Bajón en favorabilidad del presidente Santos

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Bajón en favorabilidad del presidente Santos

Message : # 4004Message Darloup »

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Juan Manuel Santos, presidente.


Por Katherine Diartt Pombo

De acuerdo con la encuesta ‘Colombia Opina’, realizada por RCN y la revista Semana, la imagen del presidente Juan Manuel Santos se ha visto afectada por la decisión de la Corte Internacional en La Haya sobre San Andrés.

Según la medición, la imagen favorable del Presidente descendió de un 60% a un 45% en tan solo un mes, así las cosas, su desfavorabilidad se elevó a un 49%.

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Siguiendo esa misma tendencia, solo un 32% de los colombianos está de acuerdo con la reelección del primer mandatario, mientras que un 61% se muestra en desacuerdo con la idea.

Cuando los encuestados fueron consultados sobre cuáles consideran que son los problemas que más aquejan al país, el desempleo y la inseguridad ciudadana fueron las respuestas mencionadas con mayor frecuencia, marcando un 37% y 33%, respectivamente. Si se revisan los resultados arrojados por las 3 últimas ediciones de ésta encuesta, se puede notar que dicha percepción ha sido una constante durante el año 2012. Tanto el desempleo como la inseguridad ciudadana han figurado como las más nombradas por los colombianos.

De acuerdo con un 69% de los encuestados las cosas en Colombia van por “mal camino”, mientras que solo un 31% considera que marchan por “buen camino”, lo cual resulta llamativo teniendo en cuenta que cuando este instrumento fue aplicado en el mes de septiembre el resultado fue más positivo para el Gobierno Nacional, pues un 52% de los colombianos percibieron que el país andaba por el rumbo acertado.

Con respecto a la economía, un 36% percibe que el país marcha “igual de mal”.

Por otro lado, ante la pregunta sobre si el Congreso de la República está haciendo las “cosas correctas”, solo un 20% confía en que sí. La medición también reflejó que solo un 19% considera que la Justicia Colombiana está haciendo las “cosas correctas”, la cifra podría deberse al paro judicial nacional.

Fuente: http://www.elheraldo.co/noticias/politi ... ntos-91332
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El triciclo del presidente Santos

Message : # 4007Message Darloup »

Por Alberto Martínez M.

Comprendo, señor Presidente, que esté lamentando la pérdida de una parte del territorio, así sea éste en aguas que ni usted ni nosotros imaginamos un día navegar.

Atormentado, como todos, por el fantasma centenario de la vergonzante pérdida de Panamá, habrá resentido que la travesía de once años por los tribunales internacionales terminara justamente en su gobierno. Y de esa manera.

No importa que San Andrés sea como la metáfora del triciclo en el último rincón de la casa (el niño no lo usa porque desde hace algún rato le perdió la gracia, pero cuando alguien intenta rescatarlo de su silencio, entonces grita que el triciclo es suyo). Igual, duele.

Tampoco interesa que la preocupación por los bancos de pesca de los nativos sanandresanos sea un fenómeno reciente que no convence ni a la opinión pública ni a los propios pescadores. Para todo los efectos, ese triciclo también es nuestro.

Es entendible, inclusive, que le preocupe su imagen. Ceder un ápice en la altivez nacionalista, es permitir que sus críticos llenen las redes sociales de las bravuconadas que gustan a algunos y minen la popularidad que tanto le ha costado recuperar. En este sentido nos explicamos, inclusive, que haya levantado la voz, como nunca, y obtenido, de paso, la reconciliación con el jefe de los guapetones.

Pero ni la tribulación de país ni la perturbación de poder, puede llevarnos a perder la esencia. Ni la suya como estadista sensato ni la de la Colombia como nación respetuosa del derecho.

