Que descaro estos congresistas colombianos con la nueva reforma constitucional

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Que descaro estos congresistas colombianos con la nueva reforma constitucional

Message : # 3534Message Nelly »

Es el colmo de los congresistas colombianos de legislar para ellos y su conveniencia.

No logro comprender como nosotros los colombianos votamos por estos congresistas corruptos que son una lacra para la sociedad y que el ministro Esguerra dice que todo fue a su espalda y que peco de inocente.

Eso no se lo cree. Como dice en mi pais ni el mago mandrake :rofl: y el otro inocente del presidente quiere lavarse las manos diciendo que el nada tuvo que ver con la nueva reforma constitucional.

El presidente todo lo sabe por boca de sus ministros :evil: que ratas son estos senadores y congresistas – todo es para su conveniencia. Nosotros los que los elegimos debemos hacer un referendo revocatoria de mandato constitucional y sacar toda esta lacra del congreso. Es que en nuestro pais estas instituciones debieran de acabarse. Asi como tambien las altas cortes son otros nidos de ratas.

Claro por eso es que el gobierno tiene el pueblo sumido en la miseria con hambre, sin educación ni empleo porque a el le conviene que el pueblo no se eduque, no coma y no tenga empleo. Para asi los congresistas con la miseria de la gente pueden comprar votos para ser elegidos y no tener verdaderos compromisos con el pueblo. Asi ellos pueden legislar a su antojo y hacer las leyes a su manera y conveniencia.

Odio estas ratas del alcantarilla que se roban la salud, la educacion y todas las cosas que se les antojen. Quieren salir impunes de todos los desmanes que ellos cometen :no: que vergüenza con este legislativo indigno que acaba de hacer como se va a limpiar el congreso de esta ratas. Con las normas que estaban anteriormente, se pudieron hacer limpieza ejemplarizante. Terminaron en condenas y destituciones de muchos congresistas.

¿Donde estan los principios de la democracia? ¿Donde esta la lealtad a sus votantes del pueblo colombiano? ¿Para que estos congresistas :hitting: actuaron a espalda del pueblo colombiano, haciendo articulos tramposos :evil: ¿

Espero que el presidente Santos eche reversa a este esperpento y que quede este capitulo en la historia de Colombia sepultado para siempre ya que de por si es una vergüenza nacional :whip:
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Caos institucional

Message : # 3545Message Darloup »

Por Tatiana Dangond Aguancha

El caos que ha generado la fallida Reforma a la Justicia es el reflejo de la pobreza de nuestro sistema institucional que lleva a congresistas, al Gobierno, e incluso a magistrados a sobreponer sus intereses políticos y personales, sobre la integridad de nuestra Constitución y de nuestro Estado de Derecho. Este atentado contra la justicia y la Carta Política tiene como coautores a las principales figuras de las tres ramas del poder, no obstante, aunque se culpen unos a otros, los principales responsables son los parlamentarios. El Congreso no puede lavarse las manos de lo que aprobó casi con unanimidad, porque es en ellos y no en el Presidente, en quien hemos depositado la confianza para legislar.

La iniciativa de revocar a los congresistas que aprobaron la reforma no es más que un castigo efímero y mediático que no resuelve el núcleo del problema, el cual se centra en la crisis del sistema actual de representación en el Congreso. Tenemos por legisladores a personas que fueron elegidos por un 37% del censo electoral, este porcentaje incluye votantes comprados y coaccionados. Sin embargo, esta abstención trabaja de la mano del mayor problema de representación actual en Colombia, que se debe a nuestro sistema electoral, donde se emplea la circunscripción nacional como mecanismo para elegir al Senado.

La circunscripción nacional para la elección de senadores se tradujo en una disminución en lo que toca con la representación política, como expresión de una democracia moderna; en la práctica, los colombianos desconocen quiénes son sus senadores, y estos, a su vez, no se sienten obligados a responderles a sus electores. Las maquinarias electorales y los grandes capitales son los principales favorecidos con este sistema, y departamentos pequeños como el Magdalena o el Cesar se quedan relegados frente a otros de mayor expansión demográfica, como Antioquia y Cundinamarca. Por otro lado, los senadores hacen y deshacen sin tener que rendir cuentas, a sabiendas de que serán elegidos nuevamente por sus maquinarias, que les garantizan una curul, elección tras elección.

