancia biológica, ecológica y sociocultural del país.

Los manglares son áreas llamadas biomas, que tienen como componentes la fauna y flora en un clima tropical. Es decir, están conformados por una variada vegetación y diversidad de especies animales como aves, mamíferos, peces, crustáceos, moluscos y anfibios, entre otros. Estos ecosistemas están ubicados en zonas intermareales, razón por la cual los mangles son árboles muy tolerantes a la salinidad del mar, pero a su vez sus simientes están siempre cercanas a las desembocaduras de cursos de agua dulce.

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La Ciénaga de Balboa, sector no turístico en el que el hombre es la mayor amenaza.


“Los manglares hacen parte de algunas de las unidades biológicas más productivas, por ser corredores de conectividad de fauna en la zona. Funcionan como una ‘guardería de especies’ debido a que en sus raíces se acumulan larvas que crecen hasta sus estados maduros, para luego continuar sus ciclos en la ciénaga o el mar. Otras especies desovan en estos humedales, haciéndolos un corredor de vida natural. El mangle es también importante para la movilización de semillas que hacen su recorrido en el agua”, explicó Gustavo Manjarrés, biólogo, magíster en Ciencias Ambientales, que además precisó que una de las mayores importancias de estos ecosistemas se debe a que cumplen una función de estabilizador o barrera natural de sedimentos.

“Con sus raíces ‘pulcreas’, que funcionan más o menos como zancos, ponen trampas o fijan sedimentos, creando barreras que impiden la entrada de las oleadas y los vientos. Son estabilizadores del suelo, protegen la línea costera de la marejada, disminuyendo la energía que trae la ola”, explicó.

Expertos señalan que los manglares son atenuantes contra el cambio climático mediante la oxidación o reducción de óxido nitroso, además inmovilizan grandes cantidades de sedimentos ricos en materia orgánica y de esta forma atrapan contaminantes tóxicos y metales pesados, mientras que purifican las aguas contaminadas.

Según información de la Corporación Autónoma Regional (CRA), los manglares en el Atlántico poseen un área de 613.3 hectáreas y crecen formando pequeños rodales a lo largo de toda la costa, que por sus condiciones áridas y déficit hídrico no les permite alcanzar el desarrollo que tienen en otros departamentos del Caribe. Los bosques con mayor extensión se encuentran rodeando las ciénagas de Mallorquín, Manatíes y Balboa.

“En su mayoría los manglares del Departamento presentan un alto grado de intervención, propiciado por factores como la tala selectiva, el loteo, los aterramientos, la contaminación por aguas servidas, industriales y basuras, la construcción de carreteras y la expansión turística, urbana, agrícola y ganadera. Además de esto también ejercen presión sobre el ecosistema factores naturales como el déficit hídrico y los fuertes vientos”, informó la institución.

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Basuras, en especial plástico, latas e icopor, se observan en el Malecón de Puerto.


El ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Luis Gilberto Murillo, sostuvo que “los manglares son ecosistemas de especial importancia ecológica, por lo cual algunos no pueden ser intervenidos”. Al momento de realizar alguna construcción en áreas de protección ecológica, la ANLA es la entidad encargada de expedir las licencias ambientales, tras un estudio previo realizado por la Dirección de Asuntos Marinos, Costeros y Recursos Acuáticos, Damcra.

Según el funcionario, “corresponde a cada Corporación Autónoma Regional zonificar y establecer el manejo de los manglares que pertenecen a su competencia. La legislación única para el sector ambiente establece, sobre los manglares y otros ecosistemas de especial importancia ecológica, que ‘la autoridad ambiental competente debe solicitar concepto previo al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible sobre la conservación y el uso de estos ecosistemas”, manifestó.

El 26 de julio se celebró el Día Internacional por la Defensa del Ecosistema Manglar, conmemorando la fecha de la muerte del activista ambiental Hayhow Daniel Nanoto, quien falleció durante una protesta en la que exigía junto a la Fundación de Defensa Ecológica y Greenpeace Internacional, desmantelar un estanque ilegal de camarones para recuperar una deteriorada zona de manglar.