Ya improvisamos una vez. Despreciamos a Nicaragua porque creíamos que era un país menor. Y mientras nosotros centrábamos la defensa en los límites del meridiano 82, el pool de abogados de aquel país apeló a otras posibilidades del derecho internacional, que al final le dieron 75.000 kilómetros cuadrados de mar. La demanda número 13 que ganan ante la Corte Internacional.

Ahora nos retiramos del Pacto de Bogotá, que si bien tiene como razón estratégica la protección del país frente a las reclamaciones de Costa Rica, Honduras, Jamaica y Panamá, declara la incompetencia de los abogados nacionales frente a los laudos arbitrales, en sujeción de la mejor persuasión jurídica los vecinos.

Tal decisión generó cierto beneplácito entre los ciudadanos, con lo cual queda a salvo, señor Presidente, su popularidad; pero nos deja ante una tirante relación bilateral, que no descarta tensiones bélicas con un país de tradición provocadora.

Ello, para empezar, no habla bien de un país que le apuesta a un proceso de paz interno, pero, más allá, tiende un interrogante: ¿Está nuestro ejército preparado para una guerra regular, si bien su experiencia se ha desplegado históricamente alrededor de una guerra de guerrillas? Ahí también podríamos estar improvisando.

En cambio, Colombia se ha caracterizado por la eficiencia de su diplomacia. La ha probado en distintos escenarios, inclusive, allí mismo en Centroamérica.

En tanto esta parece una opción con más certezas, ¿no cree que es mejor sentarnos a negociar con los países que comparten nuestras fronteras, no para obtener ni hacer concesiones de soberanía, sino para buscar la forma de compartir el triciclo amado?

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... ntos-91256
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Por cuenta de La Haya, Santos vive su peor momento

Message : # 4009Message Darloup »

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Los sanandresanos marcharon por las calles después de saber el fallo de la CIJ de La Haya.


Por Óscar Montes

Ni los más pesimistas integrantes del Gobierno, empezando por el presidente Juan Manuel Santos y los miembros de su gabinete, se llegaron a imaginar la magnitud del ‘tsunami’ que ocasionó el fallo del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya en materia política y de aceptación por parte de los colombianos.

Y es que los resultados de las últimas encuestas, entre ellas la de Ipsos Napoleón Franco –realizada para RCN Radio y Televisión, La FM y revista Semana– muestran un desplome en la imagen presidencial y un desánimo generalizado por parte de la gran mayoría de los colombianos, ambos relacionados con el trascendental veredicto emitido desde La Haya.

Es decir que Colombia no solo perdió 75.000 kilómetros cuadrados de mar en el archipiélago de San Andrés, sino que Santos también empezó a perder posibilidades reales de ser reelecto, pues su favorabilidad pasó del 60 por ciento en septiembre a tan solo el 45 por ciento en la última medición, cuya recolección de información se hizo después de conocido el fallo de La Haya.

El costo político que está pagando Santos es muy alto, aunque también hay que reconocer que no es el único responsable del funesto resultado para la soberanía nacional, puesto que por lo menos tres gobiernos anteriores tienen culpabilidad directa en el zarpazo que acabamos de sufrir en nuestro mar territorial.

Lo que realmente le están cobrando los colombianos a Santos es el manejo errático del tema, tanto es así que hoy nadie sabe qué piensa el Gobierno, concretamente el Presidente, y qué solución les va a ofrecer a los colombianos, especialmente a los habitantes de San Andrés y todo el archipiélago.

Juan Manuel Santos quedó en el peor de los mundos

Si se tratara de encontrar al gran damnificado del fallo del Tribunal de Justicia de La Haya no hay duda de que ese es Juan Manuel Santos, quien ahora tendrá que remar muy duro para recuperar los 15 puntos que perdió por cuenta del polémico veredicto. A ello se suma que, según la encuesta de Ipsos Napoleón Franco, el 54 por ciento de los colombianos se declaró insatisfecho con la gestión realizada por el Jefe del Estado. Santos quedó, pues, en el peor de los mundos en materia de aceptación por parte de los colombianos. En el caso de Santos, estos dramáticos resultados tienen nombre propio: no a la reelección.