Este es el eje de nuestro problema, que sale a relucir con barbaridades como la Reforma a la Justicia, y no se combaten con revocatorias y sanciones temporales a las que el país está acostumbrado, sino con cambios estructurales. Se vuelve necesario recuperar el sistema de circunscripción regional, y a esto sumarle el voto obligatorio para disminuir los altos costos en las campañas políticas, para reducir la compraventa de votos, pero sobre todo para acabar con las maquinarias políticas, que son el talón de Aquiles de la democracia. También cambiaríamos la cultura de la abstención por la del voto en blanco, que genera efectos saludables para la democracia.

Propuestas serias como la del senador John Sudarsky de implementar el sistema electoral mixto deben ponerse sobre la mesa, porque plantean soluciones de fondo que pretenden recuperar el concepto de la representación y de la rendición de cuentas. Ya es hora de que empecemos a contemplar grandes cambios para problemas de tales magnitudes, y no quedarnos en meras revocatorias que, si bien son merecidas, no tendrán efectos favorables a largo plazo.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... onal-72581
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La Reforma a la Justicia

Message : # 3546Message Darloup »

Por Álvaro De la Espriella Arango

El resultado de las conciliaciones de las comisiones de Senado y Cámara, punto final al Proyecto de Ley Reforma de la Justicia, desató en el país un escándalo de proporciones gigantescas. Con razón. Por un lado se empieza a apagar el incendio de la situación de Sigifredo López y por otro se apaciguan los señalamientos acerca de las revelaciones del general Santoyo. Ambas siguen su curso como situaciones expectantes, pero ya ejercieron su función de escándalos. Y Colombia tiene que tener cada semana escándalo nuevo, si no nace al natural, lo inventamos, porque de eso vivimos, de eso nos alimentamos y de eso tenemos comidilla para un rato largo.

Vino como anillo al dedo lo acontecido con la conciliación comentada. Porque entre otras cosas salió de una entidad desprestigiada entre los ciudadanos del país, que se agarraron de este resultado para dar palo por doquier. De lo cual no estamos de acuerdo, porque si bien aceptamos que el Congreso tiene sus fallas, como las tiene todo ente oficial en esta Colombia de Dios, también es cierto que tiene muchos aspectos positivos. El primero de todos consiste en que no podemos medir con un solo rasero a todos los congresistas. Error grande. Es como si actuáramos de esta manera con todos los médicos o todos los abogados o todos los ingenieros. Buenos, malos y regulares hay en todas las actividades.

Analizando sin pasiones tropicales la actuación del Congreso en este semestre es honesto reconocerla como altamente positiva. La altura y calidad de leyes aprobadas en el periodo hablan por sí solas. La Ley de Víctimas, las de reparaciones campesinas, las de vivienda social, de reivindicación laboral, para no mencionar sino unas pocas, no son cualquier cosa. Algo más, por la aprobación de estas leyes es hoy reconocida Colombia internacionalmente, y desde afuera nos alaban y nos envían comisiones para aprender de ellas.

Tampoco afirmamos que el Congreso está lleno de arcángeles. En este caso de la Reforma a la Justicia se metió la pata hasta el fondo, y la negativa del Presidente a firmarla no exime el trámite de entrar en vigencia. El pueblo que es interrogado por los noticieros protesta por protestar, porque es un deporte sabroso, pero ni siquiera sabe de qué le están hablando y no conoce ni de perfil el tema tratado. Tampoco se va a derrumbar el mundo ni se van a desplomar las instituciones como se ha afirmado tropicalmente. Lo que hay que hacer es intentar enmendar el error, si es posible con referendo o con un gran acuerdo nacional fundamental. El mismo Congreso puede tener en sus manos la reivindicación.

