¿Personas o conejos?
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¿Personas o conejos?
Por Nicolás Renowitzky Renowitzky
Cuando en segundo de bachillerato estudiaba geografía universal en el Colegio San José, Colombia era el cuarto país más poblado de Latinoamérica, después de Brasil, México y Argentina, este último tenía algo así como dos millones de habitantes más que Colombia. Recuerdo que para ese entonces yo quería que fuera nuestro país el tercero y Argentina el cuarto ‘para ser más importantes’ en el concierto internacional. Hoy Colombia cuenta con casi 46 millones de habitantes y Argentina con algo más de 40. ¡Nos los pasamos y dejamos regados! Y en eso consiste el más grave de nuestros males, los colombianos parecemos más conejos o curíes que humanos. Y no necesariamente significa esto que tengamos más sexo (me hubiera gustado decirlo de otra manera) que los pibes del sur, sino que somos de lejos mucho más irresponsables y que la ignorancia prima en nuestro subdesarrollado pueblo colombiano. Pero no menos cierto es que ha faltado una política de Estado que invierta todos los recursos económicos, sociales, jurídicos y técnicos indispensables para reducir de manera dramática los índices de natalidad, sobre todo en la población más vulnerable a este fenómeno exponencial, como lo es la más pobre e ignorante de nuestro país.
Da rabia leer todos los días en la prensa local y nacional las noticias judiciales. En la crónica roja, cada vez que se relata sobre el joven asesinado, ya sea este un maleante o ‘persona de bien’, o sobre la niña capturada que hace parte de una banda de atracadores, casi sin excepción como parte importante de la noticia se informa que tiene –en el caso de los capturados– o deja, en el caso de los fallecidos, 3, 4 o 5 pelaos, y si es mayorcito, 6, 7, 8 y hasta más hijos! En cualquier país civilizado, la absurda cantidad de hijos –que podría ser quizás la causa para que el sicario o el atracador necesite conseguir plata cómo sea– sería la noticia sociocultural importante, pero aquí pareciera como si la única, siempre repetida en las estadísticas y en los ‘planes de seguridad’ son las policiales y represivas. La de los hombres-curíes o mujeres-conejas no son siquiera comentadas de manera tangencial. Si los colombianos seguimos multiplicándonos como conejos, jamás el Gobierno podrá lograr ninguna meta siquiera aceptable, y la brecha entre pobres y ricos seguirá distanciándose, ya que la población de los primeros crece a una rata muchísimo mayor que la de los segundos, que sí planifican su descendencia de acuerdo a posibilidades económicas y tipo de familia deseada.
Mucho se habla de pobreza extrema, de indigencia, y nos quejamos porque el Gobierno no ha logrado las metas en cuanto a cobertura en salud y educación, así como en el índice de desempleo. ¿Cómo va a lograrlas con una población que crece más rápido que el incremento de cupos escolares, hospitalarios y de puestos de trabajo? Más que las 100.000 casas gratis, lo que necesita Colombia es controlar la natalidad de su pueblo. Si hoy tuviéramos los 40 millones de habitantes que tiene Argentina, gozaríamos de recursos más que suficientes para salud y educación de calidad. Es probable que nuestro déficit de vivienda hoy fuera mínimo, y con menos empleo informal.
Lo único cierto es que la decisión más inteligente y urgente del Estado debería ser la de invertir las sumas que sean necesarias para controlar este crecimiento desmedido de nuestra población, adelantando campañas y diseñando estrategias, como muy seguramente lo han hecho en otros países que han logrado disminuir su tasa de natalidad a niveles lógicos, porque el verdadero desarrollo de un país se logra cuando su población cuenta con un sano equilibrio en su capacidad adquisitiva y calidad de vida, y no con una elevada población imposible de atender, como creía yo de manera equivocada en segundo bachillerato. Aunque la pregunta del millón sería: ¿Por qué el Estado no ha aplicado ningún control eficiente para lograrlo?
