Los carromuleros

[Darloup]

Por Nicolás Renowitsky R.

El tradicional oficio de carromulero tiene su lado positivo que resulta innegable. Y es que ellos tienen, como todo el mundo, su derecho al trabajo. Pero tan innegable como lo anterior es el hecho de que dichos carromuleros afectan negativamente la movilidad de nuestra ciudad, irrespetando las más elementales normas de tránsito sin que autoridad alguna los conmine a obedecerlas; también que en muchos casos se dedican a recoger basuras y escombros de malos ciudadanos para depositarlos en sitios públicos que convierten en desagradables basureros; que es, además, una actividad en la que se atenta contra animales indefensos, y, por último, que hacen ver a Barranquilla como una ciudad exageradamente subdesarrollada. Los vehículos de tracción animal ya han sido eliminados en varias ciudades del país, siendo Medellín la primera en hacerlo. Con seguridad absoluta que si Álex Char se lo propusiera como meta de gobierno, antes de terminar su período no habría un solo carro de mula en Barranquilla. Y para ese momento sugiero hacerles un monumento público que nos los recuerde para siempre, porque por muchos años han hecho parte del paisaje urbano de La Arenosa.

Lo que no debe continuarse es con la tímida política actual mediante la cual se van convirtiendo de a poquito unos cuantos carromuleros en comerciantes formales, sobre la ingenua base de que existe un censo o inventario de estos, y que cada vez que se sacan 20 o 30 de circulación, se va reduciendo en esa cantidad los que transitan por nuestras calles, cuando cualquiera sabe que otros conciudadanos necesitados reponen ese parque de auto-equinos con mayor velocidad que la del Distrito sacándolos. Si seguimos así, cuando los autos vuelen todavía tendremos carros de mulas en nuestras calles. La única manera real y objetiva para eliminar esos vehículos de tracción animal de la malla vial barranquillera, y ojalá del de toda nuestra área metropolitana, es constituyendo un equipo de profesionales que estudie diferentes alternativas de solución basadas en el cambio de actividad económica de absolutamente todos los carromuleros sin excepción, y ya con estas definidas, convocar de manera obligada a todos para exponérselas, explicándoles que pueden escoger entre las diversas posibilidades, pero sin la más mínima de continuar transitando sus carretas por las calles de la ciudad o del área metropolitana. Solo así, de manera masiva y total, es que estos se podrán erradicar de manera rápida y definitiva para el beneficio general, que es el que necesariamente debe primar.

Recuerdo aún cuando recorriendo Maracaibo, siendo secretario de Planeación en la administración de Guillermo Hoenigsberg, fui a proponerle a su alcalde Gian Carlo Di Martino para que fuéramos ciudades hermanas, y para mi sorpresa me topé por la avenida Las Delicias con una camioneta Ranger, desde la que mediante megáfono, se anunciaba la compra de chatarra, igual a como aquí lo anuncian algunos carromuleros. Aproveché para comentarle al conductor-comerciante que aquí no hay quien desarrolle ese oficio en camioneta. “Lo sé, soy currambero, aproveché unos ahorros y me vine, compré esta Ranger barata, con gasolina regalada, y hago lo mismo que allá, pero más cómodo y sin competencia”, fue su respuesta. Ese carromulero no necesitó que la Administración distrital le diseñara la estrategia para convertirse en un mini-empresario formal, sino que lo logró por iniciativa privada. Pero le tocó emigrar, y es la excepción de la regla. Aquí las personas pueden permanecer décadas con un trabajo informal sin aspirar a más, y le corresponde por eso al Distrito encontrarles solución a su problema de supervivencia y al nuestro, general, de movilidad.

Fuente: http://www.elheraldo.co/columnas-de-opi ... ros-227436