La actuación por bancada es una posible causa de este cataclismo. Muchos congresistas se habrían opuesto, pero por obediencia marcaron el “Sí”. Se puede rectificar y corregir el rumbo o motivación intrínseca, como es perseguir la descongestión judicial y mejoramiento en la aplicación de la justicia, más sabia y más técnica para el ciudadano común. Dos millones de expedientes atrasados y arrumados en los juzgados es un objetivo de descongestionamiento trascendental. La rapidez y la prontitud en los procesos es una meta obsesiva. No es justo que un juicio ordinario demore cuatro años, mientras tanto los accionantes se mueren. Esto es lo que debemos corregir, esto es lo que pretende y desea el pueblo, y eso es lo que deben interpretar y aceptar quienes van a tramitar los correctivos que vienen. Porque de que vienen vienen.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... icia-72582
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Lo que se hundió con la reforma a la Justicia

Message : # 3551Message Darloup »

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Ayer, antes del mediodía, la Cámara y el Senado habían hundido el polémico acto legislativo.


Análisis de Ernesto McCausland Sojo

La reforma judicial, que durante 2 años fue presentada a los colombianos como la gran panacea contra los males de la justicia, se hundió sin contemplaciones en dos días. Pero tras el naufragio de este mal poema al tiempo perdido y al esfuerzo desperdiciado, salió a flote la dignidad nacional, que no tuvo que llevar a la práctica ni un referendo ni ninguna otra medida de fondo: con los dedos bastó.

Digitando teclados de computadores y teléfonos inteligentes, los colombianos se hicieron sentir de tal manera que hicieron parecer fácil algo tan difícil como es lograr que lo más granado de los tres poderes reculara de una fina manguala política.

Ayer, antes del mediodía, ya la Cámara y el Senado habían hundido el polémico acto legislativo. 117 de los 166 representantes a la Cámara que tiene el país, y 73 de los 102 Senadores, aprobaron el hundimiento y le concedieron al ‘twitterazo’: un mecanismo participativo de sorprendente agilidad, si tenemos en cuenta que el referendo hubiera tomado por lo menos dos años.

Las sesiones extras de ayer y anteayer constaron de dos partes: una larga tanda de discursos, presenciada en vivo y en directo por millones de colombianos y en la cual la mayoría de los parlamentarios no logró disimular la particular condición en que se encontraban: denotaban arrogancia, autosuficiencia, se autoproclamaban víctimas de una ofensiva mediática, defendían el contenido de la reforma, negaban los evidentes “micos”, señalaban al gobierno de haberlos traicionado, expresaban dudas sobre el procedimiento en que se hallaban embarcados y muchos de ellos, de labios para afuera, no parecían dispuestos a hundir la enmienda constitucional.

Luego vino la segunda parte, la de ayer, en la cual, contra toda palabra y actitud anterior, uno a uno, voto a voto, los parlamentarios demostraron cuán vasallos eran de la voluntad popular, en un país que durante una semana vivió su propia primavera, ambientada por los cantos de un pajarillo cibernético: Twitter fue la clave, al punto de que el ave azul resultó mucho más expedito ue el recurso contemplado por la ley, el de un referendo e incluso, la amenaza de una revocatoria de mandato.

En la tarde de ayer, cuando los goles de Balotelli parecían haberse tomado la agenda pública del país, y ya poco se hablaba de referendo, el escaso prestigio del Congreso yacía irremediablemente hundido junto con la reforma, más aún cuando conocíamos ciertas escandalosas cifras, como la de que cada parlamentario le cuesta a los colombianos $1.000 millones de pesos anuales.

Pero ya al menos quedaban neutralizados los puntos insólitos de la reforma: los secretarios de ambas corporaciones dejaban de convertirse en aforados, los parlamentarios y altos funcionarios ya no se beneficiarían con enormes ventajas judiciales, y —mal que bien— se recuperaba la sala administrativa del Consejo Superior de la Judicatura, la cual estaba quedando reemplazada por un mal peor: el manejo del multimillonario presupuesto de la justicia en manos de un solo funcionario, de por sí cuestionado por la Contraloría. No hablar de otros puntos polémicos que a última hora eran sacados goteantes del naufragio y exhibidos a la opinión pública entre el material de salvamento, como la facultad a notarios y abogados para ejercer funciones de descongestión.