La Fundación Reciclando Sonrisas trabaja para proteger manglares de gran importancia en el Departamento, especialmente los que están ubicados en sectores como la Ciénaga de Balboa, el Malecón de Puerto Colombia, la Ciénaga de los Manatíes, la Laguna Rincón, más conocida como el Lago del Cisne, y La Cangrejera, en el barrio Las Flores.

“La principal problemática que atraviesan los manglares del Atlántico es en su mayoría debido a los residuos sólidos que arrojan a los arroyos, llegan al Río, al mar y terminan en nuestros mangles. Con la actividad ‘Sonríele al manglar’ creamos un proyecto para preservar el ecosistema. Creando conciencia entre los ciudadanos, logramos recoger el pasado domingo 9.5 toneladas de basura de los manglares ubicados en la Ciénaga de Balboa”, precisó Mario Guzmán, coordinador de la fundación.

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Troncos secos son hoy muchos de los manglares de la Ciénaga Grande.


Desde la academia también se están implementando proyectos de restauración, siembra y monitoreo de mangle. Cada año desde el 2014, la Universidad del Norte realiza diversos estudios sobre los ecosistemas manglares del Caribe. A través del programa de sostenibilidad Ecocampus, que desarrolla acciones de pedagogía para la protección del medio ambiente, se cultivaron mangles que luego fueron sembrados por estudiantes en la Ciénaga Grande y en Puerto Colombia.

“Realizamos una siembra de mangles rojos y amarillos en el 2015 en la Ciénaga Grande, sembramos 837 y un año después hicimos un monitoreo y observamos que solo sobrevivieron 20 de todos los que llevamos, y eso se debe a la difícil situación que atraviesa la ciénaga debido a la trasformación del sistema hídrico, por la distintas actividades económicas que allí se desarrollan y que han impedido el flujo normal de agua dulce y agua salada, condiciones que permiten el desarrollo de los mangles”, manifestó Juana Aldana, profesora del Departamento de Biología y Química de la Universidad del Norte.

El ambientalista Rafael Vergara dice que “estos ecosistemas son agredidos por ricos y pobres, por ambición o necesidad, y se posibilita por la debilidad del Estado para protegerlos”. Agregó que “las autoridades prevarican cuando incumplen con su obligación de defenderlos. Es un tema de soberanía que se especifica en el artículo 103 de la Ley 99 de 1993 y no hay un preso en Colombia por esta causa”.

La vía Barranquilla - Santa Marta, que rodea la Ciénaga Grande, y que en 1956 cortó el flujo de salinización que se necesitaba para la vida de los manglares, tiene prevista la construcción de su doble calzada. La ampliación de esta obra es casi un hecho y está a la espera de que la ANLA reciba el Diagnóstico de Alternativas Ambientales en el que la empresa contratista brinda opciones de sostenibilidad al realizar obras antrópicas o de ingeniería en un área natural que crea ambientes tensionantes para el ecosistema.

Según el biólogo marino Carlos Villamil, “un buen diseño y correcta ejecución de la doble calzada Barranquilla-Ciénaga puede ser la oportunidad no solo para resarcir errores del pasado, sino para ejecutar una vía de largo plazo que no se vea afectada por el proceso de erosión costera actual. Por lo tanto, se espera que el Gobierno realice un viaducto con el fin de mejorar el intercambio de agua entre el mar Caribe y la Ciénaga Grande, flujos que fueron obstruidos con la vía, y aumente el aporte de sedimentos a la zona costera de Isla Salamanca desacelerando la erosión”.

Para Villamil, si la ampliación de la autopista se hace con estas características podría convertirse en un ejemplo de restauración del manglar para el resto mundo, y por consiguiente subsanar lo que en palabras del ambientalista Vergara fue “un descomunal error de la ingeniería colombiana y un desprecio al capital natural”.

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Fuente: https://www.elheraldo.co/entretenimient ... gra-387653
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