El café: la dura ley de los mercados

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El café: la dura ley de los mercados

Message : # 4244Message Darloup »

Por Jairo Parada

A mis estudiantes de Economía Colombiana en el Caribe Colombiano el tema del café les parecía siempre exótico y poco relevante. En la Costa sólo tenemos café en la Sierra Nevada y zonas del Perijá en el Cesar y La Guajira. Pero aún así, como nos enseñó Luis Eduardo Nieto Arteta, un historiador barranquillero, no se puede entender la evolución de la economía colombiana sin haber entendido el papel que jugó el café en ella.

En el siglo pasado, el café representaba el 75% de las exportaciones colombianas, mientras que hoy apenas es el 5% de las mismas. La Federación de Cafeteros era el semillero de los presidentes, y por ello, sorprende que esta crisis haya cogido de sorpresa al gobierno de Santos, cuando muchos de sus altos funcionarios y el mismo presidente vienen del sector.

La crisis actual es el resultado de la dura ley de los mercados, las leyes de la oferta y la demanda. Con el fin del Pacto Cafetero desde 1989, el mercado mundial del café es el que determina los precios del grano. Después de una relativa bonanza del 2002 al 2010, el precio del café se ha desplomado en un 50%. Brasil y Vietnam, contando con un gran apoyo estatal y una política agresiva del consumo doméstico en Brasil, han venido expandiendo su oferta cafetera en forma irresistible. Lo curioso es que en Colombia, en los últimos años se ha venido reduciendo la producción cafetera de 12,5 millones de sacos en el 2007 a apenas 7,8 millones en 2011. Aun peor, Colombia importa 300.000 sacos de café al año para cumplir con sus compromisos. Por otro lado, las leyes duras del mercado y la competencia capitalista también han operado al interior del sector: se estima que un 10% de las fincas más grandes controlan el 70% de la producción cafetera.

De esta forma, la mayoría de los 500,000 cafeteros se encuentran bien empobrecidos, agobiados por el alza de los insumos químicos por un lado, y la revaluación del peso por el otro. Así, dos millones de colombianos se encuentran afectados duramente.

Desde hace dos años el gobierno de Santos ha redireccionado en préstamos y subsidios al sector unos $5 billones. Ello ha sido insuficiente pues los caficultores demandan un precio de la carga de $800.000 lo cual implicaría un subsidio fiscalmente imposible de cubrir, pues actualmente el subsidio que ya se ha ofrecido en las negociaciones sería de $90.000 por carga, mientras los cafeteros demandan unos $180.000 adicionales, lo cual es fiscalmente insostenible. La pregunta de fondo es: ¿por qué cuando hay bonanza ella les pertenece a los cafeteros y si hay pérdidas se socializa con los tributos de todos los colombianos? Lo mismo habría que hacer con el algodón, la carne, la leche, el arroz, etc., y así nos iríamos por el despeñadero fiscal.

Lo que debemos aprender de esta crisis es que los TLC y la globalización nos imponen la dura ley de los mercados, y éstos no tienen ningún corazón. Por ello, el Estado, a la par que se apunta a ese libreto, tiene que ir construyendo los cinturones de protección social pues son 600 municipios afectados. Créditos, menor revaluación, investigación y renovación cafetera a los pequeños debe ser la salida. Pero regalos a diestra y siniestra no parece muy factible.

Fuente: http://www.elheraldo.co/noticias/econom ... dos-102156
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Café amargo y Rebelión

Message : # 4262Message Darloup »

Por Édgar Polo

Los productores de café en Colombia, ante una situación muy difícil, paralizaron el país para exigirle soluciones al Gobierno Nacional. Producir una carga de café cuesta 700 mil pesos y solo reciben en pago 510 mil, en consecuencia trabajan a pérdida. Por lógica, un negocio que no produce ganancia debe cerrarse, el problema es que detrás están 600 mil familias que desde hace más de cinco generaciones están en esta actividad, es lo que saben hacer y lo único que tienen, es un gravísimo problema social.

¿Cuándo se origina el problema y por qué el Gobierno debe darle solución? En 1989, con ocasión de la ruptura del Acuerdo Internacional del Café que por algo menos de 25 años rigió el mercado del grano. En el interregno, Colombia cumplía con una cuota que le proporcionaba parte importante del mercado a buen precio y le garantizaba importantes ingresos en dólares. Simultáneamente, la regulación del mercado cambiario por el sistema crawling peg, Decreto 444, el de la devaluación gota a gota, garantizaba a los productores pingües utilidades. El país llegó a producir 16 millones de sacos de café arábigo. Al romperse el pacto hay que competir en calidad y precio, y ahí es cuando comienza el viacrucis. Hoy producimos menos de 8 millones de sacos, mientras Brasil y Vietnam triplicaron su producción.

Nos estrellamos contra el mundo cuando comienza la competencia, porque no estábamos preparados. Colombia, que se había posicionado gracias a la ventaja comparativa, la que generan las condiciones naturales, no tenía idea de la ventaja comparativa que es el factor determinante del éxito en el comercio internacional. ¿Qué había pasado en el entretanto? Que el Gobierno Nacional y la Federación de Cafeteros –quienes manejan de consuno la actividad cafetera– feriaron los ingentes recursos generados por la bonanza cafetera en diversos negocios que terminaron en ruina: el Banco Cafetero, antigua Avianca, Flota Mercante Grancolombiana, Ingenio Risaralda, Aces y la Corporación Nacional de Turismo. Además, una costosa e ineficiente burocracia nacional e internacional: Juan Manuel Santos vivió 10 años en Londres por cuenta de los cafeteros, estudiando: Futuros del Café. La perla fue el gasto a rodos para posicionar el emblema Café de Colombia, que llegó a ser tan conocido como el logo de Coca-Cola, con la diferencia que mientras esta es un producto de consumo inmediato, el otro era solo el logo para un commodity sin proceso al que la Lonja de Internacional de Tostadores y sus asociados convertían en café de marca, tipo Starbucks, que lo transforma en bebidas, galletas, confites, postres, helados, regalos, etc. todos con excelente aceptación. En Colombia, recientemente resolvieron procesar el grano a través de la marca Juan Valdez, para capitalizar algo de la imagen ociosa.

Nuestra producción es costosa, le generalidad de las fincas son minifundios entre una y tres hectáreas que impide generación de economías de escala, nuestra variedad es vulnerable a la roya y otras plagas, los insumos para el cultivo son costosos. De otra parte, la revaluación de la tasa de cambio los revienta. La única solución pasa por facilitar la salida de los productores definitivamente ineficientes y una reconversión de la industria con los que queden. En la bonanza, con el dinero feriado se hubiera transformado la industria y hoy seríamos reyes del mercado internacional. Hoy, eso vale bastante pero es menos malo que botar la plata en subsidios que no resuelven nada. El Gobierno pretendió satanizar la protesta al calificarla de “rebelión antisantista”, pero la conjuró con el gasto de casi un billón de pesos abriendo una tronera que va a causar una hemorragia fiscal –ya hacen cola los bananeros, lecheros, arroceros, palmeros, etc.– que agota los recursos para Capital Humano, incrementará la pobreza y de paso nos traslada a todos los costos de la improvidencia.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... ion-103116
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