Los ‘kamikazes’ del contrabando de gasolina en Cesar y La Guajira

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Los ‘kamikazes’ del contrabando de gasolina en Cesar y La Guajira

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Así viajan a diario conductores y auxiliares de las ‘caravanas de la muerte’ entre el Cesar y La Guajira. Muchas terminan en tragedia, como ya ha ocurrido.


Por Miguel Barrios

En las ‘caravanas de la muerte’, alcanzan velocidades hasta de 160 ilómetros por hora para evadir a las autoridades • En menos de dos meses, cinco jóvenes, de entre 17 y 24 años de edad, perdieron la vida incinerados, transportando combustible ilegal.

Óscar Altamiranda, de 17 años, uno de los tres jóvenes que murió calcinado el 28 de mayo pasado al estallar la camioneta en la que transportaba gasolina de contrabando, iba a recibir 50 mil pesos por llevar varios tanques cargados de combustible entre Maicao y Valledupar.

“No le importó el peligro que significaba”, asegura su padre Heriberto, al recordar la tragedia en zona rural de San Juan del Cesar, en la que además murieron Jorge Luis Torres, de 20 años y Diomar Ovalle, de 19.

Dice que Óscar siempre fue un “muchacho inquieto” al que le gustaba trabajar, aunque él le insistía en que estudiara. “Mi muchacho pensaba en tener dinero y por eso le aconsejaba que tuviera cuidado. Además, nunca le permití que trabajara en la venta de gasolina, por eso se fue a La Guajira sin permiso, sin decir para dónde iba, porque sabía que se lo iba a prohibir”, narra entre lágrimas.

José Alfredo Bautista, primo de Jorge Eliécer otra de las víctimas, expresa que 50 mil pesos no compensan el peligro que un transportador de gasolina debe afrontar. “Eso –añade– es lo que les pagan por arriesgar la vida” y afirma que es una “bomba” lo que estas personas llevan en esos vehículos. “No estoy de acuerdo con eso”, admite.

Conscientes del riesgo. Así trabajan estos ‘kamikazes’ que a diario recorren vías y trochas cargados de gasolina traída de Venezuela. Familias que han perdido a estos suicidas de la ilegalidad expresan que ellos son conscientes de que “en cualquier momento ”pueden morir en las carreteras, como ha ocurrido varias veces.

Pese a ello siguen conduciendo a altas velocidades viejos carros y camionetas repletas de canecas entre La Guajira y el Cesar. Los choferes y ayudantes de las llamadas ‘caravanas de la muerte’, conformadas por entre 20 y 40 vehículos pequeños, asumen este riesgo para ganarse máximo 100.000 pesos por viaje.

Uno de ellos, que durante cinco años expuso la vida de esta manera, cuenta que alcanzan hasta “160 kilómetros por hora” con tal de rebasar los retenes de la Policía. “Lo poco que ganamos no nos alcanza para ofrecer un soborno”, sostiene. Por ello se arriesgan a pasar los controles a altas velocidades para quitarles la oportunidad de reaccionar a los uniformados.

Los carros utilizados, en su mayoría Renault 18, Mazda 323 y camionetas, se convierten en ‘bombas rodantes’ que al menor impacto explotan y arden sobre las vías con saldos trágicos. La Policía del Cesar reportó que en los dos últimos meses cinco personas han muerto calcinadas entre Valledupar y La Guajira (Ver infografía).

Luis Alberto, el ‘kamikaze’ retirado, cuenta que “todos conocen los riesgos”, por lo que las tragedias en las carreteras las toman como “comer el pan de cada día”. “Lo ven a diario y eso ya no les hace. La demora es que vean eso para seguir en lo mismo como si no vieran nada”, manifiesta con sangre fría.

Explica que a pesar del riesgo permanente este oficio se ha convertido en una “forma fácil” de ganarse el sustento ante la falta de trabajo formal. “Las caravanas que llevan grandes velocidades son las de los carros pequeños, porque lo que traen no les da para poder pagarles a todos esos retenes. Tienen que estar huyéndoles. Cuando los policías quieren reaccionar, no paran”, relata.

Cada uno de esos vehículos transporta hasta 60 pimpinas de combustible de contrabando. El hombre, que hoy maneja un taxi, explica que existen dos tipos de caravanas: las que trafican grandes cantidades de gasolina y Acpm de contrabando y las que lo hacen en menor proporción.

Las primeras salen de Monte Lara, en la frontera de Venezuela con La Guajira, en Colombia, donde camionetas 350 y Tritón, de modelos recientes, pueden cargar hasta 50.000 galones de combustible o más, dependiendo del número de vehículos, y toman alguna de las 192 trochas que la Policía Fiscal y Aduanera tiene identificadas. Por estos caminos ingresa el hidrocarburo ilegal. Ya en La Guajira llegan a Cuestecitas, donde hacen una parada, y luego siguen hasta La Paz, Cesar.

Además de tratar de evadir a las autoridades por caminos destapados, tienen otra modalidad para transitar por las carreteras sin ser atrapados: pagan sobornos a los uniformados policiales.

Según relató el ex conductor, delante de la caravana va un vehículo que avisa sobre la presencia de la Policía y el Ejército en la vía, Sus ocupantes hacen los ‘arreglos’ para que los dejen pasar. Como en la época de la marihuana, a estos carros los llaman ‘moscas’ porque quienes van a bordo compran la autorización para avanzar. “Van transando los retenes”, dice.

La otra caravana es la de los vehículos pequeños. Sale de Maicao, La Guajira, y pueden ir hasta 20 carros que toman la ruta que llega a La Paz al sur de Valledupar, o la que termina en Río Seco, al norte de esta capital.

