
Corpoguajira ha realizado varias liberaciones de tortugas, en especial en la Alta Guajira, como se aprecia en la foto.
Por Sandra Guerrero Barriga
La leyenda de la etnia wayuu dice que una pequeña niña que iba en una canoa, junto a sus padres, jugaba con unas totumas, una de las cuales se le cayó y al querer agarrarla, ella también terminó cayéndose en el mar y convirtiéndose en una tortuga.
Por eso, la tortuga de la historia, que es la Verde (Chelonya midas), es para los indígenas wayuu un símbolo de fecundidad y hermosura.
“La relación de la tortuga y los wayuu es una relación erótica”, afirma el antropólogo Weildler Guerra Curvelo, quien también explica que por eso la tortuga tiene el vientre plano como una señorita a la que todavía no se le han desarrollado sus senos y en el cuello se le ven las decoraciones de la totuma que se le cayó a la niña en el mar.
Agrega que la tortuga es llamada por los wayuu la vaca del mar y es un símbolo de riqueza, por eso ellos no la pescan para comérsela, a menos que quede enredada en las redes y se muera. Sin embargo, sí la venden por la alta demanda que hay entre los consumidores de varios municipios guajiros, como son Riohacha, Maicao, Manaure o Uribia.
“La tortuga no está incluida en la dieta de los wayuu, porque el animal es apreciado, sin embargo, mientras haya quien la compre, ellos la venden”, afirma Guerra Curvelo.
Efectivamente, en estas localidades, después de una parranda o una fiesta, la costumbre es ir en la madrugada a comerse un buen plato de tortuga frita con bollo limpio. Igualmente, cuando llegan visitantes del interior del país o del exterior, lo que se les ofrece, además del chivo, es el apetecido manjar.
Son muchas las razones por las cuales la tortuga, a pesar de ser un animal en vía de extinción, es un plato bastante codiciado en todo el Departamento, no solo en época de Semana Santa, sino todo el año.
Una de las principales causas es el factor cultural arraigado, ya que durante décadas, la pesca y la comercialización de la carne de tortuga marina han constituido una actividad ancestral para quienes han acogido su venta como fuente alterna de sustento.
Otra de las razones es la problemática socioeconómica que enfrentan los habitantes de estas regiones, quienes no tienen oportunidades laborales, un nivel de vida precario y bajo poder adquisitivo.
Hace muchos años se lucha contra la captura y venta de las tortugas. Actualmente en La Guajira se capturan unas 729 tortugas al año y se generan ingresos con esta actividad por 765 millones de pesos, según cifras de la Corporación Autónoma Regional del Departamento, Corpoguajira.
Sin embargo, la autoridad ambiental y la fuerza pública no están al tanto de los sistemas utilizados por los pescadores, traficantes y comercializadores para llevar el producto hasta la mesa de los guajiros. A pesar de esto, hace varios años Corpoguajira lleva a cabo programas y planes que incluyen monitoreo, seguimiento y evaluación de todo el proceso que implica el tráfico ilegal de la tortuga que sigue causando un gran impacto sobre el ecosistema marino.
También hay un proceso de reconversión laboral de los captores, intermediarios, comerciantes y dueños de restaurantes que hacen parte de toda la cadena de tráfico ilegal de la tortuga marina en La Guajira, como estrategia para la preservación de la especie.
En La Guajira, se pueden encontrar cuatro de las siete especies de tortugas marinas que podemos encontrar en Colombia, Verde (Chelonya midas), Gogo (Caretta caretta), Tortuga Carey (Eretmochelys imbricata) y Tortuga Canal (Dermochelys coreacea), especies en peligro de extinción según la UICN Cites y la resolución 383 de Febrero 23 de 2010 del Ministerio de Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial, por la cual se declaran las especies silvestres que se encuentran amenazadas en el territorio nacional.
Fuente: http://www.elheraldo.co/entretenimiento ... jira-62860