
José Néstor Pékerman en su primera rueda de prensa al frente de la Selección Colombia de mayores.
Por Mariano Olsen
José Pékerman siempre ha sido un hombre tímido, por eso no volvió a visitar Holt Ibicuy, el pequeño pueblo de la provincia de Entre Ríos donde cimentó junto a sus padres, Raquel y Óscar, los sueños futboleros en su infancia. “Es que en todas partes me quieren homenajear y yo soy medio vergonzoso para esas cosas”, confiesa este hombre canoso de 62 años, que el día más importante de su carrera como entrenador demostró la madera de la que estaba hecho.
Qatar, viernes 28 de abril de 1995, Argentina acababa de derrotar a Brasil por 2 a 0 en la final del campeonato mundial Sub-20. En el campo de juego del estadio Khalifa de Doha, 17 jóvenes futbolistas comandados por Juan Pablo Sorín entonaban un estribillo en el podio que la Fifa había preparado para homenajear a los campeones: “Y ya lo ve, y ya lo ve, es el equipo de José”.
Emocionado hasta las lágrimas, Don José se mantenía a un costado, feliz pero alejado del festejo general. Hasta que el preparador físico Gerardo Salorio perdió la paciencia: “Tuve que empujarlo para que saliera en la foto oficial. No quería saber nada, estaba empecinado en su idea de que los protagonistas siempre son los futbolistas. Yo no lo podía creer pero así es José: cuando me preguntan en la calle siempre respondo lo mismo: Pékerman es como vos crees que es”.
Esa noche estrellada en Qatar, José Néstor Pékerman no solo dejó de ser un perfecto extraño para el mundo futbolístico argentino sino que además comenzó a ganarse el respeto de los dirigentes que no confiaban demasiado en su capacidad profesional. Muchos afirman que si Argentina no se consagraba de manera brillante en ese torneo, el contrato de sólo un año que había firmado Pékerman no hubiese sido renovado. Pero el equipo respondió con creces y la vida de Don José cambio para siempre.
Atrás quedó su aceptable trayectoria como futbolista en los años 70 recorriendo la mitad del campo en Argentinos Juniors (133 partidos y 12 goles) y luego en Independiente Medellín (101 juegos y 15 goles) hasta que, con 28 años cumplidos, una de sus rodillas cerró la puerta del Pékerman jugador. Duro golpe anímico para un hombre que, de repente, se encontró sin trabajo y teniendo que responder por su esposa Matilde, y Vanesa, su primera hija. El hombre no dudó y, en pleno Mundial del 78, salió a ganarse el pan conduciendo un taxi en Buenos Aires.
Con el tiempo completó el curso de director técnico para iniciar su trayectoria como ayudante de Ricardo Trigilli en Estudiantes de Caseros, Chacarita y Argentinos Juniors. Ese fue el club que le dio la posibilidad de desarrollar todo su talento en el área del fútbol amateur. Fueron 10 años ganando campeonatos de divisiones inferiores y promoviendo futuros cracks (Fernando Redondo, Silvio Rudman, Fernando Cáceres, entre otros). Luego repitió el proceso en el Colo Colo de Chile hasta que Julio Grondona, impresionado por la claridad y concepto de su propuesta, le concedió la oportunidad que estaba esperando.
Sus tácticas. Apasionado por el fútbol, Pékerman es capaz de observar 3 o 4 partidos al mismo tiempo por televisión e Internet. Su conocimiento sobre cada futbolista es sorprendente. Ostenta una memoria fotográfica a la hora de describir las cualidades de tal o cual jugador, no importa el equipo en donde actúe, don José los tiene fichados en su mente.
Desde Buenos Aires, su colaborador de tantos años, Hugo Tocalli, aporta detalles que ayudan a conocer un poco más al entrenador de la Selección Colombia: “Me llamó hace un par de meses a mi casa, estaba mirando partidos del Sudamericano Sub-20 que se jugó en Colombia en el 2005. En ese momento él no había podido viajar porque ya dirigía a la selección mayor. Me preguntó aspectos tácticos específicos de Falcao García, Rodallega y Guarín. Es un hombre muy trabajador que se ocupa de todo, hasta de lo que para otros parece insignificante”.
Si hay algo que distingue a los equipos dirigidos por José Pékerman es el buen trato del balón y la ambición ofensiva además de la flexibilidad en cuanto al módulo táctico: don José no se encasilla en ningún esquema rígido, si hay que cambiar algo en medio de un juego, no le tiembla el pulso para hacerlo.
Don José concretó su actuación más convincente como técnico de la selección mayor argentina en un partido clave ante Brasil para clasificar al Mundial de Alemania 2006. La prensa internacional ya hablaba de Brasil como el Dream Team con Ronaldinho y Kaká como figuras. ¿Cómo neutralizarlos? Pékerman decidió armar una línea de 3 defensores e improvisar a Sorín como un doble cinco en la mitad del campo. El resultado fue magnífico, dominio total, victoria concluyente por 3 a 1 y el boleto mundialista en la mano.
Claro que no todas son rosas en la carrera de don José. Una espina bien filosa permanece clavada en el corazón de los hinchas argentinos: la tarde en la que Pékerman dejó sentado a Lionel Messi en el banco de suplentes mientras Argentina se quedaba afuera del Mundial a manos de los alemanes. La pregunta del millón es: ¿Por qué no entró Messi?
El profe Salorio fue testigo directo de esa experiencia y esboza una explicación: “Ese día nos perjudicó el reglamento. Me acuerdo que se lesionó Abbondanzieri y José tuvo que gastar un cambio que no estaba en los planes. Yo estoy seguro de que él pensaba ponerlo en los últimos minutos para aprovechar su velocidad, pero antes tenía una prioridad: sacó a Riquelme, que estaba cansado, y puso a Cambiasso, que tiene buen cabezazo, y después reemplazó a Crespo con Julio Cruz, que también era alto porque la obsesión de Pékerman era controlar el juego aéreo de los alemanes, y fíjate cómo son las cosas: justo nos empataron con un cabezazo de Klose. Al final quedó la sensación de que no lo quiso poner a Messi, pero en realidad fue una contingencia del juego”.
Después de esa dolorosa eliminación por tiros penales, Pékerman renunció de inmediato a su puesto. El no haber clasificado a semifinales era un fracaso personal, y así se lo hizo saber a Julio Grondona, quien intentó por todos los medios de que cambiara su decisión. Pocos saben que el día siguiente de la derrota, don José pasó largas horas analizando frente al televisor ese maldito partido, buscando los porqué de una derrota que revolvió sus fibras mas íntimas: estaba consciente de que había sido el último capítulo de su historia con la selección blanquiceleste.
Fuente: http://www.elheraldo.co/deportes/jose-p ... tbol-65155