Quedaron entonces en evidencia los parlamentarios como no lo habían estado ni en las épocas más hirvientes de la séptima papeleta, que los castigó severamente y dio pie a la Constituyente del 91. El gobierno, en cambio, al que vimos promover a los cuatro vientos la reforma durante el último año, pareció salir menos debilitado. ¿Un espejismo? Si el Congreso debió tragarse toda su soberbia, sometiéndose a una paliza por parte de la opinión pública, al menos ningún congresista perdió algo tangible y concreto como su cargo. El gobierno, por su parte, entregó en bandeja de plata la cabeza del Ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra. Para ser más exactos: el gobierno sufrió, el Presidente no tanto.

Pero si el Presidente logró que funcionara su compleja maniobra de lavado de manos, es cierto también que el oxígeno político obtenido no será de largo aliento.

Se hundió, junto con la reforma, la armonía de la Mesa de Unidad Nacional, espacio de confluencia política que a Juan Manuel Santos le había funcionado como una aceitada maquinita, logrando aprobar iniciativas tan controversiales como el Marco para la Paz.

De aquí en adelante, y tras haberle apostado parte de su capital político a la posibilidad de convertirse en el gran reformador de la historia de Colombia, las aguas serán tempestuosas en la relación Gobierno-Congreso, sitiada por la desconfianza y el resentimiento. Ayer mismo eso se hizo evidente, cuando los congresistas le negaron el uso de la palabra al Ministro de Interior. ¿Será ello el fin de iniciativas pendientes como la reformas tributaria?

Eso poco parece importarle al ciudadano que impuso su ‘trinocracia’, que firmó masivamente por el referendo o que acudió al plantón de la Plaza de Bolívar. Y aunque aún se escuchan voces que reclaman revocatoria del mandato para los congresistas, la rebelión parece consumada por efecto del éxito.

¿Qué viene ahora para un movimiento ciudadano que ni siquiera líderes claros tuvo y que logró dejar en la misma orilla, por una semana, a Iván Cepeda y Álvaro Uribe?

La sensatez llamaría a la definición de un proyecto político cuyos cimientos fundacionales se levanten sobre la indignación y el hastío y que quizá logre algún efecto en la largamente ansiada depuración de las costumbres políticas colombianas. Pero algo así ni se vislumbra, ni está claro, ni es fácil de organizar.

Lo sustancial de ahora en adelante es que —por más poder que acumulen, por mucho que logren elegirse cada cuatro años mediante la activación de sus maquinarias— los políticos han aprendido que la ciudadanía los tiene domados con la yema de sus dedos.

Fuente: http://www.elheraldo.co/noticias/politi ... icia-72882
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El ‘congrecirco’ y sus espectadores

Message : # 3552Message Darloup »

Por Alberto Martínez

Entonces, ¿clausuramos el Congreso de la República?

Todos estamos indignados. No soportamos la traición de la que hemos sido objeto por unos congresistas que fueron elegidos para representar los más altos intereses de la Nación, y no los suyos –en todo caso menores–. Nos irrita la burla. Nos golpea el engaño.

Una iniciativa que proporcionaba instrumentos claros para luchar contra la congestión judicial y modernizaba la administración de justicia fue malograda por una caterva de senadores y representantes –60 en un lado y 104 en el otro– que incluyeron en el texto un descarado blindaje legal para sus fechorías.