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... ejos-78372
Cuando en segundo de bachillerato estudiaba geografía universal en el Colegio San José, Colombia era el cuarto país más poblado de Latinoamérica, después de Brasil, México y Argentina, este último tenía algo así como dos millones de habitantes más que Colombia. Recuerdo que para ese entonces yo quería que fuera nuestro país el tercero y Argentina el cuarto ‘para ser más importantes’ en el concierto internacional. Hoy Colombia cuenta con casi 46 millones de habitantes y Argentina con algo más de 40. ¡Nos los pasamos y dejamos regados! Y en eso consiste el más grave de nuestros males, los colombianos parecemos más conejos o curíes que humanos. Y no necesariamente significa esto que tengamos más sexo (me hubiera gustado decirlo de otra manera) que los pibes del sur, sino que somos de lejos mucho más irresponsables y que la ignorancia prima en nuestro subdesarrollado pueblo colombiano. Pero no menos cierto es que ha faltado una política de Estado que invierta todos los recursos económicos, sociales, jurídicos y técnicos indispensables para reducir de manera dramática los índices de natalidad, sobre todo en la población más vulnerable a este fenómeno exponencial, como lo es la más pobre e ignorante de nuestro país.
Da rabia leer todos los días en la prensa local y nacional las noticias judiciales. En la crónica roja, cada vez que se relata sobre el joven asesinado, ya sea este un maleante o ‘persona de bien’, o sobre la niña capturada que hace parte de una banda de atracadores, casi sin excepción como parte importante de la noticia se informa que tiene –en el caso de los capturados– o deja, en el caso de los fallecidos, 3, 4 o 5 pelaos, y si es mayorcito, 6, 7, 8 y hasta más hijos! En cualquier país civilizado, la absurda cantidad de hijos –que podría ser quizás la causa para que el sicario o el atracador necesite conseguir plata cómo sea– sería la noticia sociocultural importante, pero aquí pareciera como si la única, siempre repetida en las estadísticas y en los ‘planes de seguridad’ son las policiales y represivas. La de los hombres-curíes o mujeres-conejas no son siquiera comentadas de manera tangencial. Si los colombianos seguimos multiplicándonos como conejos, jamás el Gobierno podrá lograr ninguna meta siquiera aceptable, y la brecha entre pobres y ricos seguirá distanciándose, ya que la población de los primeros crece a una rata muchísimo mayor que la de los segundos, que sí planifican su descendencia de acuerdo a posibilidades económicas y tipo de familia deseada.
Mucho se habla de pobreza extrema, de indigencia, y nos quejamos porque el Gobierno no ha logrado las metas en cuanto a cobertura en salud y educación, así como en el índice de desempleo. ¿Cómo va a lograrlas con una población que crece más rápido que el incremento de cupos escolares, hospitalarios y de puestos de trabajo? Más que las 100.000 casas gratis, lo que necesita Colombia es controlar la natalidad de su pueblo. Si hoy tuviéramos los 40 millones de habitantes que tiene Argentina, gozaríamos de recursos más que suficientes para salud y educación de calidad. Es probable que nuestro déficit de vivienda hoy fuera mínimo, y con menos empleo informal.
Lo único cierto es que la decisión más inteligente y urgente del Estado debería ser la de invertir las sumas que sean necesarias para controlar este crecimiento desmedido de nuestra población, adelantando campañas y diseñando estrategias, como muy seguramente lo han hecho en otros países que han logrado disminuir su tasa de natalidad a niveles lógicos, porque el verdadero desarrollo de un país se logra cuando su población cuenta con un sano equilibrio en su capacidad adquisitiva y calidad de vida, y no con una elevada población imposible de atender, como creía yo de manera equivocada en segundo bachillerato. Aunque la pregunta del millón sería: ¿Por qué el Estado no ha aplicado ningún control eficiente para lograrlo?
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... ejos-78372
¡El riesgo es que te quieras quedar! ¡Lo sé, porque me quedé!
Le risque est d'y vouloir rester ! Je le sais, parce que j'y suis resté !
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