Violencia contra ellas

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Violencia contra ellas

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Por Fabio Monroy Martínez

Resulta lamentable presenciar tantos hechos de violencia contra las mujeres por parte de energúmenos que se dejan llevar por sus instintos primitivos, en pleno tercer milenio. Diariamente son agredidas muchas mujeres al interior de sus hogares, y otras más por fuera de los mismos. Debemos sentir pena ajena por quienes protagonizan tales desmanes.

Con mucho tino, Kofi Annan, en su paso por la Secretaría General de las Naciones Unidas, expresó: “La violencia contra la mujer es quizás la más vergonzosa violación de los derechos humanos. No conoce límites geográficos, culturales o de riquezas. Mientras continúe, no podremos afirmar que hemos realmente avanzado hacia la igualdad, el desarrollo y la paz”.

El desarrollo social con igualdad y equidad en medio de violencia es muy difícil, cualquiera que esta sea (física, verbal, psicológica), sin importar su procedencia (estratos 1 al 6), especialmente contra las mujeres, máxime si son madres de familia. En el foro denominado “Violencia familiar y de género: Asuntos de políticas públicas” se concluyó que “El hogar es el lugar más inseguro para las mujeres y la niñez”.

El agravante de muchas de las agresiones contra las mujeres es el de ser producto de riñas dentro del hogar y en presencia de niñas y niños, con lo que se tiende a arraigar la problemática debido al grado de ‘naturalidad’ que estos espectáculos toman ante las nuevas generaciones.

Con facilidad se escuchaba la frase “En pelea de marido y mujer nadie se debe meter”, adagio mandado a recoger por las altas repercusiones sociales que trae el maltrato intrafamiliar, ligado al bajo rendimiento académico de niñas y niños que conviven en medio del conflicto permanente entre los mayores, con pérdida de la autoestima de quienes resultan víctimas de las constantes agresiones en su hogar.

En el “Estudio sobre tolerancia social e institucional a la violencia basada en género en Colombia”, llevado a cabo en el 2010 por el Fondo de las Naciones Unidas y España para el cumplimiento de las metas del milenio, indican: “La aceptación social generalizada de la violencia a través de expresiones culturales como los medios de comunicación, la música, la literatura, los deportes, la televisión contribuirían a reforzar la idea de que la violencia es aceptable, necesaria e inevitable. Se han adoptado medidas legislativas tendientes a endurecer las penas en contra de los agresores, haciendo más expedito el procedimiento respectivo, llegando a instituir la figura de la oficiosidad por parte de jueces y fiscales para adelantar las investigaciones sin necesidad de la presencia de la víctima para que instaure la denuncia respectiva, llegando a la apertura de la investigación con denuncias formuladas por terceros y sin desistimiento por parte de las víctimas. Son pasos importantes, mas son insuficientes para el logro de la superación de tamaño flagelo que parece de nunca acabar.

El Gobierno Nacional, el Congreso de la República, los ministerios de Educación, Cultura, Comunicaciones, las instituciones educativas, los medios de comunicación y las familias en general debemos sumarnos en una causa común en busca de la transformación de los paradigmas machistas que tanto afectan a nuestra sociedad, tendientes a lograr que la familia sea territorio de paz en donde se formen niñas y niños, adolescentes y jóvenes con sanos criterios de dignidad y confianza entre los géneros, por el bien de nuestro país.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... llas-78840
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