Sobre putas y algo más...
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Sobre putas y algo más...
Por Alonso Sánchez Baute
A nadie en Colombia se le había ocurrido que La Heroica pudiera ser meca del turismo sexual”. Si la frase la hubiera publicado un periodiquillo de provincia, vaya y venga, pero hace parte de un reportaje sobre los agentes gringos en el Motel Caribe que trae esta semana Semana. La única razón para negar lo que es de público conocimiento es el temor a aceptar verdades que no solo podrían herir susceptibilidades, sino meterse con ese miedo nacional que a tantos produce erisipela: la imagen del país.
Hace ocho años publiqué un artículo en Aló! llamado “Cartagena invisible”, en el que se lee: “No es sino que el turista exprese cualquier deseo para que hordas de vendedores aparezcan con lo que a uno se le ocurra. Incluido, por supuesto, el tema sexo, cuyos servicios ni siquiera hay que solicitar, pues las mulatas son absolutamente frescas a la hora de ofrecerse: con el cuento de los masajes, fácilmente deslizan sus manos entre las ‘partes pudendas’ del turista, aunque en ocasiones son más directas, agarrando de una buena vez el paquete del hombre al tiempo que le dice “te vendo mi ch....”. De modo que de nuevo no tiene nada este tema. Que pretendamos negarlo, ah, eso ya es otra cosa.
Nos gusta vivir a espaldas de la realidad. Como en aquella famosa foto de cinco muchachos divirtiéndose frente a la costa de Nueva Jersey mientras al fondo se ven arder las torres gemelas. De hecho, este asunto de las putas lo conocimos por The New York Times, a pesar de que, según se dice, la prensa nacional ya tenía conocimiento de ello. ¿Por qué lo callaron? Por tapar, arguyendo, como siempre, que se cuidaba la imagen del país. Ahora, también por tapar, los medios y el Gobierno se fueron al otro extremo, subestimando lo que se comenta en el resto del mundo. Reiremos hasta que comencemos a ver que el dinero del turismo de altura comienza a desaparecer.
Pero léase bien: no solo a Cartagena vienen hordas de turistas buscando sexo. En Medellín sucede igual. Basta ver la carrandanga de gringos que se agolpan en su aeropuerto, algunos incluso en bermudas. ¿Vienen por negocios? Sí, pero no propiamente con empresas. Son putas que, como otros colombianos corruptos, se hacen pasar por víctimas de la sociedad –la pobreza, el hambre, la falta de oportunidades–, en lugar de usar palabras como placer o ambición (http://www.semana.com/opinion/putas-ricas/175897-3.aspx).
En el resto del mundo muchas putas se hacen pasar por pereiranas con tal de presumir “calidad”. Sucede por igual en Buenos Aires como en Madrid. Hasta en Nueva York he escuchado el acento arrechante de una paisa que no lo es. Pero aquí también nadie es lo que es: la pereirana mujer de Nacho Vidal es actriz porno y en Bogotá le rinden pleitesía de gran dama. A él, mucho más: un mero puto al que tienen por gran galán.
Esto no significa que todas las pereiranas o las cartageneras o las paisas son putas. ¡Jamás! Tampoco significa que ser puta sea malo: es un negocio como cualquier otro, al punto de que en países como Alemania, siempre tan práctico, ellas pagan impuestos como cualquier otra profesión. Es cuestión de llamar las cosas por su nombre y no vivir a espaldas de la realidad. Por desgracia, aquí lo inmoral es lo que cada quien hace con su cuerpo y no lo que otros hacen con la vida de los otros o con el dinero de todos.
PD. España se descula por la crisis, y el presidente Rajoy hablando del color del culo. ¿Estos son los temas urgentes que trata un país del “primer mundo”?
http://www.elmundotoday.com/2012/04/la- ... regulares/
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... -mas-65865
A nadie en Colombia se le había ocurrido que La Heroica pudiera ser meca del turismo sexual”. Si la frase la hubiera publicado un periodiquillo de provincia, vaya y venga, pero hace parte de un reportaje sobre los agentes gringos en el Motel Caribe que trae esta semana Semana. La única razón para negar lo que es de público conocimiento es el temor a aceptar verdades que no solo podrían herir susceptibilidades, sino meterse con ese miedo nacional que a tantos produce erisipela: la imagen del país.
Hace ocho años publiqué un artículo en Aló! llamado “Cartagena invisible”, en el que se lee: “No es sino que el turista exprese cualquier deseo para que hordas de vendedores aparezcan con lo que a uno se le ocurra. Incluido, por supuesto, el tema sexo, cuyos servicios ni siquiera hay que solicitar, pues las mulatas son absolutamente frescas a la hora de ofrecerse: con el cuento de los masajes, fácilmente deslizan sus manos entre las ‘partes pudendas’ del turista, aunque en ocasiones son más directas, agarrando de una buena vez el paquete del hombre al tiempo que le dice “te vendo mi ch....”. De modo que de nuevo no tiene nada este tema. Que pretendamos negarlo, ah, eso ya es otra cosa.
Nos gusta vivir a espaldas de la realidad. Como en aquella famosa foto de cinco muchachos divirtiéndose frente a la costa de Nueva Jersey mientras al fondo se ven arder las torres gemelas. De hecho, este asunto de las putas lo conocimos por The New York Times, a pesar de que, según se dice, la prensa nacional ya tenía conocimiento de ello. ¿Por qué lo callaron? Por tapar, arguyendo, como siempre, que se cuidaba la imagen del país. Ahora, también por tapar, los medios y el Gobierno se fueron al otro extremo, subestimando lo que se comenta en el resto del mundo. Reiremos hasta que comencemos a ver que el dinero del turismo de altura comienza a desaparecer.
Pero léase bien: no solo a Cartagena vienen hordas de turistas buscando sexo. En Medellín sucede igual. Basta ver la carrandanga de gringos que se agolpan en su aeropuerto, algunos incluso en bermudas. ¿Vienen por negocios? Sí, pero no propiamente con empresas. Son putas que, como otros colombianos corruptos, se hacen pasar por víctimas de la sociedad –la pobreza, el hambre, la falta de oportunidades–, en lugar de usar palabras como placer o ambición (http://www.semana.com/opinion/putas-ricas/175897-3.aspx).
En el resto del mundo muchas putas se hacen pasar por pereiranas con tal de presumir “calidad”. Sucede por igual en Buenos Aires como en Madrid. Hasta en Nueva York he escuchado el acento arrechante de una paisa que no lo es. Pero aquí también nadie es lo que es: la pereirana mujer de Nacho Vidal es actriz porno y en Bogotá le rinden pleitesía de gran dama. A él, mucho más: un mero puto al que tienen por gran galán.
Esto no significa que todas las pereiranas o las cartageneras o las paisas son putas. ¡Jamás! Tampoco significa que ser puta sea malo: es un negocio como cualquier otro, al punto de que en países como Alemania, siempre tan práctico, ellas pagan impuestos como cualquier otra profesión. Es cuestión de llamar las cosas por su nombre y no vivir a espaldas de la realidad. Por desgracia, aquí lo inmoral es lo que cada quien hace con su cuerpo y no lo que otros hacen con la vida de los otros o con el dinero de todos.
PD. España se descula por la crisis, y el presidente Rajoy hablando del color del culo. ¿Estos son los temas urgentes que trata un país del “primer mundo”?
http://www.elmundotoday.com/2012/04/la- ... regulares/
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... -mas-65865
¡El riesgo es que te quieras quedar! ¡Lo sé, porque me quedé!
Le risque est d'y vouloir rester ! Je le sais, parce que j'y suis resté !
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