Las calles de Barranquilla: el coro de la muerte
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Las calles de Barranquilla: el coro de la muerte
Por Diego Marín
A mi hermano José Cohen
Sí, está apocalíptico el título, como lo están los tiempos que vivimos, y yo hoy me siento como San Juan en Patmos. Pero, ¿qué hacemos, lector, si la vida no vale nada, como lo canta Silvio o lo cantan en coro los muertos en cada esquina de Barranquilla?
Como están las cosas, cualquier día tú y yo podemos formar parte de ese coro celestial, con Arsenio, Moré y Chano Pozo, que eran soneros famosos. Mientras tanto, hermano mío, como decían los romanos, carpe diem: “aprovecha el día”, porque quizá sea el último, nunca se sabe. Si no te mata un conductor neurótico, de esos que tampoco respetan la vida de nadie, te matará un atracador, o de pronto la contaminación ambiental, sobre todo la sonora, que no es matancera sino criminal.
Ya nadie camina tranquilo por las calles de la ciudad, hasta la sombra que nos sigue parece a veces un asaltante, tal es el tamaño del miedo. Ayer se lo preguntaba mi querido amigo Humberto Mendieta: ¿Qué pasó con el mejor vividero del mundo? La pregunta, por supuesto, es retórica: lleva implícita su propia respuesta. Pasó el tiempo, pasó la historia, la del mundo y la del país, pasaron los carnavales, o ya pasarán, pero no pasan las obscenas desigualdades sociales, no, esas no pasan, y abren de par en par las puertas del infierno a los jinetes del Apocalipsis, y conviertan la ciudad en un cementerio.
Esta Barranquilla sin alma, llena de fantasmas, como el pueblo de Comala, en Pedro Páramo. La mayoría de los que se creen vivos, sobre todo ellos, a lo mejor ya están muertos, comenzando por el atracador inminente. Ahí viene, míralo, míralo, está en la Puerta de Alcalá, es el espejo de esta sociedad, es un tipo pedagógico y equitativo, nos pisa los talones a todos, y no hay sombra que nos cubra: el miedo es la verdadera democracia. Sí, el atracador demócrata, que tiene un lindo futuro, si es que logra sobrevivir hasta la próxima semana. Es como San Juan en Patmos: escribe El Apocalipsis.
El mundo apocalíptico, tal y como está concebido –y dentro de él se encuentra Barranquilla de una manera inexorable, ya no hay reversa, ya no hay sombra que nos cubra, amárrate los pantalones, lector, ponte el cinturón de seguridad, ajusta el retrovisor de la nostalgia, porque los únicos paraísos son los paraísos perdidos. El mundo, tal y como está concebido, es una enorme colonia penitenciaria, donde los grandes monopolios organizan guerras, golpes de estado y puestas en escena del fraude y la corrupción, a través de los mass media y la Internet, para sostener los puntales del capitalismo salvaje que solo enriquece al uno por ciento de la población del planeta.
La violencia está implícita en un sistema así concebido, cuyas mercancías naturales son, por ejemplo, la pornografía infantil y la trata de blancas. La ciudad, ay, Quilla, Curramba La Bella, La Arenosa, ya nada de eso volverá a existir, se acabó para siempre, se volvió como el poema del Tuerto López, una provincia habitada por una caterva de vencejos y que solo inspira ese cariño que nos inspiran los zapatos viejos. Y la ciudad no es sino un reflejo del mundo.
Aprovecha el día, mi hermano, lector, no hay sombra que nos cubra, aunque el fuego que me alumbra tú, y no sé quién eres tú, pero no importa, lo que importa es que lo encendiste por siempre y aprendí a querer. Solo eso me salva de El Apocalipsis: escribo con fuego. Y mucho ojo, que ahí viene el atracador pedagógico con su coro celestial, de Arsenio, Moré y Chano Pozo.