Pero, contemos hasta diez: ¿A quién o quiénes heredamos las funciones legislativas? ¿Al propio Ejecutivo, vale decir, al Presidente y todos sus ministros, que, además de hacer las leyes, aprobar los presupuestos y crear, liquidar o fusionar entidades, escogerían a sus contralores y, claro, se juzgarían a sí mismos?, ¿o qué tal a una Asamblea Constituyente como la están proponiendo los uribistas? ¿Será que les servimos esa oportunidad en la bandeja de nuestra rabia para que aprovechen la interinidad normativa y promuevan, entre otras reformas, la posibilidad de que un presidente que ya gobernó dos veces seguidas lo pueda hacer por tercera y quién sabe si cuarta vez?

Pensemos. Pensemos más allá del furor de las opiniones irritadas y los movimientos de las redes sociales.

Pensemos que este no ha sido el único Congreso con actos de corrupción. De hecho, los líderes políticos que hoy se rasgan las vestiduras y piden, a gritos, la revocatoria del mandato de la actual Corporación fueron los mismos que instigaron recientemente en su seno prácticas indecorosas como el cambio de notarías, gerencias regionales y embajadas por los votos decisivos de la pasada reelección presidencial.

Pensemos que esta, tampoco, es la primera vez que se discute en Colombia sobre un Congreso más racional, incluyendo la opción de una sola cámara, pues cada vez que los colombianos nos decepcionamos de su accionar, lo cual ocurre, como se ve, de manera frecuente, nos preguntamos si se justifica gastar los millonarios presupuestos de cada año para sostener a tantos legisladores.

Pensemos, ¿quién elige a esos padres de la patria? (Las minúsculas son mías).

Porque cada cuatro años los colombianos tenemos la opción de generar cambios. Y en vez de aprovechar la legítima opción que nos permite la Constitución Nacional para elegir y ser elegidos, optamos por una decisión superficial –y no revisamos las hojas de vida–; o asumimos una actitud apática –y no votamos–; o seguimos una tendencia que, aunque válida en toda democracia, a veces es gobernada por la moda política –votamos en blanco–, o enajenamos el sufragio por unas tejas de eternit o 20 mil pesos del postor del día.

¿A quien habría que revocarle el mandato no sería al elector corrupto que podríamos, en aquellas circunstancias, estar cargando con nosotros?

La pregunta es para que pensemos. Pues, si no lo hacemos, corremos el riesgo de seguir asistiendo al circo que por estos días hay en el Congreso, que circo al fin, levantará su carpa y volverá en la siguiente temporada, con nosotros como simples espectadores.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... ores-72856
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El poder del ciudadano

Message : # 3554Message Darloup »

Queremos discurrir hoy sobre las lecciones que ha dejado el comportamiento de los ciudadanos a propósito de la reacción furibunda que en todo el país y en todas las clases sociales desató el caso de la frustrada Reforma a la Justicia.

Se puso de presente el rol de una ciudadanía protagónica que desplegó toda la fuerza de la deliberación a través de las redes sociales que han surgido con el prodigio de la Internet.

Es un hecho que las nuevas tecnologías han venido a contribuir en el mundo, y Colombia no podía ser la excepción, al fortalecimiento de la sociedad civil.

Aunque el clientelismo y el paternalismo del Estado han sido factores estimuladores de una población apática, pasiva y amaestrada, hay señales también de un despertar creciente patentizado en el movimiento internacional de los indignados.

El ejemplo de los iracundos estudiantes chilenos por la reforma de Sebastián Piñera indicó el camino y contagió a los estudiantes colombianos cuando el gobierno de Santos trató de imponer la reforma a la educación.

El antecedente de la Ola Verde alrededor de Antanas Mockus fue la manifestación de que algo nuevo empezaba a gestarse en Colombia, aunque al final no se concretara en el triunfo del candidato presidencial.

Lo que ha ocurrido es la prueba de que el pueblo tiene el poder para cambiar la orientación de las políticas públicas.

Vamos camino, gracias al Internet, a una democracia deliberativa donde las personas no tendrán los límites que tenían antes para expresarse, y los medios de comunicación también están cambiando porque tienen que reconocer esta nueva realidad e interpretarla en aras de un sistema democrático más fuerte.

