El fracaso de la lucha antidrogas, historia repetida
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El fracaso de la lucha antidrogas, historia repetida
Por Humberto Mendieta
Las guerras del opio, el tabaco y el whisky son un ejemplo de la forma como la humanidad ha enfrentado de manera contradictoria una hipócrita lucha entre la legalidad, la moralidad, el placer y el dinero.
Y ahora está la famosa y fracasada Drugs War, que envalentona a tanto presidente poderoso y a su monumental derrota ante el botín de 155.000 millones de dólares que produce este negocio mancillador de honores y cobrador de vidas, ya sea por salud o por armas. Nada más en Estados Unidos la inversión por año para esa lucha es de 40.000 millones de dólares, casi una cuarta parte de las ganancias de los carteles.
Hagamos memoria. En 1839 comenzó un conflicto armado que lleva por título La Guerra del Opio. Se dio entre Gran Bretaña y China, pero no se trató de un asunto legal ni de salud pública, sino de dinero.
Los flemáticos ingleses buscaban la apertura del tráfico de esa droga al tiempo que China la prohibía. Era un mecanismo usado por las grandes potencias, incluida Francia, para incursionar en el comercio de Oriente. Lo hacían surtiendo de drogas sin piedad a sus habitantes, incluyendo a los campesinos y a la clase obrera. Desesperado por la forma como el opio estaba diezmando a su pueblo, el Emperador chino se abrió en armas y ahí comenzó la guerra.
Otro enfrentamiento bélico relacionado con las adicciones fue por el tabaco. Comenzó con la producción en las colonias inglesas y se convirtió pronto en un artículo de pago en los conflictos, tanto que de esta situación se conoce una irónica frase atribuida al general Washington: “Si no pueden enviar dinero, envíen tabaco”. En ese momento se hizo muy popular regalarle cigarrillos a los soldados que fumaban sin compasión porque fuera de disparar no había más nada que hacer.
Luego vino la prohibición que tanta novela negra ha producido, la del alcohol. El cine nos ha nutrido en abundancia de lo que pasó. Entre más prohibían más se vendía. Entonces el whisky corría a raudales y en Estados Unidos había alambiques clandestinos por doquier. La mafia de ese país enseñó al mundo a violar la denominada ley seca o prohibición. Violación a la que estuvo ligado el nombre de Joe, el pater familias de los Kennedy.
Después de muchas víctimas, de un sistema judicial y policial corrompido por antihéroes como Al Capone, ese país logró resolver el conflicto moral y económico con la legalización.
Pero eso es historia. Ahora, en nuestra realidad, la lucha contra las drogas y el crimen organizado es un fracaso. En Colombia seguimos teniendo una lápida encima. Ese turbio negocio ha financiado guerrilla y paramilitares, produciendo muertes de civiles inocentes.
Y ni hablar de México, donde la cifra de muertos supera los 30.000 en los últimos 7 años, por negocios de cocaína.
Por estos días, expertos internacionales discuten el tema en la Universidad del Norte, en un encuentro denominado “¿Qué hay de nuevo en el debate sobre la política antidrogas?” Les respondemos: nada. No hay nada nuevo. Solo un fracaso y un gran negocio.
Hasta ahora solo sé que hay drogas duras y blandas, o de dependencia psicológica o física, como nos enseñó en la clase de Criminología de segundo año el profesor Luis Felipe Velásquez, en la Universidad Libre.
Todas son de peligro, incluyendo las blandas, pero el mayor riesgo está en la forma como corroe sistemas políticos y judiciales, crea burbujas económicas, fortalece mafias, corrompe sociedades y mata gente por una fumada, por un pase o por una bala.
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... ida-126187
Las guerras del opio, el tabaco y el whisky son un ejemplo de la forma como la humanidad ha enfrentado de manera contradictoria una hipócrita lucha entre la legalidad, la moralidad, el placer y el dinero.
Y ahora está la famosa y fracasada Drugs War, que envalentona a tanto presidente poderoso y a su monumental derrota ante el botín de 155.000 millones de dólares que produce este negocio mancillador de honores y cobrador de vidas, ya sea por salud o por armas. Nada más en Estados Unidos la inversión por año para esa lucha es de 40.000 millones de dólares, casi una cuarta parte de las ganancias de los carteles.
Hagamos memoria. En 1839 comenzó un conflicto armado que lleva por título La Guerra del Opio. Se dio entre Gran Bretaña y China, pero no se trató de un asunto legal ni de salud pública, sino de dinero.
Los flemáticos ingleses buscaban la apertura del tráfico de esa droga al tiempo que China la prohibía. Era un mecanismo usado por las grandes potencias, incluida Francia, para incursionar en el comercio de Oriente. Lo hacían surtiendo de drogas sin piedad a sus habitantes, incluyendo a los campesinos y a la clase obrera. Desesperado por la forma como el opio estaba diezmando a su pueblo, el Emperador chino se abrió en armas y ahí comenzó la guerra.
Otro enfrentamiento bélico relacionado con las adicciones fue por el tabaco. Comenzó con la producción en las colonias inglesas y se convirtió pronto en un artículo de pago en los conflictos, tanto que de esta situación se conoce una irónica frase atribuida al general Washington: “Si no pueden enviar dinero, envíen tabaco”. En ese momento se hizo muy popular regalarle cigarrillos a los soldados que fumaban sin compasión porque fuera de disparar no había más nada que hacer.
Luego vino la prohibición que tanta novela negra ha producido, la del alcohol. El cine nos ha nutrido en abundancia de lo que pasó. Entre más prohibían más se vendía. Entonces el whisky corría a raudales y en Estados Unidos había alambiques clandestinos por doquier. La mafia de ese país enseñó al mundo a violar la denominada ley seca o prohibición. Violación a la que estuvo ligado el nombre de Joe, el pater familias de los Kennedy.
Después de muchas víctimas, de un sistema judicial y policial corrompido por antihéroes como Al Capone, ese país logró resolver el conflicto moral y económico con la legalización.
Pero eso es historia. Ahora, en nuestra realidad, la lucha contra las drogas y el crimen organizado es un fracaso. En Colombia seguimos teniendo una lápida encima. Ese turbio negocio ha financiado guerrilla y paramilitares, produciendo muertes de civiles inocentes.
Y ni hablar de México, donde la cifra de muertos supera los 30.000 en los últimos 7 años, por negocios de cocaína.
Por estos días, expertos internacionales discuten el tema en la Universidad del Norte, en un encuentro denominado “¿Qué hay de nuevo en el debate sobre la política antidrogas?” Les respondemos: nada. No hay nada nuevo. Solo un fracaso y un gran negocio.
Hasta ahora solo sé que hay drogas duras y blandas, o de dependencia psicológica o física, como nos enseñó en la clase de Criminología de segundo año el profesor Luis Felipe Velásquez, en la Universidad Libre.
Todas son de peligro, incluyendo las blandas, pero el mayor riesgo está en la forma como corroe sistemas políticos y judiciales, crea burbujas económicas, fortalece mafias, corrompe sociedades y mata gente por una fumada, por un pase o por una bala.
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... ida-126187
¡El riesgo es que te quieras quedar! ¡Lo sé, porque me quedé!
Le risque est d'y vouloir rester ! Je le sais, parce que j'y suis resté !
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