
El alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, durante la entrevista en el Palacio de Liévano.
Por Tomás Betín Del Río
En entrevista exclusiva con EL HERALDO, el mandatario habló sobre la destitución e inhabilidad por 15 años ordenada por el procurador Alejandro Ordóñez, la que considera un golpe a la democracia.
Con la voz ronca de tanto gritar a las multitudes que llenaron la Plaza de Bolívar durante toda esta semana, los gestos cansados pero tranquilos y suficientes, los ojos coloreados de rojo hacia el contorno y una estampa menuda que le da un sorpresivo aire de fragilidad, el alcalde de la capital, el cordobés izquierdista Gustavo Petro, recibe en el Palacio de Liévano a EL HERALDO.
Es el final de la tarde. Afuera del despacho se escucha el estruendo de los manifestantes y entran por las rendijas las luces de una navidad que no ha sido del todo negra para el alcalde, pues su destitución e inhabilidad han sido puestas en entredicho por una insospechada y gigantesca movilización popular y una quizá aún más insospechada reacción de la Fiscalía, el gobierno y la comunidad internacional, que lo han convertido en la envidia de cualquier político que quisiera congregar, de manera espontánea, a decenas de miles de seguidores bajo el balcón de su casa, como romeos que lo escuchan, lo ven a los ojos, y le creen.
Está acompañado por su esposa, la sincelejana Verónica Alcocer, y del secretario del IDRD, el barranquillero Máximo Noriega. Los periodistas han esperado más de nueve horas para hablar con él. No es un secreto la animadversión que existe entre los medios y Petro. De hecho, empieza diciendo en la entrevista que "es el primer medio nacional con el que hablo tras el fallo".
P. ¿Adónde cree que va a llegar toda esta manifestación popular, la reacción gubernamental y el apoyo internacional a su favor y en contra del procurador?
R. Indudablemente estamos ante una situación compleja, impredecible. Algo que no esperaban era la aparición de un movimiento ciudadano tan fuerte como el que se ha expresado no solamente en la ciudad sino en el país. Y con consecuencias internacionales paradójicas, incluso. ¿Cuándo se iba a pensar que iban a coincidir en la misma posición el embajador de los EEUU en Colombia y las Farc? Eso demuestra la complejidad de lo que estamos viviendo. Estamos ante un golpe de estado en curso. Jurídicamente se puede leer en el Artículo 323 de la Constitución y en el Artículo 44 del Decreto 1421, que es el Estatuto Orgánico de Bogotá, donde se estable taxativa y expresamente que el alcalde mayor de Bogotá solo es destituible por el presidente de la República. Luego, el pronunciamiento, porque no conocemos el fallo, es una abierta ruptura con la Constitución, la ley y la Convención Interamericana, que es parte de nuestra legislación. Es un golpe y así mismo un delito. Ahora, ¿qué consecuencias presenta ese hecho irracional producido por el procurador? El primero, el debilitamiento de él mismo y el debilitamiento de la institución Procuraduría. Una especie de búmeran, como si se hubieran dinamitado a sí mismos en la caída de la opinión pública, en el deterioro de la confianza que se podía tener en la Procuraduría. Pero, además, el cumplimiento de la Constitución y la ley pondría en manos del presidente la decisión de la destitución. Entonces, el presidente, siendo hoy candidato, tendría que decirle a las Farc si lo que acordó con ellos, como garantías políticas, puede ser coherente con el hecho de que destituya al alcalde de Bogotá. O decirle a la Convención, a los organismos internacionales, después de un trabajo inmenso de reconstrucción de relaciones del país, que destituye al alcalde, rompiendo con la prohibición de que una autoridad administrativa destituya a un autoridad elegida por el voto popular. Y solo se le asigna esa competencia a un fallo judicial: en realidad, reconstruir el estado de derecho después de la crisis desatada por el procurador, consistiría en un pronunciamiento del presidente diciendo que no se puede destituir al alcalde hasta que no haya un fallo judicial. Ahora, ¿eso sucederá? No sabemos. Lo que sí sabemos es que está creciendo un movimiento popular que también va a generar unos efectos que, en mi opinión, si logramos que ese movimiento crezca y sea profundamente pacífico, traería como consecuencias una transformación democrática en Colombia.