Tanto es así que el 61 por ciento de los encuestados manifestó abiertamente que no respaldará el nombre del actual mandatario para un segundo período. El impacto del fallo, cuyo resultado adverso no estaba en los planes de la Cancillería, que ni siquiera había considerado ese escenario, produjo un ‘estado de nervios generalizado’ en el alto Gobierno hasta el punto que pocos saben qué está pensando realmente Santos: ¿Desacatar el fallo? ¿Dilatar su aplicación? ¿Entenderse directamente con Daniel Ortega para firmar acuerdos bilaterales?

¿Y dónde está el piloto?

Si Santos puede considerarse el gran damnificado del fallo de La Haya, el país es el gran perdedor, pues la decisión del alto tribunal internacional elevó de inmediato los niveles de pesimismo de los colombianos, hasta el punto de que tan solo el 31 por ciento cree que el país va por buen camino.

Ello significa que el restante 69 por ciento piensa que el país va por mal camino y el responsable de ello no es otro que quien está al frente del barco. En otras palabras, los colombianos están a la espera de que asuma el control y envíe señales en el sentido de que la situación, aunque delicada, está bajo control. Y eso es lo que, al menos hasta ahora, no se nota.

Todo lo contrario: el Santos que hemos visto los colombianos luce nervioso, dubitativo y desbordado por la situación. Retirarse del Pacto de Bogotá de 1948, por ejemplo, fue una decisión acertada, pero su anuncio fue percibido por la opinión pública como tardío, pues no entendió que de lo que se trata es de no seguir perdiendo mar territorial y no de recuperar el que ya se perdió por cuenta del fallo.

Más acción y menos palabras con respecto a San Andrés

De acuerdo con la encuesta de RCN Radio y Televisión, La FM y revista ‘Semana’, el 92 por ciento de los sanandresanos no quieren que el Gobierno acate el fallo del Tribunal de La Haya. De hecho, la manifestación de la semana pasada en la Isla fue interpretada no solo como un rechazo al veredicto, sino como una manifestación de soberanía por parte de los habitantes de las islas.

El 83 por ciento del resto de los colombianos también se oponen a la aceptación del fallo. La indignación de los colombianos en general y de los isleños en particular debe encontrar respaldo en el alto Gobierno no con palabras, sino con hechos concretos. El primer indignado con lo que ha pasado debe ser el Presidente de la República y dicha indignación debe traducirse en hechos concretos.

La emergencia económica –anunciada por Santos en plena crisis– aún sigue sin concretarse y es bastante probable que termine enredándose en los vericuetos de la burocracia oficial. Mientras tanto, los sanandresanos siguen navegando en el mar de la incertidumbre. ¿Por qué Santos no designa un alto consejero presidencial que sirva de puente con su despacho y se ocupe de gestionar directamente con el alto Gobierno todos los asuntos de la Isla? ¿Por qué el Gobierno no diseña y ejecuta un plan de desarrollo que les permita a los isleños poner en marcha programas de pesca artesanal que garanticen su supervivencia y una mejoría notable en sus ingresos? Es hora de que el Gobierno pase de las palabras a los hechos.

Se enredada el proceso de paz

Cuando en septiembre pasado se concretaron los diálogos de paz con las Farc, los colombianos reaccionaron positivamente a los anuncios. De hecho, Santos logró en esa oportunidad romper la tendencia negativa que venía mostrando en las encuestas hasta el punto de que subió considerablemente en los niveles de aceptación.

Pero ocurre que el ‘tsumani’ de La Haya también terminó arrastrando el optimismo de los colombianos con respecto al futuro de las conversaciones con las Farc, hasta el punto de que el respaldo a las mismas pasó del 77 al 57 por ciento.

