Anatomía de la compra de votos en Barranquilla

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Anatomía de la compra de votos en Barranquilla

Message : # 5262Message Darloup »

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Largas filas de zonificantes se han observado en la última semana en Barranquilla.


Por Paula Sierra Palencia

En diálogo con EL HERALDO, un ‘mochilero’ revela la logística y la organización utilizada para comprar a miles de electores. $50 mil están pagando hoy algunos candidatos al Congreso.

Como todo mercado, el de la compra y venta de votos tiene precios. “Los candidatos pagan 50 mil pesos por voto y a los inscritos les entregamos 40 mil. Es decir, nos ganamos 10 mil pesos por voto conseguido”, detalla un ‘mochilero’ entrevistado. Y afirma: “Nosotros somos como trabajadores, obreros, por producción. Entre más votos se consigan, más se gana”.

Quien habla desde la ilegalidad es uno de los intermediarios de la compra de votos: un ‘mochilero’, que se dedican a negociar el voto y sirve de puente con el candidato con el que trabaja.

Una de estas personas habló con EL HERALDO y explicó la forma como se estructura y organiza lo que él llama “el gremio de los ‘mochileros’”.

Aclaró que el llamado “mochilero tradicional” es alguien de “mucha confianza” del candidato, razón por la que este le cumple “a ojo cerrado” con el pago de la cantidad de votos negociados, que por lo general son entre 300 y 500.

Explicó que actualmente usan un talonario de recibos de caja menor en el que diligencian los datos del votante, la cantidad de dinero que se le paga y su huella dactilar.

“Se le da una copia y uno se queda con el original, llevamos todos los volantes al coordinador electoral o al mismo candidato y ellos verifican que la huella corresponda con los datos de la persona a la que se le pagó”, manifestó el entrevistado y aseguró que para esto cuentan “con la base de datos de huellas, pues la corrupción viene desde las autoridades que dan este tipo de información”.

Al votante que acepta lo zonifican en determinados puestos de votación y le cancelan por adelantado 10 mil pesos si inscribe la cédula por primera vez o 5 mil pesos si lo ha hecho antes.

“Cada candidato tiene sus sitios de zonificación y las zonas donde potencializa su votación a través de nosotros”, indicó. De esta manera se le facilita a los candidatos el control del número de votos que compran y esperan sacar en cada puesto y mesa de votación.

Lo que pagan. Reveló que la compra de votos para las elecciones legislativas de 2014 no comenzó junto con las campañas, sino que los interesados en elegirse de esta manera fraudulenta comprometieron a sus votantes desde diciembre de 2012, es decir hace un año.

“De tal manera que cuando llega el debate el mercado ya está cubierto, copado”, señaló.

Argumentó que si bien cada ‘mochilero’ tiene sus planillas de inscritos, ellos prefieren cruzarse los listados con los otros rivales de campaña “para asegurarnos que la gente no nos esté engañando”.

Dijo que es una “obligación cuidarse” entre ellos porque los coordinadores o el mismo candidato para el que trabajan los presionan para que “los votos se vean reflejados” en los sitios donde zonificaron.

La red crece. Pero, hoy en día también trabajan “en redes”. Es decir que el “tradicional” va a los barrios e invita al rededor de 10 personas cercanas o conocidas, jóvenes o adultas, que gocen de “credibilidad y reconocimiento” en sectores populares y los comprometen a buscar entre 20 y 50 votos cada uno. A estos se les conoce en la red como “líderes”.

El pago del voto a estos se efectúa en dos cuotas: una 15 días antes de la elección y la otra después de los comicios, cuando ya se conocen las votaciones.

“De acuerdo a los resultados que se vean, dos o tres días después se les termina de pagar a las personas que inscribieron estos líderes”, justificó el intermediario.

Por eso dijo que comprometer el voto no siempre significa que el ciudadano reciba el pago que le han prometido, ya que si se registra menos votación de la esperada “los candidatos dicen que no van a pagar y cada líder pierde la cantidad de dinero de los votos que no aparecieron” en una determinada mesa y “le entregan al ‘mochilero’ únicamente lo correspondiente a lo que salió”.

El intermediario afirmó que él y su “gremio” se agrupan al rededor de candidatos y no de partidos.

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Dijo que luego de prestar estos “servicios” ellos guardan la esperanza de que les cumplan otros ofrecimientos, como el de conseguirles un empleo, pero en un 90% esa promesa no fructifica una vez los candidatos se vuelven congresistas.