P. Ha interpuesto una demanda ante la CIDH, una tutela ante el Tribunal Superior de Bogotá, se reunió ayer con el fiscal, ¿qué busca concretamente con estos mecanismos?
R. Son mecanismos que la Constitución me permite. Estoy acudiendo a las medidas de derecho que se pueden tomar, pero creo que la situación se ha vuelto supremamente interesante, fundamentalmente porque no es simplemente un ciudadano que es alcalde defendiendo sus derechos, sino que cada vez más transitamos hacia un movimiento popular que puede alcanzar el estatus de transformar democráticamente al país, y esta perspectiva es muchísimo más interesante que incluso ver si el alcalde sigue o no. Porque sería importante que lográramos millones de personas luchando por la democracia, no por Petro. Cuando usted ve las plazas llenas continuamente en Bogotá, pues lo que vemos no es gente diciendo "estamos con Petro" y demostrando que era una mentira la fábula de que estábamos solos y de que nadie nos quería. No nos quería era el norte de la ciudad, pero la gran mayoría estaba con nosotros y con nuestro programa de gobierno, oculta e invisibilizada por los mismos medios. Ahora, la gran mayoría de esas personas están en la plaza porque quieren detener el golpe contra la democracia, porque le están apostando a la paz. y eso tiene unas consecuencias profundamente transformadores si las logramos consolidar, organizar, volverlas nacionales.
P. ¿Usted sabía que el procurador lo iba a destituir?
R. Nunca pensé que el procurador podía tomar una actitud tan irracional. Mucha gente lo decía, que es un fundamentalista, un hombre dominado por dogmas de extrema derecha, en fin. Pero yo siempre confié en que, independientemente de su ideología, la razón tuviera cabida en su arquetipo mental. Me equivoqué.

El alcalde Gustavo Petro en un momento de la entrevista con el corresponsal de EL HERALDO en Bogotá, Tomás Betín.
P. No son contados sus posibles enemigos, como los parapolíticos que denunció en el Senado, el 'carrusel' de la contratación, los intereses privados que afectó de alguna manera, la ultraderecha, ¿usted cree que pesó alguno más que otro en su destitución?
R. En primerísimo lugar la mentalidad arcaica del procurador, su dogma, su prejuicio. Ese tipo de circunstancias en un individuo puede provocar cosas que se vuelven determinantes. Ese esquema antidemocrático en la cabeza de un funcionario con poder, lo lleva a un abuso del poder. Buena parte de la civilización humana es la historia de cómo contener el poder. Ahora, y sabiendo premeditadamente esta incapacidad democrática del procurador, se mueven otro tipo de intereses presionando y tratando de ganar allí: los del cartel de la contratación, los primeros y directamente afectados; las estrategias electorales de la extrema derecha detrás de (Alvaro) Uribe, que son los beneficiarios de la guerra; los odios desatados porque descubrí el paramilitarismo y sus relaciones con el poder político que tienen todavía asiento en cargos del Estado, que entonces se mueven a ver si se vengan de quien los denunció. Todo eso se entrecruza, pero ese tipo de venganzas, reacciones, estrategias, cálculos, necesitaban un vehículo para poder dar un golpe contra la Alcaldía, y ese no es otro que la mentalidad dogmática y fascista del procurador.
