¿Juventud sin futuro?

[Darloup]

Por Ulahy Beltrán López

Triste es decirlo pero Colombia se volvió un país que celebra todo con alcohol, incluso en los mismos hogares. Esta situación ha llevado a que muchos niños y adolescentes crean que una fiesta sin licor no es fiesta, siendo aún muy frecuente que sean los padres los que enseñan a sus hijos a tomar.

Esas formas de pensar de los menores y esos comportamientos de los mayores, están generando un preocupante aumento del consumo de alcohol entre los menores de edad en este país. De acuerdo con los resultados del Segundo Estudio de Consumo de Alcohol en menores de 18 años dado a conocer la semana anterior –que se basó en una muestra de 9.276 estudiantes de sexto a once grado de Bogotá, Cali, Medellín, Barranquilla, Bucaramanga, Florencia y en los cascos urbanos de Puerto Boyacá (Boyacá) y Sabanalarga (Atlántico)–, el panorama al respecto resulta muy oscuro.

Por lo menos 4 resultados del citado estudio alarman: que la edad de inicio de consumo en el 2015 en niños y niñas sea de 12 años; que cuatro de cada diez encuestados consumieron en el último mes; que el 20 por ciento toma alcohol semanalmente; y que ocho de cada diez adolescentes que manifestaron cursar el grado once, aseguraron que toman trago, lo que demuestra que la ingesta crece a medida que aumenta el grado de escolaridad. El estudio también evidenció que la cerveza, el vino, el ron y el aguardiente son las bebidas más consumidas por este grupo poblacional, mientras que hubo un notorio aumento en el 2015 en el consumo de cocteles, aperitivos y bebidas artesanales.

Lo grave de esta situación es que quienes fomentan este consumo entre los menores de edad parecieran ignorar el efecto negativo que produce el alcohol en los organismos de los jóvenes que lo toman. De acuerdo con quienes dirigieron el estudio en mención, la ingesta de trago durante la infancia y la adolescencia altera el desarrollo del sistema nervioso central, que en esas edades está en pleno proceso de construcción y consolidación, lo que afecta negativamente, a veces de manera irreversible. el raciocinio, la capacidad para resolver problemas, el control de los impulsos, la memoria a largo plazo, la atención y la capacidad para abstraer.

Además, hay evidencia científica que demuestra que la ingesta de alcohol en la juventud atenta contra el sistema de defensas del cuerpo, lo que predispone a infecciones; aumenta la probabilidad de desarrollar diabetes, elevar la presión arterial, generar arritmias y sufrir disminución de la fuerza en la contracción cardíaca, además de haber sido relacionado directamente con al menos 25 enfermedades y asociado con violencia en zonas urbanas, aumento en riñas, acoso, daño violento y lesiones personales entre adolescentes y jóvenes, actos violentos, incluido el abuso sexual, el asalto agravado y los robos.

¿Es esa la clase de personas que deseamos sean nuestros niños y jóvenes en nuestro país? ¿Es esa la juventud que queremos dirija el futuro de Colombia? Si queremos modificar esa cruda realidad, es urgente comprender que este problema de salud pública no se resuelve solo prohibiendo el expendio de trago a menores de edad, sino que es necesario intervenir factores que estimulan su consumo, dentro de una política integral de prevención del alcoholismo en la juventud colombiana.

Fuente: http://www.elheraldo.co/columnas-de-opi ... uro-233620