Hemos vivido bajo el errado paradigma, contrario a una democracia legítima y moderna, de que los políticos y los funcionarios primaban sobre la gente común. Y las cosas tienen que ser al revés. Es la voz y la voluntad de la ciudadanía las que tienen que primar y ser tomadas muy en cuenta por quienes tienen a su cargo las instituciones.

Esto que ha ocurrido en Colombia es histórico y ojalá signifique que ninguna de las decisiones importantes del Gobierno Nacional, de los gobiernos territoriales, del Congreso y de las corporaciones departamentales y locales se tomarán sin atender el querer del pueblo.

Tiene que haber un cambio en el paradigma de la gestión pública. Las viejas concepciones de ejercer el gobierno y la política en este país tienen que experimentar una transformación gracias a una población más activa y exigente. Y esto tiene que ser un campanazo a nuestra clase política, especialmente a la representación parlamentaria del Atlántico que acaba de ser protagonista de este lamentable capítulo de la aprobación y posterior hundimiento de la Reforma. No hubo un senador, ni un representante del Atlántico que hiciese sentir su voz crítica y elocuente en el trámite del adefesio caído. Tampoco ninguno hizo sentir su palabra cuando aprobaron ese remedo de ley de ordenamiento territorial con la cual le escamotearon el derecho a la libertad y a la autonomía a las regiones.

Pero todo este ascendente protagonismo de la sociedad civil tiene que tener, en adelante, un impacto real en la composición de las instituciones. Más participación, más deliberación, más democracia es la clave para que este país no siga secuestrado por unos grupúsculos que restringen la democracia y la ponen al servicio de sus mezquinos y despreciables intereses.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/editori ... dano-73001
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Hundida la Reforma, ¿qué sigue para Santos?

Message : # 3556Message Darloup »

Por Oscar Montes

Después de lograr su propósito de hundir la Reforma Judicial, ante el tsunami de protestas que se desató por las redes sociales, el presidente Juan Manuel Santos quedó en el peor de los mundos, pues no solo perdió el respaldo en el Congreso, que había sido su gran aliado, sino que la opinión pública empezó a pasarle la cuenta de cobro del manejo que le dio a la crisis institucional que se desató.

De hecho, varios congresistas con los que hablé me dijeron que se sentían traicionados por Santos, utilizados por los ministros y dolidos por el trato que les dieron. “A Santos le pareció muy chistoso decir en Medellín que prefería entregar casas allá que cazar ‘micos’ en el Congreso en Bogotá, como si esos ‘micos’ no hubieran sido criados y engordados por el Gobierno”, me dijo un senador conservador, quien no ocultó su profundo malestar con la situación.

Y en lo que tiene que ver con el sentir de la opinión pública, las encuestas muestran que la tendencia negativa que venía mostrando el Presidente empieza a tornarse en una preocupante caída libre, que comienza a comprometer sus planes reeleccionistas.

Santos está llegando, pues, a una peligrosa encrucijada que podría tentarlo, inclusive, a adoptar medidas extremas y abiertamente antidemocráticas, escenario que él mismo se encargó de descartar en su alocución cuando pidió hundir la Reforma al afirmar que el Gobierno descartaba las “vías de hecho”.

Al pretender desmarcarse del Congreso, Santos logró el efecto contrario: la opinión pública no mordió el anzuelo de que las virtudes eran suyas y los defectos de los congresistas, al punto de que sumó a su cuenta personal el desprestigio del Congreso. Ahora deberá aferrarse a una especie de ‘relación burlesca’ que lo obliga a convivir con quienes lo están queriendo muy poco.

La situación precaria del ministro Renjifo

Si bien es cierto que la debacle de la aprobación y posterior hundimiento de la Reforma Judicial le costó la cabeza al ministro Juan Carlos Esguerra, quien con entereza reconoció su error y su falta de olfato para evitar los goles que le metieron durante la conciliación del Acto Legislativo, no se puede ocultar que el ministro del Interior, Federico Renjifo, quedó golpeado de un ala y su situación hoy es bastante precaria, hasta el punto de que Juan Manuel Santos debería considerar la conveniencia y los riesgos de mantenerlo en el gabinete.