P. ¿Cree que la decisión del procurador pone en peligro el proceso de paz en Cuba?
R. El escenario está partido en dos. Lo habíamos dicho previamente sin pensar en la decisión del procurador. Hay un partido de la guerra y un partido de la paz. Y al interior muchísimas tonalidades diferentes. Y el procurador está ubicado en el partido de la guerra, y quiso lanzar un mensaje de destrucción al proceso de paz en La Habana. ¿Por qué hay dirigentes políticos que no quieren la paz en Colombia? Porque han ganado en la guerra. Son los grandes beneficiarios de estas décadas en las que los colombianos nos hemos matado los unos a los otros. Usted sabe que yo soy un investigador profundo del paramilitarismo en varias de las regiones del país, sobre todo en el Caribe, y algo que salía con mucha fortaleza de los análisis de lo que es el paramilitarismo es que tenía beneficiarios económicos, gente que se apropiaba de las tierras, que lograba cuantiosos contratos con el Estado usando las armas y el terror, las regalías, una clase política que ha podido permanecer en el poder gracias a la guerra. Entonces esta coalición de intereses empieza desesperadamente, porque mientras más se avanza hacia la paz, más peligrosamente ha de moverse esta coalición a sabotear esa posibilidad, y yo soy victima de esas acciones. Por otro lado, hay mayorías cada vez más convencidas de que debemos salir de este estado de cosas. En una nación que merezca el nombre de tal, la posibilidad de tener un futuro depende de que no nos sigamos matando. Y si usted ve en la plaza, la mayoría de gente es joven, ¿cómo es posible que esa juventud esté llegando de forma tan abrumadora? Es la masa afectada si no se acaba la guerra, porque le tocaría sufrirla como la sufrimos nosotros, y creo que la fuerza por la paz es cada vez más una fuerza juvenil. Pero la aspiración reprimida, burlada, de poder salir de la guerra, se empieza a concretar ahora en una aspiración real: va a depender mucho del presidente, de su talante. Usted sabe que yo no voté por él pero de alguna manera u otra él tiene un papel protagónico aquí. Entonces, este movimiento popular que se ha forjado alrededor de la Bogotá Humana, es un movimiento que está en el partido de la paz.
P. Usted envió un mensaje de calma a La Habana, ¿por qué debe seguir el proceso de paz luego de su destitución y, de alguna manera, de todo el exterminio sistemático que ha padecido la izquierda en el país?
R. Porque la guerra es estéril, porque estos golpes sufridos son más el acto de desesperación de los que empiezan a perder, y de los que le temen a una democratización de Colombia. Nosotros hemos dado unos saltos en materia social profundos, por eso es que nos quieren sacar. Pero no sería posibles las movilizaciones si no hubiéramos democratizado la ciudad, si no se la hubiésemos quitado al cartel de la contratación, si la gente en los barrios populares no sintiera que se respira un aire de nuevo oxígeno de libertades, de exigencia de derechos, de reconstrucción del tejido social, y ese es un indicador de lo que sería la paz en Colombia. La paz es ese nuevo oxígeno en donde la diversidad colombiana, en toda su magnitud, pueda empezar a moverse hacia garantizar conquistas y espacios democráticos. Y Colombia, situada en América Latina, tendría unas perspectivas supremamente interesantes en un mundo que está en crisis: podríamos pasar a un papel de vanguardia en la Humanidad.
P. ¿De qué habló hoy (ayer) con el fiscal?
R. Le pedí que hiciera un examen de los indicios que dio Otty Patiño en cuanto a la reunión que habrían tenido Uribe, el procurador y (Fernando) Londoño y de la confesión de Emilio Tapia diciendo que lo que sucedió el 18 de diciembre fue planificado por los operadores del aseo para tumbar al alcalde e, incluso, usando a la Procuraduría.
P. ¿Cómo ve esta ciudad gobernada por Pacho Santos?
R. (Risas) Con mucha electricidad, pero no en los buses.
P. ¿De qué hablo con los senadores con los que acaba de reunirse?
R. Vinieron a expresarme su respaldo, congresistas de todos los partidos políticos, que van a hacer una carta al presidente, que muestra a qué nivel se ha llegado en términos de reacción democrática ante el abuso del procurador. En esa carta le piden al presidente que asuma su competencia constitucional.