“Cuando acaba todo el proceso uno va donde el elegido y lo primero que responde es que no tiene como ayudarnos y que ya nos pagó”, concluyó.

La compra de votos sucede a pesar de las denuncias que los medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil hacen en la época preelectoral sobre la compra y venta de votos en Barranquilla.

Hoy, a tan solo 76 días de las elecciones legislativas, se siguen generando hechos que confirman que los delitos electorales, como pagarles a miles de personas para que voten por un candidato determinado, siguen presentes e incluso con métodos más sofisticados.

A pesar de las constantes llamados a los electores para que voten a conciencia y no negocien el voto, queda claro según el ‘mochilero’ que cientos de personas de barrios populares barranquilleros todavía aceptan vender su derecho a elegir. Y hay candidatos que optan por este camino, aunque contrarían los principales criterios de la democracia que dicen representar.

“El TLC no se usa casi”
Una de los pagos que tradicionalmente se usan en Barranquilla y en la Región Caribe en la compra de votos es el llamado TLC: tejas, ladrillo y cemento. Sin embargo, quienes actualmente se encargan de intermediar el voto de los ciudadanos afirman que esta práctica “ya no se maneja mucho porque es una forma muy evidente de mostrarse e identificarse”, ante la vigilancia de las autoridades. Indicó el intermediario que los candidatos y los ‘mochileros’ que aún utilizan este método “comprometen a las personas un año antes” de las elecciones y hacen “contratos con ferreterías o tiendas y se les da un bono a los votantes para que retiren los productos”. Aceptó que esta práctica es una forma de “jugar con las necesidades de los personas”, principalmente en barrios populares donde hay familias que viven en precarias condiciones.

Un mercado para todos
El ‘mochilero’ con el que conversó este medio aseguró que quienes compran votos en Barranquilla no solo son los aspirantes a Senado y Cámara con arraigo en la ciudad o de otros departamentos de la Región Caribe. Dijo que actualmente conoce de dos candidatos oriundos de la capital del país que contrataron personas para “comprar a electores barranquilleros”. Aunque no reveló sus nombres, afirmó que hay ‘mochileros’ que les están trabajando a estos aspirantes desde antes de diciembre de 2012 y que tienen el objetivo de “prepararles, al menos, 5 mil votos”. Manifestó que por “el apoyo” que seguramente obtendrán en la ciudad, “serán la sorpresa” en los próximos comicios.

Fuente: http://www.elheraldo.co/local/anatomia- ... lla-136830
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No venden su voto

Message : # 5263Message Darloup »

Por Indalecio Dangond

Esta vaina de la política tiene que ser el mejor negocio ilícito que se hace abiertamente en Colombia o tenemos el peor sistema democrático del mundo. De lo contrario, ¿cómo explicar que para 166 vacantes en la Cámara de Representantes se hayan presentado 1.602 candidatos y para los 102 cupos que existen en el Senado se hayan inscrito 806 interesados? Hasta los indígenas y las negritudes ya se dejaron contagiar de la fiebre.

Según el reporte entregado por la Registraduría Nacional del Estado Civil, en los comicios del 9 de marzo del año entrante vamos a encontrar un tarjetón con 2.438 personas aspirando al Congreso. Una cosa de locos. Ya entiendo por qué una campaña política de estas puede costar entre los 1.500 y 5.000 millones de pesos.

Para asegurar una curul al Senado deben conseguirse alrededor de unos 35.000 votos y el tope máximo de gasto permitido por el Consejo Nacional Electoral es de 675 millones de pesos, pero en el mercado negro el voto está a cien mil pesos cada uno, lo que exige un presupuesto de 3.500 millones de pesos. Los tenientes o líderes electorales de pueblo cobran una comisión por cada lote de votantes, que son organizados en los traspatios de sus casas y los ponen a votar de cinco en cinco. Las tulas con el dinero deben llegar con un día de anticipación a las elecciones. Sacando las cuentas, si el sueldo promedio de un congresista es de 24 millones de pesos mensuales, en cuatro años obtienen un ingreso de $1.152 millones. Ya se imaginarán cómo van a recuperar la diferencia.

