Historia de un niño que no nació por culpa de las Farc

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Darloup
 
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Historia de un niño que no nació por culpa de las Farc

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Martha Yadira Tapiero esperaba su primer hijo.


Por John Montaño

El primer hijo de Martha Yadira se iba a llamar José Edwin, pero murió en su vientre.

De haber nacido, su nombre habría sido José Edwin Trujillo Tapiero. Sus padres, primerizos, casi dos niños también, Edwin Fernando Trujillo, de 16 años, y Martha Yadira Tapiero Mesa, de 18, recién cumplidos, estarían jugando con él, rodeado de primos y tías, en su mayoría madres jóvenes solteras.

Hubiera sido el quinto nieto de Orfilia Mesa de España, una lavandera, de 53 años, cabeza de un matriarcado conformado por 9 hijos, que tuvo en dos matrimonios.

José Edwin, para quien ya había una caja de ropa regalada, un coche y una cuna usados, habría crecido en el barrio La Esperanza, un asentamiento de invasión, vecino a la cordillera Oriental en el municipio de La Montañita, en el norte del Caquetá, un pueblo tranquilo en apariencia, pero donde se mueven en silencio milicianos de los frentes 15 y 3 y de la columna móvil Teófilo Forero, de las Farc.

Su infancia tal vez habría transcurrido en el rancho de madera de su madre, con piso de tierra, tapado con tejas de lata y resguardado por un gigante cámbulo.

Seguro hubiera crecido corriendo descalzo, como los demás niños del barrio, detrás de una bola de trapo, por la cancha de fútbol del frente y, tal vez habría sido un certero jugador de bolitas de cristal o un experto lanzador de trompo.

Pero la historia de José Edwin no pudo comenzar porque justo el día en que venía a este mundo se encontró con la guerra.

El pasado domingo 3 de junio, a su joven madre le dieron las primeras contracciones en su rancho y reventó fuente, pero en el pueblo no había un taxi y menos ambulancia para llevarla al centro de salud. La experta partera Berenice Almansa Cifuentes, de 63 años, ya ayudaba a que José Edwin saliera, pero con el correr de los minutos el alumbramiento se complicó.

Entonces, Mario, el mayor de los hermanos de la familia, corrió a la estación de policía a pedir ayuda. Al mando estaba el subintendente Alonso Juan Doria, quien no dudó en poner al servicio la única camioneta del comando.

Arellano y tres hombres llegaron a las 12:25 al rancho de los Tapiero. Escoltada por su madre y su partera, Marta Yadira subió al carro con dificultad. Los agentes Cristian Alberto Moreno Espinosa y Alberto Paz Muñoz cedieron el puesto de atrás de la camioneta a las tres mujeres y ocuparon el platón.

Pero, cuando arrancaron, comenzó a caer una lluvia de balas sobre el carro. Guerrilleros que se escondían en una casa esquinera, a solo cuatro ranchos, dispararon contra la patrulla. El primero en morir fue el patrullero Moreno Espinosa, que recibió las primeras ráfagas. El patrullero Paz Muñoz alcanzó a responder el ataque, pero murió dentro del platón. La partera del pueblo, que ocupaba el puesto izquierdo, murió dentro del carro con múltiples heridas.

Orfelia Mesa, la curtida abuela, con dos balazos en la espalda, se lanzó del carro y como pudo se arrastró una cuadra y una vecina la ayudó a llegar hasta el centro de salud para suplicar no por su vida, sino por las de su hija y su nieto, que seguían vivos en medio de la balacera, pero nadie se atrevía a rescatarlos. La joven madre estaba inconsciente en el piso de la patrulla.

El fuego cruzado duró 30 minutos, y la zozobra de los vecinos, 30 más. "Duramos escondidos en el baño como mínimo una hora; nadie se atrevió a salir... No sabíamos si había granadas por ahí tiradas o si la guerrilla seguía en el pueblo", narró Luz Mery Losada, vecina de una tienda.

Martha Yadira fue sacada del carro a las 2 de la madrugada por sus vecinos en una camilla. Apenas respiraba a a causa de los cuatro tiros que recibió, pero José Edwin murió en su vientre.

"El niño falleció por los múltiples politraumatismos que sufrió la madre", dice el parte del hospital María Inmaculada, de Florencia, en donde le indujeron el parto horas después.

Era un bebé gigante, de 3 libras. Con 38 semanas y media en el vientre de su madre, José Edwin Trujillo Tapiero es quizá el colombiano más joven en morir en el conflicto.

"A esa criatura, nada -ni siquiera papá- le iba a faltar, como no le ha faltado a ninguno", dijo la abuela.

Su cuerpo fue puesto en un pequeño ataúd y llevado el martes, en medio de una silenciosa marcha de vecinos, al cementerio, sin su madre, que sueña con ser manicurista y que se debate en un hospital de Neiva entre la vida y la muerte.

Fuente: http://www.eltiempo.com/colombia/otrasz ... 11931612-4
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