P. ¿Cuáles han sido sus errores en la administración, de qué se arrepiente, qué debe mejorar?
R. En una administración se cometen muchos errores porque este es un proceso humano, aquí se mueve un aparato de 60.000 personas, que nosotros no quisimos ni siquiera tocar porque no nos interesa el empleo público como fuente del voto electoral, rechazamos esa práctica política tan tradicional. Eso nos ha llevado a mover un aparato gigantesco, el presupuesto de Bogotá es más grande que la mayoría de los presupuestos de los países de América Latina, los pequeños obviamente. Entonces pensar que una administración es infalible es una tontería. Creo que ha faltado más capacidad de ejecutar los recursos públicos, de mover el aparato estatal, que es lo que impide que se puedan invertir los recursos públicos en cuantías mayores. Ha faltado más decisión. Pero el programa que el pueblo votó y que nosotros hemos venido cumpliendo, es un programa completamente acertado para la ciudad, por eso provoca lo que provoca. Los que se creían dueños de la ciudad saben que hemos cambiado las estructuras del poder en la ciudad, y que el puesto del humilde, de la mujer, del diverso, de la juventud, del que exige educación, es hoy un puesto predominante cuando antes simplemente eran los excluidos.
P. ¿Qué le dice a la región Caribe, usted, un alcalde capitalino de origen caribe, en medio de esta manifestación popular?
R. No diría que espero su solidaridad conmigo, sino la solidaridad para la lucha por la paz y la democracia. Creo que tenemos una oportunidad real de dar un paso en la historia, que no es de Petro, es de la sociedad. Y el Caribe tiene que ganar muchísimo, dado lo que le ha acontecido, el desastre que es la violencia en nuestras tierras. Usted sabe de mi origen caribe, que me lo han cobrado también en Bogotá, pero esta es una oportunidad, casi que, diría, el segundo paso después de las denuncias del paramilitarismo. Casi le gano al presidente Santos en la elección presidencial en el Caribe, en muchísimos municipios gané las elecciones presidenciales, que fue la expresión de la población caribe hacia el hombre que rompió con la arquitectura del poder mafioso que había en muchas zonas de la región. Sin embargo, todos sabemos que la denuncia surtió unos efectos en unos individuos que se fueron presos pero las estructuras se mantienen, con otros nombres, con otras personas, no logramos lo que llamábamos la liberación de la ciudadanía. Esta es la oportunidad de lograrla.
“Decisión nos afecta a todos”
Para Máximo Noriega, secretario del IDRD de Bogotá y excandidato a la Alcaldía de Barranquilla, la decisión del procurador Alejandro Ordóñez contra Gustavo Petro “afecta a todos los colombianos”, porque viola el bloque de constitucionalidad, los tratados internacionales y elimina con una sola firma el derecho de los ciudadanos a elegir y ser elegidos. Con esa facultad, agrega Noriega, el jefe del Ministerio Público “se abroga el derecho a suprimir la voluntad popular y sacar del escenario político a quien él considere haya cometido faltas disciplinarias, las que a su vez son calificadas y juzgadas por su despacho”. Sobre el fallo que inhabilitó por 15 años a Petro, afirma el secretario del IDRD que “no existe proporcionalidad ni medida ponderada para la imposición de sanciones e inhabilidades, quedando al arbitrio del procurador Ordóñez determinar las sanciones”.
Resultados en un mes
El fiscal Eduardo Montealegre aseguró que elcalde Gustavo Petro no formuló ninguna denuncia contra el procurador Alejandro Ordóñez. Dijo que Petro lo visitó ayer para explicarle las razones por las que cambió el modelo de recolección de basuras en Bogotá que estaba en poder de contratistas privados. Además, afirmó que la Procuraduría le entregó la documentación que soporta la decisión disciplinaria contra Petro.
Fuente: http://www.elheraldo.co/nacional/pense- ... tro-135832" onclick="window.open(this.href);return false;