El inolvidable año viejo 2013

[Darloup]

Por Alberto Martínez

Yo no olvido el año viejo, porque me dejó cosas muy buenas.

Me dejó los primeros acuerdos de paz en un proceso que, contra trinos y marea, pronto habrá de diseñar un país sin violencia para los hijos y nietos que muchas víctimas de aquella no alcanzaron a tener.

Me dejó la censura contra un procurador que se creía Dios, pero gracias a los pronunciamientos de organismos internacionales y las manifestaciones ciudadanas en la Plaza de Bolívar y en esas otras plazas que son las redes sociales, hoy podemos decir que le salió el Petro por la culata.

Me dejó la sabiduría del Pibe Valderrama que, frente a los oportunistas que querían aprovecharse de su nombre para aumentar sus sospechosos caudales de votos en las próximas elecciones, le dijo a la política: “todo bien, todo bien”, pero de lejitos…

Me dejó la clasificación de la Selección Colombia a Brasil 2014, que, después de 12 años, nos permitirá vivir un mundial sin apuestas por goles ajenos ni camisetas de otros colores, y olvidarnos, por salud mental y de la memoria, de las épocas del 5-0.

Me dejó la victoria contundente del país en los juegos bolivarianos, así nadie sepa cuándo fue, ni quiénes participaron ni cuántas medallas ganamos.

Me dejó los nuevos triunfos de los deportistas Caterine Ibargüen, Mariana Pajón, Nairo Quintana y (valga la cuña) mi sobrino Esteban Duarte Rubio, que insuflaron el orgullo nacional mientras otras discusiones lo dejaban sin aliento…

Me dejó, me dejó, me dejó…

Me dejó, a propósito, la tranquilidad de que Francisco Santos –¡gloria a Dios!– no será candidato a nada, y ya no tendremos que asumir el riesgo de escuchar sus discursos alocados y monotemáticos por televisión o en la Plaza de la Paz.

Me dejó la esperanza de que el expresidente Álvaro Uribe trine menos en las redes sociales, pues por la gracia de todos sus seguidores tendrá tribuna propia en el Congreso de la República, donde, la tradición periodística dice que se escucha a todo el mundo menos a los parlamentarios.

Me dejó un papa jesuita, y latinoamericano, y de avanzada, que de vez en cuando bota el chupo y regaña a jefes de Estado, a empresarios, a curas y, en ocasiones, hasta a él mismo, y a una santa colombiana que, con respuestas milagrosas o no, nos permitirá reclamar indulgencias sin tanto protocolo: los paisas, por ejemplo, ahora podrán pedir un tarrao de bendiciones y alguien los entenderá.

Me dejó, me dejó, me dejó, me dejó, cosa buena…

Me dejó el acuerdo de libre comercio con Europa y la posibilidad de viajar sin visa a ese continente, para que Barranquilla (que dicho sea de paso, es una de las diez ciudades de América Latina con mayor futuro: eso también me lo dejó el año viejo), deje de comprar en Miami. O en Miamicito.

Me dejó a Sofía Vergara como una de las mujeres más poderosas del mundo –no importa que nunca haya ganado un Grammy o un Óscar (¿a quién le importa?); o que nada gane yo con tal poder (¿qué te importa?).

En fin: me dejó, me dejó, me dejó –cosa buena– cosas muy bonitas.

Fuente: http://www.elheraldo.co/columnas-de-opi ... ejo-137500