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... erte-55666
A mi hermano José Cohen
Sí, está apocalíptico el título, como lo están los tiempos que vivimos, y yo hoy me siento como San Juan en Patmos. Pero, ¿qué hacemos, lector, si la vida no vale nada, como lo canta Silvio o lo cantan en coro los muertos en cada esquina de Barranquilla?
Como están las cosas, cualquier día tú y yo podemos formar parte de ese coro celestial, con Arsenio, Moré y Chano Pozo, que eran soneros famosos. Mientras tanto, hermano mío, como decían los romanos, carpe diem: “aprovecha el día”, porque quizá sea el último, nunca se sabe. Si no te mata un conductor neurótico, de esos que tampoco respetan la vida de nadie, te matará un atracador, o de pronto la contaminación ambiental, sobre todo la sonora, que no es matancera sino criminal.
Ya nadie camina tranquilo por las calles de la ciudad, hasta la sombra que nos sigue parece a veces un asaltante, tal es el tamaño del miedo. Ayer se lo preguntaba mi querido amigo Humberto Mendieta: ¿Qué pasó con el mejor vividero del mundo? La pregunta, por supuesto, es retórica: lleva implícita su propia respuesta. Pasó el tiempo, pasó la historia, la del mundo y la del país, pasaron los carnavales, o ya pasarán, pero no pasan las obscenas desigualdades sociales, no, esas no pasan, y abren de par en par las puertas del infierno a los jinetes del Apocalipsis, y conviertan la ciudad en un cementerio.
Esta Barranquilla sin alma, llena de fantasmas, como el pueblo de Comala, en Pedro Páramo. La mayoría de los que se creen vivos, sobre todo ellos, a lo mejor ya están muertos, comenzando por el atracador inminente. Ahí viene, míralo, míralo, está en la Puerta de Alcalá, es el espejo de esta sociedad, es un tipo pedagógico y equitativo, nos pisa los talones a todos, y no hay sombra que nos cubra: el miedo es la verdadera democracia. Sí, el atracador demócrata, que tiene un lindo futuro, si es que logra sobrevivir hasta la próxima semana. Es como San Juan en Patmos: escribe El Apocalipsis.
El mundo apocalíptico, tal y como está concebido –y dentro de él se encuentra Barranquilla de una manera inexorable, ya no hay reversa, ya no hay sombra que nos cubra, amárrate los pantalones, lector, ponte el cinturón de seguridad, ajusta el retrovisor de la nostalgia, porque los únicos paraísos son los paraísos perdidos. El mundo, tal y como está concebido, es una enorme colonia penitenciaria, donde los grandes monopolios organizan guerras, golpes de estado y puestas en escena del fraude y la corrupción, a través de los mass media y la Internet, para sostener los puntales del capitalismo salvaje que solo enriquece al uno por ciento de la población del planeta.
La violencia está implícita en un sistema así concebido, cuyas mercancías naturales son, por ejemplo, la pornografía infantil y la trata de blancas. La ciudad, ay, Quilla, Curramba La Bella, La Arenosa, ya nada de eso volverá a existir, se acabó para siempre, se volvió como el poema del Tuerto López, una provincia habitada por una caterva de vencejos y que solo inspira ese cariño que nos inspiran los zapatos viejos. Y la ciudad no es sino un reflejo del mundo.
Aprovecha el día, mi hermano, lector, no hay sombra que nos cubra, aunque el fuego que me alumbra tú, y no sé quién eres tú, pero no importa, lo que importa es que lo encendiste por siempre y aprendí a querer. Solo eso me salva de El Apocalipsis: escribo con fuego. Y mucho ojo, que ahí viene el atracador pedagógico con su coro celestial, de Arsenio, Moré y Chano Pozo.
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... erte-55666
¡El riesgo es que te quieras quedar! ¡Lo sé, porque me quedé!
Le risque est d'y vouloir rester ! Je le sais, parce que j'y suis resté !
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