Es decir, a Santos se le desplomó la imagen, se le complicó la reelección y se le enredó la negociación con las Farc, todo por cuenta del fallo del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, algo en lo que, para ser justos, tan solo es responsable en parte, pues es evidente que los gobiernos anteriores son tanto o más responsables que el propio Santos, cuya gran responsabilidad ha radicado en el manejo errático que le ha dado a la crisis desde que la misma empezó.

Fuente: http://www.elheraldo.co/noticias/politi ... ento-91533
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“Desfallecidos”

Message : # 4011Message Darloup »

Por Rudolf Hommes

La imagen favorable y el nivel de aprobación de la gestión del presidente Santos han sufrido a causa del fallo de la Corte Internacional de La Haya, que indujo un sentimiento de duelo por la pérdida de nuestro mar que posiblemente no tiene precedentes recientes, con excepción quizás del dolor que causó la tragedia de Armero y la toma del Palacio de Justicia.

El duelo que ha provocado este fallo de la Corte ha venido acompañado de una sensación de impotencia, de debilidad frente a un poder que no habíamos detectado y frente al cual no supimos inicialmente cómo reaccionar. El mismo Gobierno anduvo atontado, sin saber qué hacer.

Lo que experimentamos colectivamente es lo que sienten los débiles cuando son víctimas de una injusticia. Un conocido sociólogo decía que el principio de justicia distributiva es difícil de definir, pero se sabe cuando se viola porque provoca entre los afectados el comportamiento que se conoce como rabia, en este caso contenida porque el responsable de la injusticia es una corte a la que respetábamos.

Como perritos de Pavlov, cada vez que nos decían “conflicto” reaccionábamos con “sujeción al derecho internacional”, lo que inducía una sensación de alivio que nos sirvió para mantener la calma y algo de compostura durante el largo conflicto de límites que se ha tenido con Venezuela.

Este condicionamiento dio pie para que consideráramos ‘expertos internacionales’ a los que hoy estamos tildando de ineptos porque se confiaba implícitamente que el derecho internacional protegía a Colombia y que esa era la ciencia que ellos manejaban. Ambas cosas dejaron de ser ciertas un lunes por la mañana, cuando se hizo evidente la necesidad de hacer algo distinto y de cambiar de equipo.

El problema es que saliéndonos de la zona de confort que inducía la sujeción al derecho internacional no estamos seguros de cuál es el curso a seguir.

Hay una percepción mayoritaria de que se cometió una injusticia con Colombia, de que el fallo no fue equitativo, un sentimiento de pérdida y una voluntad de no aguantar ese golpe sentados. Los habitantes del archipiélago de San Andrés y Providencia sienten que no fueron tenidos en cuenta como representantes de una cultura con identidad propia y en su calidad de guardianes de la biósfera y de un patrimonio de humanidad que ha sido cruelmente cercenado por la Corte.

Se necesitaba un acto simbólico para disipar ese sentimiento de impotencia y canalizar productivamente esa rabia contenida. El Gobierno, razonablemente, decidió retirar a Colombia del Pacto de Bogotá en respuesta a estas reacciones de la opinión pública y al peligro de que Nicaragua escale sus pretensiones y las lleve a la misma Corte de La Haya.

Este ha sido un acto mesurado de protesta porque deja claro el disgusto que ha provocado el fallo, y le retira a la Corte la confianza.
En algunos círculos ha causado bastante inquietud.

Los legalistas tradicionales y los intelectuales preferirían que se acate el fallo porque temen que se opte por una solución patriotera e irracional, o que se ponga en peligro la negociación con las Farc.

También ha dejado insatisfecho a un segmento importante de la opinión pública al que no le sirve nada diferente de rechazar el fallo.

El Presidente ha dicho claramente que no se acepta el fallo hasta que los derechos de los habitantes de las islas estén defendidos, y ha emprendido una ofensiva diplomática encaminada a involucrar a Nicaragua en un proceso de negociación.

