El desprestigio de los tres poderes
Règles du forum
Soyez courtois ! / Recuerde ser cortés
Vous pouvez poster vos messages en espagnol / Puede publicar sus mensajes en español
Soyez courtois ! / Recuerde ser cortés
Vous pouvez poster vos messages en espagnol / Puede publicar sus mensajes en español
- Darloup
- Administrateur/Administrador
-
Grand Maitre Gourou/Gran Maestro Gurú
- Messages : 7100
- Inscription : 20 sept. 2008, 01:39
- Prénom : Henry
- Sexe : Masculin
- Emplacement : Barranquilla (Colombie)
- Contact :
El desprestigio de los tres poderes
Por Álvaro De la Espriella Arango
En el país se habla últimamente mucho sobre el tema que es borroso para algunos, subjetivo para otros, demasiado real para infinidad de personas que lo adornan con chismes y mala información y, por último, un tema que produce rasquiña en este medio tan atroz donde la calumnia y la perversidad mental es óptima: el desprestigio de los tres poderes públicos, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, que según los vaticinadores de catástrofes, ¡cómo abundan!, ya tocaron fondo y el país se precipita a un abismo insondable.
Desde que en el siglo tercero antes de Cristo Aristóteles le dio categoría académica, por primera vez, a la teoría de la separación de los poderes públicos, y elevó las formas de gobierno a disciplina filosófica, en un medio en que hablar de estos temas era exótico y atrevido, desde entonces decimos, el mundo no ha encontrado otra clasificación más lógica, más decente, con más sentido común y sobre todo con mayor expresión política de las relaciones del hombre con el Estado. Ni siquiera siglos más tarde pensadores de la talla de Montesquieu, Hegel o Kant pudieron –en sus divagaciones sólidas buscando la esencia del ser humano frente a la autoridad– encontrar clasificación más acorde con la justicia de una participación del individuo en las decisiones de su destino.
Ya en la época moderna las escuelas actuales que analizan el papel del Estado en la vida real de la comunidad, como la alemana, o líderes librepensadores como Rusell o el Churchill de la posguerra, pudieron hacer algunos ajustes a la tradicional postura Aristotélica, para concluir, como concluyó el estagirita en su época, que las instituciones no son las malas, las que se deterioran, las que fenecen, sino los hombres que las componen, sus funcionarios, quienes la dirigen y a veces las destruyen.
Estamos en desacuerdo con quienes critican el funcionamiento de los tres poderes en Colombia, y al afirmar esto nos vamos de frente contra una gran mayoría de opinión, pero analicemos y veamos que los poderes están inmutables, impolutos, firmes. Algunos de quienes los componen han demeritado y no son dignos de formar parte de ellos, pero esto sucede en todas las disciplinas, actividades e instituciones. La mente corrompida, la ignorancia, la politiquería sucia y el maniqueísmo perverso, existen en todos los lugares y entidades.
Pero ahí vemos muy bien sostenidos los tres poderes en Colombia. Y dentro de ellos, ejerciéndolos, una gran mayoría de legisladores pulcros, ejecutivos dignos y magistrados excelentes. El Congreso alberga muchos parlamentarios que honran al país y cuya labor es ahogada por los cantos de los inconformes ciegos. Las leyes que han aprobado en los últimos tres años son de una trascendencia republicana inmensa, que a la larga obtendrán múltiples cambios y beneficios en la sociedad. En el Ejecutivo hay funcionarios maravillosos y uno que otro paquete que no puede empañar la labor colectiva. En las altas Cortes y el Consejo de Estado el país conserva dignatarios de las más altas calificaciones éticas y académicas, y la seriedad de su trabajo se ve públicamente a diario en muchas de sus actuaciones. Hay desde luego magistrados ineficaces y quizás indiferentes con la moral profesional, pero en una gran mayoría son funcionarios que enorgullecen al país.