Se preguntarán ustedes ¿y de dónde sacan tanto dinero para financiar una campaña política? Pues hay muchas formas. La mermelada que les reparte el Gobierno es una de ellas. Un caso patético es el que han denunciado varios medios de comunicación con respecto a los nombramientos que hizo recientemente el Gobierno en el Banco Agrario, ICA e Incoder. Supuestamente los designados son fichas de unos senadores conservadores. Los presupuestos de contratos y asesorías de esas entidades superan los 1.6 billones de pesos al año, además de un número importante de empleados votantes. Otras modalidades de financiación son el contrabando, el narcotráfico y la hipoteca de sus propiedades a contratistas del Estado.

Claramente, los traficantes de la política son los que tienen a este país en una hecatombe institucional. El espectáculo de la conformación de las listas al Congreso de los partidos de La U y Conservador dejaron un manto de dudas sobre muchos candidatos cuyos familiares han estado vinculados con estas prácticas clientelistas e ilícitas. A esos cargos, como los de elección popular de alcaldes y gobernadores, están llegando muchas personas mediocres, sin ningún mérito y sin las competencias para ejercer dichas dignidades. El progreso de sus regiones y su gente les importa un pepino y solo piensan en incrementar el patrimonio de su familia.

Las listas están inscritas y todos sabemos quiénes son los traficantes de votos. Si queremos que este país mejore en algo, no venda el suyo.

Fuente: http://www.elheraldo.co/columnas-de-opi ... oto-136608
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¿Por qué compran votos?

Message : # 5333Message Darloup »

Por Lola Salcedo C.

La primera respuesta es “porque los necesitan o no salen”. Y eso lo prueba el Dane en su encuesta de cultura política en el país, al encontrar que el 64 por ciento de los colombianos –una mayoría de vergüenza— no creemos en la transparencia electoral, luego basta ya de cacarear que somos una democracia.

Si han olvidado que significa esa bella palabra, democracia, les refresco que es el gobierno del pueblo para el pueblo, a través del derecho constitucional a elegir o ser elegido para representar el interés general, público y libre. Les pregunto, cuando estamos ad portas de unas elecciones parlamentarias, ¿podemos seguir ufanándonos de algo que las cifras no pueden demostrar? ¡Ah! me dirán algunos, tenemos un pueblo ignorante al que no le interesa sino ganarse un billete el día de elecciones. Les digo, ¿y cómo fue que llegamos a algo tan inmoral y desigual?

Me parece que la compra de votos, el trasteo de votantes y todas las demás habilidades demostradas por nuestros reconocidos caciques del clientelismo, son expresión de la ausencia de carisma, honestidad y programas que conmuevan a la gente para que voluntariamente los elija. Pero a cambio, son especialistas en manejar presupuestos, conseguir contratos y elegir a funcionarios que hagan realidad sus ansias de enriquecer, ya que como particulares no han dado chicle porque no son creativos, competitivos y muchos menos poseen conocimientos. Lo que si manejan de maravilla es la leguleyada, la manipulación del hambre y otras necesidades elementales de las personas, esas vainas que la Constitución llama derechos, que el Estado ha sido incapaz de resolver.

Constituirse en intermediarios e intermediarias de las obligaciones estatales es la forma maquiavélica como creen que engañan a la mayoría, que luego les vende su voto precisamente porque no les creen ni media. Es un círculo vicioso que ellos mismos no permiten romper, porque han decidido vivir como ricos a costillas de los más pobres. Sería para reírse si no fuera una fórmula canalla, que hace de Colombia un país que en pleno siglo XXI continúa, como dice William Ospina, en un régimen colonial, que murió en los cincuenta, pero ellos no han dejado nacer la democracia real.

La misma encuesta nos dice que el 35 por ciento de la población no confía en los partidos políticos (lógico, apenas) y que el 78 por ciento no simpatiza con ninguna organización político partidista. Más grave es que el 66.9 por ciento no cree en la transparencia del conteo electoral; o sea, tampoco las instituciones nos merecen respeto. ¿Por qué? Simple, los funcionarios, nacionales y locales, de libre nombramiento y remoción, son impuestos a través de cuotas de gobernabilidad que no significan más que el pago de los votos con que eligieron al presidente.

Les recomiendo Pa’ que se acabe la vaina, el último libro de Ospina, filósofo e historiador de maravilla, porque ayuda a entender ese fenómeno llamado clientelismo, que nos tiene perfectamente dominados.

Feliz Año y voten por el cambio.

Fuente: http://www.elheraldo.co/columnas-de-opi ... tos-137867
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