Ese puede ser un curso prometedor si Nicaragua acepta la mano tendida, envuelta en el guante de seda que no oculta el puño de hierro.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... idos-91509
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Message : # 4013Message Darloup »

Por Abelardo De La Espriella

Tenía toda la intención de dedicarle al espíritu navideño y demás asuntos nobles del alma mis artículos del mes de diciembre, pero la verdad es que hoy debo hacer una excepción porque nuestra realidad es tan patética que no puedo sustraerme del acontecer nacional.

El terrible destino de Colombia me obliga indefectiblemente a regresar al cauce de ese río turbulento que nos correspondió por patria.

Da tristeza y rabia percatarse de la falta de consistencia, coherencia y corazón del Gobierno encabezado por Juan Manuel Santos. Un día dicen una cosa, al otro cambian de opinión.

No son ‘ni chicha ni limoná’. Los planteamientos son sustancialmente distintos de las ejecutorias –si es que hay alguna–, y las ideas se negocian, dependiendo de la coyuntura. Y digo también que le falta corazón a Santos y a su gente, porque parecen estar libreteados todo el tiempo. No hay mística, magia, amor, o por lo menos no se les nota en lo más mínimo.

La impostura es la constante de este Gobierno: no hay el menor asomo de sinceridad, parece haber cartas ocultas en todo lo que hacen.

La sensibilidad necesaria para el ejercicio del poder (cuando se hace correctamente) ha sido remplazada por el frío cálculo del tahúr, cálculo que, por cierto, no ha servido de nada a juzgar por el estropicio ocasionado por la decisión de la Corte Internacional de Justicia con respecto a San Andrés; la situación de orden público, que es cada día peor; el paro judicial, que no termina; la falta de arranque de las tales locomotoras de la prosperidad y el descojone de InterBolsa, entre muchas otras fatalidades.

La actitud asumida por el Presidente luego del fallo de la Corte Internacional de Justicia fue absolutamente errática. Primero, habló de desconocer la decisión; posteriormente, de incumplirla en tanto se garantizaran los derechos de los colombianos residentes en esa zona; señaló también la posibilidad de abandonar el tratado que le da vida a la jurisdicción de la Corte Internacional en Colombia, y ahora anda pendiente de una reunión con Daniel Ortega, el sátrapa.

Antes de conocer el fallo se llenaba la boca diciendo que era respetuoso de la ley sobre la base de que no perderíamos lo que perdimos. Resultó mal perdedor el hombre, para completar el cuadro.

La posición de Santos frente al problema de la recolección de basuras en Bogotá y la ‘genial’ idea del incomprendido Gustavo Petro no fue menos vergonzosa: en un principio, mandó a sus cancerberos, Gina Parody y el Superintendente de Servicio Públicos, a fustigar a Petro y a allanar las oficinas de la empresa de acueducto; después de lo anterior, se entrevistó con Petro y le pareció que la propuesta del Alcalde era ‘la machera’, como dicen en Bogotá.

El paso del Presidente por el mundo de los medios lo lleva equívocamente a creer que es mejor estar en sintonía con los directores de los periódicos, canales de televisión y emisoras, que con las necesidades del pueblo.

La verdad es que la información de prensa no revela la percepción real que del Gobierno tienen los ciudadanos. La fractura entre el dicho de los editoriales y la posición del vecino de a pie salta a la vista. La última encuesta nacional sobre la aprobación de la gestión del Presidente da cuenta de ello.

Santos se creyó el cuento de que estaba preparado para gobernar y se ha encontrado con una realidad que lo supera, abruma y avasalla.

Le está quedando grande a Juan Manuel Santos la difícil tarea que escogió, sobre todo por la absurda idea de pretender quedar bien con todo el mundo y no asumir posiciones coherentes y sostenibles.

La verdad es que nadie está preparado para manejar semejante manicomio, pero la consistencia entre lo que se piensa y lo que se hace ayuda a sobrellevar las cosas.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... guao-91510
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