Entonces no nos pasemos la vida escarbando en los defectos y faltas de los demás, deporte nacional, sin darnos cuenta del dragón que tenemos en el ojo propio. Para construir no hay que levantar cimientos sobre las miserias humanas sino sobre las cualidades y virtudes de los hombres.
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... eres-82277
En el país se habla últimamente mucho sobre el tema que es borroso para algunos, subjetivo para otros, demasiado real para infinidad de personas que lo adornan con chismes y mala información y, por último, un tema que produce rasquiña en este medio tan atroz donde la calumnia y la perversidad mental es óptima: el desprestigio de los tres poderes públicos, Legislativo, Ejecutivo y Judicial, que según los vaticinadores de catástrofes, ¡cómo abundan!, ya tocaron fondo y el país se precipita a un abismo insondable.
Desde que en el siglo tercero antes de Cristo Aristóteles le dio categoría académica, por primera vez, a la teoría de la separación de los poderes públicos, y elevó las formas de gobierno a disciplina filosófica, en un medio en que hablar de estos temas era exótico y atrevido, desde entonces decimos, el mundo no ha encontrado otra clasificación más lógica, más decente, con más sentido común y sobre todo con mayor expresión política de las relaciones del hombre con el Estado. Ni siquiera siglos más tarde pensadores de la talla de Montesquieu, Hegel o Kant pudieron –en sus divagaciones sólidas buscando la esencia del ser humano frente a la autoridad– encontrar clasificación más acorde con la justicia de una participación del individuo en las decisiones de su destino.
Ya en la época moderna las escuelas actuales que analizan el papel del Estado en la vida real de la comunidad, como la alemana, o líderes librepensadores como Rusell o el Churchill de la posguerra, pudieron hacer algunos ajustes a la tradicional postura Aristotélica, para concluir, como concluyó el estagirita en su época, que las instituciones no son las malas, las que se deterioran, las que fenecen, sino los hombres que las componen, sus funcionarios, quienes la dirigen y a veces las destruyen.
Estamos en desacuerdo con quienes critican el funcionamiento de los tres poderes en Colombia, y al afirmar esto nos vamos de frente contra una gran mayoría de opinión, pero analicemos y veamos que los poderes están inmutables, impolutos, firmes. Algunos de quienes los componen han demeritado y no son dignos de formar parte de ellos, pero esto sucede en todas las disciplinas, actividades e instituciones. La mente corrompida, la ignorancia, la politiquería sucia y el maniqueísmo perverso, existen en todos los lugares y entidades.
Pero ahí vemos muy bien sostenidos los tres poderes en Colombia. Y dentro de ellos, ejerciéndolos, una gran mayoría de legisladores pulcros, ejecutivos dignos y magistrados excelentes. El Congreso alberga muchos parlamentarios que honran al país y cuya labor es ahogada por los cantos de los inconformes ciegos. Las leyes que han aprobado en los últimos tres años son de una trascendencia republicana inmensa, que a la larga obtendrán múltiples cambios y beneficios en la sociedad. En el Ejecutivo hay funcionarios maravillosos y uno que otro paquete que no puede empañar la labor colectiva. En las altas Cortes y el Consejo de Estado el país conserva dignatarios de las más altas calificaciones éticas y académicas, y la seriedad de su trabajo se ve públicamente a diario en muchas de sus actuaciones. Hay desde luego magistrados ineficaces y quizás indiferentes con la moral profesional, pero en una gran mayoría son funcionarios que enorgullecen al país.
Entonces no nos pasemos la vida escarbando en los defectos y faltas de los demás, deporte nacional, sin darnos cuenta del dragón que tenemos en el ojo propio. Para construir no hay que levantar cimientos sobre las miserias humanas sino sobre las cualidades y virtudes de los hombres.
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... eres-82277
¡El riesgo es que te quieras quedar! ¡Lo sé, porque me quedé!
Le risque est d'y vouloir rester ! Je le sais, parce que j'y suis resté !
Le risque est d'y vouloir rester ! Je le sais, parce que j'y suis resté !