El pasado 30 de marzo en zona rural de San Juan del Cesar (La Guajira), en la vía que conduce a El Tablazo, murieron calcinados los hermanos Miguel Ángel, 24 años, y Andrés Alfonso Pérez Guerra, 19 años, al chocar la camioneta en la que transportaban combustible ilegal en compañía de otros vehículos.

La segunda tragedia sucedió el 28 de mayo anterior en la vía Valledupar – San Juan del Cesar, en el kilómetro 13, cuando un vehículo tipo camioneta tras fallas mecánicas chocó contra un árbol y se originó una conflagración que calcinó todo lo que se encontraba a 20 metros a la redonda, incluyendo a los tres ocupantes del automotor: allí murieron Óscar Altamiranda de 17 años de edad; Jorge Luis Torres, de 20 años y Diomar Ovalle, de 19.

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El riesgo de cargar gasolina ilegal es mortal, como ocurrió el 28 de mayo pasado cuando murieron 3 personas.


Un negocio criminal: Policía

El brigadier general Gustavo Moreno, director nacional de la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa), dice que el contrabando de combustibles es un “negocio criminal” que incluso está generando “más ingresos que el narcotráfico”. En esa cadena, en la que además se lucran las Farc y la delincuencia organizada, los transportadores y ‘pimpineros’ (expendedores minoritarios) son apenas pequeños eslabones, pero las grandes ganancias se quedan en manos de los cabecillas.

Dijo que frente a las ‘caravanas de la muerte’, la Policía no adelanta ninguna acción armada partiendo del derecho supremo de la vida, a menos de que estas personas ataquen a los uniformados y deban actuar en legítima defensa.

No obstante, afirmó que han logrado asestar golpes a estas estructuras. Hace pocos días la Polfa, en coordinación con el Ejército y la Dian, incautó 44.100 galones de combustible ilegal en 19 camionetas, avaluados en $2.500 millones, al interceptar una de estas caravanas en límites del Cesar con La Guajira.

Fuente: http://www.elheraldo.co/region/los-kami ... ira-198269
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El negocio de la gasolina ilegal

Message : # 6089Message Darloup »

Esa especie de ‘kamikazes’ que van al mando de camiones cargados de combustible ilegal en la frontera colombo-venezolana es el reflejo de una compleja realidad social que exige respuestas integrales para frenar esa permanente carrera hacia la muerte.

Una crónica que publicamos ayer muestra los grandes riesgos que corren las personas, por lo general jóvenes, que se dedican al transporte de gasolina de contrabando entre Venezuela y Colombia.

Desde hace varias décadas, miles de personas en La Guajira y el Cesar viven de este negocio ilegal que tiene solo una explicación: Venezuela dispone de la gasolina más barata del mundo, y ese atractivo económico arrastra a muchos a involucrarse en el negocio que, desde luego, opera de manera clandestina mediante una serie de rutas fronterizas, pero cuenta, al mismo tiempo, con la complicidad de miembros de la autoridad policial y militar de ambas naciones.

Venezuela, por el desangre que esta fuga de gasolina produce en su economía, ha tomado algunas medidas, que incluyen drásticos cierres de frontera, pero nada ha podido poner término a esta actividad que da de comer a mucha gente.

Todos los expertos que han estudiado el tema lo reafirman: esta modalidad de contrabando se explica por el diferencial de precios del combustible líquido. Y esto causa varios impactos, entre ellos en las finanzas públicas, en la que distorsiona los componentes de comercialización, distribución y producción, y desata la corrupción a gran escala.

Ahora, se han ensayado instrumentos legales para desestimular el negocio reduciendo el precio de los combustibles en la zona fronteriza. Pero el cáncer sigue expandiéndose, al punto que se estima que la actividad es hoy más rentable que el narcotráfico, y que en la cadena intervienen desde poderosos carteles mafiosos, que incluyen a las Farc, hasta los medianos y pequeños distribuidores y las familias que se sostienen con la venta de la gasolina ilegal.

Desde luego, el diferencial de precios de los combustibles no es solo colombo-venezolano. Se ha presentado también entre países europeos. El problema es que acá –paralelos a las diferencias de precios– surgieron unos apetitos económicos en los cuales han confluido la voracidad criminal de carteles de lado y lado, más los problemas fronterizos de pobreza y desempleo, lo cual explica la incorporación de miles de personas a la actividad.

Esto determina que el tratamiento del flagelo no sea fácil. Pero tal vez más importante que los acuerdos normativos entre Colombia y Venezuela en torno a las diferencias de precios sea desactivar los problemas sociales en la frontera, donde se ha adoptado como medio de supervivencia el contrabando. Es doloroso, por ejemplo, que mueran jóvenes transportadores en las llamadas ‘caravanas de la muerte’ por pagos de cincuenta o cien mil pesos.

Otra tarea compleja, creemos, sigue siendo cómo transformar los paradigmas culturales de una región como La Guajira en la que el contrabando se asume de manera normal, al extremo que ha habido protestas para exigir que se legitime prácticamente. Sería inútil desconocer que el poder del contrabando en esta parte del país hunde sus raíces en la costumbre y el transcurrir histórico, y por eso todos los controles del Estado suelen terminar en el fracaso.

Es hora, por tanto, de que el Gobierno Nacional trate el fenómeno desde su compleja integralidad, y frene la explosiva carrera del contrabando de gasolina con sus secuelas de vehículos e involucrados calcinados.

Fuente: http://www.elheraldo.co/editorial/el-ne ... gal-198392
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