El funcionario que debe responderle al Presidente por sus relaciones con los congresistas y la persona encargada de manejar los hilos en el Parlamento no puede quedar en una situación tan incómoda como quedó Renjifo, hasta el punto de que en la Cámara de Representantes lo chiflaron y en el Senado no lo dejaron hablar. Renjifo, quien tiene fama de ser un buen tipo, no solo no protegió la figura del Presidente durante la crisis, que era una de sus obligaciones, sino que descargó en el Jefe del Estado buena parte de su responsabilidad.

En el futuro inmediato el Gobierno deberá sacar adelante una agenda legislativa que incluye iniciativas con un enorme costo político, entre ellas la Reforma Tributaria. En esas condiciones es bueno que Santos se pregunte: ¿Renjifo me garantiza el éxito de la Agenda Legislativa?

¿Quién le pone el cascabel a la Constituyente?

Dentro del Congreso y en las propias filas del Partido de La U, que no solo hace parte de la Unidad Nacional sino que es el mismo partido del Presidente de la República, ha empezado a tomar fuerza la propuesta de algunos parlamentarios, entre ellos Miguel Gómez Martínez, de revocar el mandato de los congresistas y convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, que ponga orden a los desafueros del Congreso y purifique las costumbres políticas. Pero Martínez no es el único.

En las redes sociales es creciente el número de seguidores de una serie de iniciativas encaminadas a revocar al actual Congreso. El problema de los promotores de la Constituyente es que los primeros son señalados por los segundos de buscar un nuevo período presidencial de Álvaro Uribe, y los segundos son señalados por los primeros de no adoptar medidas suficientes para evitar que a la Asamblea Constituyente lleguen testaferros de grupos armados de extrema izquierda o de extrema derecha.

Pero, además, en las actuales condiciones, el Gobierno no puede darse el lujo de dejar en manos de terceros la posibilidad de convocar una Constituyente que –de realizarse– podría comprometer la propia suerte del Ejecutivo y no solo la del Congreso. ¿Quiere el gobierno de Santos correr ese riesgo?

Presidente Santos: ¿con los ‘malos’ o con los ‘buenos’?

En caso de que la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente se abra paso, el Gobierno se verá en la obligación de tomar una decisión al respecto: la desaprueba o la respalda. La primera opción significaría, en plata blanca, tomar partido por los congresistas, los mismos que están en la mira de la gran mayoría de los colombianos, quienes se muestran indignados con su comportamiento, hasta el punto de querer revocarles su mandato mediante una Constituyente.

En otras palabras: Santos quedaría matriculado del lado de los ‘malos’, mientras que la inmensa mayoría de los colombianos estarían del lado de los ‘buenos’, que no son otros que todos aquellos que quieren que los actuales congresistas abandonen el Capitolio Nacional.

Santos podría también respaldar la revocatoria del Congreso y sumarse a las huestes de los ‘buenos’, lo que, de inmediato, lo catapultaría en las encuestas, tema que lo desvela, pues sabe muy bien que no hay reelección sin votos. Pero optar por el respaldo popular significaría para Santos tener que romper amarras definitivamente con el Congreso, ante quien debe no solo tramitar muchas leyes, sino buscar su respaldo a la hora de aspirar a un segundo mandato. Es, sin duda, un dilema perverso para Santos.

Encuestas: ¿tendencia a caída libre?

La más reciente encuesta de Gallup, publicada por el diario ‘El Tiempo’ el pasado viernes, muestra al presidente Santos con una opinión favorable del 48 por ciento y una desfavorable del 43 por ciento.

En abril pasado la favorabilidad era de 64 por ciento y la desfavorabilidad de 27. Es decir, en el último trimestre Santos perdió 16 puntos en respaldo y ganó 24 en desaprobación. En otras palabras: sumó donde debía restar y restó donde tenía que sumar. Se trata, pues, de un escenario devastador para alguien que aspira a seguir otros cuatro años en la Presidencia y quien aún no ha empezado a sentir ‘el sol en sus espaldas’, que es cuando se supone que la figura presidencial sufre su mayor desgaste.

