La integración nacional

[Darloup]

Por Álvaro De la Espriella A.

La premisa mayor de cualquier análisis serio sobre la situación del país, sitiado por la corrupción, las fuerzas de la guerrilla, los reductos, paramilitares, la pobreza galopante, el narcotráfico, el desempleo crónico en aumento y las gigantescas crisis en las áreas de la salud y la justicia, el mejor análisis decíamos, es entender o tratar de entender cómo viven tan polarizadas, tan angustiadas, tan confrontadas en todos los niveles, las fuerzas vivas y pensantes de la Nación que se enfrentan a diario en todos los niveles y por todas las causas, logrando ambientes de sofocación permanente, cuando es un país que ante tantas calamidades debería estar fuertemente unido ante las adversidades.

La lucha contra las situaciones negativas siempre debe hacerse unidos, porque en la unión nace la fuerza. Viejo adagio griego, ya lo ponían en práctica los atenienses ante los ataques del Peloponeso. Pero la verdad es que en pleno siglo veintiuno, pretender que Colombia salga de las enormes crisis que padece en medio de tantas batallas estériles internas es un cuento de no acabar. Nunca podremos superar las dificultades si no nos unimos, si no buscamos una solidaridad de propósito, si no nos fijamos objetivos concretos donde cuarenta millones de colombianos podamos trabajar y empujar.

Nuestra historia nos corrobora las luchas internas que tanto salvajismo han engendrado y tanta violencia nos ha otorgado. Tenemos doscientos años de guerras, de crímenes, de vandalismo, de corrupción. Cualquier curioso que lea un periódico del país de hace cien años encontrará los mismos titulares: prevaricatos, robos, crímenes, secuestros. Es una historia que no se acaba, no parece terminarse, más bien, prolongarse en el futuro como una estela de cultura, como una patente de identificación para siempre.

Ahora, el nuevo gobierno pretende, ojalá con éxito, buscar la unidad nacional contra todo lo negativo, y para desarrollar lo positivo. Ya salió alguien a comparar este llamado de unión con el Frente Nacional que pactaron en España en 1957 Alberto Lleras, del liberalismo, y Laureano Gómez, jefe del conservatismo. No, es otra cosa. Allí, en España, se pactó una unidad de propósitos con la alternación en el poder de los dos partidos durante 16 años y una paridad política en el manejo del Estado.

En aquel entonces Colombia igualmente se desangraba, la corrupción, como siempre, rompía límites, el caos económico era terrible. Hoy el panorama en algunos aspectos es igual con ingredientes peores, pero las circunstancias han cambiado porque vivimos en la era de la tecnología avanzada, de unas comunicaciones muy modernas y con una economía incrustada en los conceptos de la globalización, de cara a mercados donde aprecian nuestros productos, nuestra cultura y nuestros valores.

Para los que nos gusta escribir la historia va a ser muy interesante observar el desarrollo de este cuatrienio gubernamental, porque a la par de los anhelos colombianos de que las cosas resulten y se cumplan las promesas, podamos apreciar en beneficio general la llegada de la paz y el control a temas vitales de nuestra vida como el afianzamiento y la solidez económica.

Ello arrastraría por efecto natural la reivindicación del empleo y la producción. Tal vez no es un Frente Nacional sino una Integración Nacional de todas, absolutamente todas las fuerzas influyentes del país.

Fuente: http://www.elheraldo.com.co/ELHERALDO/B ... Seccion=52