Por Cecilia López Montaño
Colombia, a través del presidente Santos, quiere ocupar un papel destacado en la política internacional de América Latina. La Cumbre de las Américas le ha abierto esta oportunidad, pero se requieren muchos pasos más para consolidar ese liderazgo.
El más importante es sin duda no tener que ocultar una de nuestras realidades y vergüenzas, la gran pobreza, la desigualdad y la informalidad. En síntesis: no tener que esconder a los pobres, como se ha hecho en esta ocasión. Cómo será la dimensión de estos problemas, incluyendo la inseguridad, que Cartagena ha estado prácticamente paralizada, lo que ha despertado la protesta precisamente de los que viven de la informalidad, los pobres.
Y esto sucede en la joya de la corona de Colombia, en la ciudad que ostenta el mayor nivel de precariedad de su gente en el concierto nacional.
Un reciente artículo de EL HERALDO plantea la siguiente pregunta: ¿De Cartagena vino una “cumbre de indigentes”? Por fortuna no se comprobó esta hipótesis, pero en el mismo periódico, Óscar Montes señaló el domingo que uno de los puntos negros del manejo de la Cumbre ha sido el reconocimiento de la sacada de los pobres de los puntos críticos de la visita de los mandatarios del Continente, lo que se deduce de las palabras del Alcalde de Cartagena: “se recogieron los indigentes de la ciudad y fueron trasladados a un sitio donde se van a sentir muy bien”.
Si Colombia, en Cartagena o cualquier otro sitio del país, quiere ser la sede de eventos internacionales y mostrar un liderazgo regional, en vez de esconderlas, tiene que resolver las graves características de la sociedad colombiana, que para la dirigencia nacional son simplemente parte del panorama. Lo que les parece normal a ese 5% de ricos –que viven mejor que los europeos porque se benefician de mano de obra disponible a su servicio– escandaliza a los líderes internacionales que queremos convencer sobre las bondades del país. Una informalidad del 70% como registran las ciudades de la Costa solo demuestra que el alto crecimiento económico no ha sido capaz de beneficiar con trabajos decentes a toda nuestra gente. Y aunque los índices de pobreza se han reducido, siguen siendo muy altos y tenemos la peor concentración del ingreso del Continente.
No es posible seguir escondiendo la pobreza, la desigualdad, la informalidad. Lo que se requiere es resolverlas ya. Desafortunadamente las políticas públicas, la cacareada responsabilidad social del sector privado, no lo han logrado. La razón es muy simple: nuestra sociedad no se ha comprometido seriamente con este propósito sino que, en el mejor de los casos, trata de aliviar estos problemas pero no resolverlos. ¿Por qué?
Muy simple: para ser una sociedad realmente igualitaria y formal se requieren cambios estructurales que reduzcan privilegios a unos sectores que siempre han estado demasiado cerca al poder y se han beneficiado de él. Una verdadera reforma tributaria que aumente los recursos del Estado y ponga a pagar impuestos a los individuos ricos; una reforma rural para que elimine la peor concentración de tierras posible; educación pública de primer lugar para cerrar la brecha educativa. Transformaciones productivas en la industria, en el campo y en servicios, para que el país compita, y su población, con su trabajo, viva dignamente.
Bienvenida la iniciativa para que Colombia sea un líder en la región. Pero dejemos de esconder a los pobres y más bien encontremos soluciones reales a la pobreza que nos acongoja.
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... bres-64070