Cópula y espejos

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Darloup
 
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Cópula y espejos

Message : # 5424Message Darloup »

Por Thierry Ways

Escribía Borges, en uno de sus cuentos más perfectos, que en un país imaginario llamado Uqbar, los espejos y la cópula eran considerados abominables, porque multiplican el número de los hombres.

Algo parecido podría decirse de la burocracia, que multiplica el número de las instituciones de los hombres. De la burocracia en todas sus formas: la que le complica la vida al ciudadano con trámites innecesarios y diligencias absurdas, la que agota la paciencia de los enfermos y los pensionados en colas interminables y, especialmente, la que agranda el tamaño y la complejidad del Estado y lo vuelve paquidérmico e ineficiente.

Se trata en parte de un mal necesario, producto de la expansión de la población mundial y de la variedad de servicios que deben prestar las instituciones públicas y privadas. No es lo mismo atender a miles de personas que a millones. Pero las sociedades tienen que buscar maneras de encauzar ese crecimiento poblacional para que no abrume la capacidad del Estado y, sobre todo, dejar de pensar que éste debe proveer la solución a todas las dificultades de la vida comunitaria.

En Colombia, tendemos a exigir que el Estado arregle todos los problemas que no somos capaces de autorregular o de solventar con instituciones civiles. Para cada dilema pedimos una nueva agencia, para cada agravio una nueva ley. Esa es la marca de una democracia aún rústica e imperfecta. Olvidamos que estamos poniendo en manos de la más lenta, corrupta e inexperta de nuestras instituciones –el aparato estatal– la solución de algunos de los problemas más duros de resolver.

Las sociedades fuertes arreglan muchos asuntos gracias a los valores y la vigilancia comunitaria, mucho antes de que lleguen a los juzgados o las cortes. La burocracia, en cambio, responde a las exigencias de los ciudadanos de la única manera que sabe hacerlo, que es creando más burocracia, más leyes y más agencias. Cada una de ellas demanda su propia nómina y presupuesto, y con el paso del tiempo van adquiriendo el poder político para garantizar que sigan existiendo, aun si las situaciones que motivaron su creación han mutado o desaparecido. Así, se multiplican caleidoscópicamente normas y entidades, y el tamaño del Estado crece año tras año, como también su consumo feroz de recursos. Como esos recursos provienen, al fin y al cabo, de los bolsillos de todos, las personas y las empresas, nuestro Estado es como un organismo parasitario que eventualmente dominará y rebasará el tamaño de su huésped, hasta extenuarlo.

La burocracia nunca retrocede, solo se multiplica. No existe en nuestra nación un mecanismo para controlarla, mucho menos para reducirla. A mi me gustaría ver, por ejemplo, una ley (sí: una más) que cada cinco años escogiera el 10% de las instituciones de peor desempeño y de las leyes menos funcionales y las aboliera automáticamente, sin recurso. Se generaría una competencia sana entre las entidades públicas para evitar ser una de las que caigan bajo la guadaña. Depuraría a la nación de sus instituciones más decrépitas y, como una reacción inmunológica, o como las purgas a las que se someten algunas personas de tanto en tanto, fortalecería el organismo.

Fuente: http://www.elheraldo.co/columnas-de-opi ... jos-141250
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