Aunque la encuesta de Gallup fue realizada en momentos en que el rancho estaba ardiendo por cuenta de la debacle de la reforma judicial, no se puede desconocer que Santos sigue sin poder sintonizarse con el ‘alma nacional’, especialmente en materia social.

No obstante, es bastante probable que programas como el de construir 100 mil viviendas gratis para las familias más pobres entre los pobres del país, en cabeza del ministro Germán Vargas Lleras, se reflejen en las siguientes encuestas y logren detener la caída libre que empieza a mostrar Santos. Si logra ese propósito, Santos puede darse por bien servido.

Fuente: http://www.elheraldo.co/noticias/politi ... ntos-73114
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Un asalto a la Constitución

Message : # 3557Message Darloup »

Por Abelardo De la Espriella

Lo ocurrido con el hundimiento de la Reforma a la Justicia es un evento sin precedentes en la historia jurídica de nuestro país. Así mucha gente no lo entienda ahora, a mediano plazo se podrán juzgar, con claridad meridiana y dolor profundo de patria, los estragos que una decisión abiertamente contraria a derecho puede causarle a la institucionalidad y a la democracia.

El remedio resultará, sin duda, más terrible que la misma enfermedad. Santos nos demuestra una vez más, con absoluto cinismo, como buen seguidor de Maquiavelo, que el fin justifica los medios.

Se pasaron la Constitución por la faja, así digan lo contrario: ni el Presidente podía objetar el acto legislativo, ni el Congreso tenía por qué aceptar tales reparos: tanto el uno como el otro incurrió en el delito de prevaricato. Santos argumentó, para tomar su arbitraria decisión, que la norma que señala las atribuciones del Presidente no prohíbe expresamente dicha actuación.

Y es justo en ese punto donde está el quid del asunto. El principio constitucional universal de Legalidad determina que los servidores públicos solo pueden hacer aquello que se encuentra expresamente autorizado por la ley y no lo contrario, precisamente para que no desborden sus competencias y abusen del poder.

La reforma es antiética pero no ilegal. Es un despropósito combatir la inmoralidad de la iniciativa a través de vías de hecho, que, lastimosamente, cada día son más frecuentes en Colombia. Un gobernante serio lo que debe hacer es dar ejemplo a la sociedad y a sus subalternos con el acatamiento irrestricto de la ley.

Lo legal era promulgar la reforma y promover una contrarreforma con los mecanismos que la misma Constitución contempla, aunque sin duda no era lo más práctico. Lo práctico hubiese sido cerrar el Congreso y defenestrar a los pusilánimes padres de la patria, pero la mayoría de las veces lo que suele ser práctico no siempre es legal.

Las democracias civilizadas se caracterizan por la preeminencia del imperio de la ley, independientemente de las posturas políticas o clamores sociales. Las normas legales no son como el hielo, que sabe a lo que le pongan: la ley tiene peso y consistencia propia y no puede ser utilizada como una camisa que se ajusta de acuerdo con las necesidades del Gobernante de turno.

Cuando un presidente, un gobernador, un alcalde, el senador Merlano o cualquier otro empleado público decida hacer lo que le viene en gana, cuando pase por encima de los códigos y del Estado de Derecho, que nadie diga nada entonces.

Santos es un mandatario mediático y oportunista que se mueve y acomoda al son de los acontecimientos. Afortunadamente, esta vez quedó al descubierto su ladino proceder. El país entero sabe que el gran auspiciador de la reforma fue el mismo Presidente. Santos tiró por la borda las pocas cosas buenas que había hecho, su reelección está herida de muerte y sus múltiples facetas y máscaras al descubierto. Por lo menos algo bueno dejó todo este estropicio.

Es una vergüenza que un hombre de la formación académica del Fiscal General se haya prestado para semejante circo, y que Vargas Lleras, otro de los artífices del entuerto, se esconda en la impunidad de su silencio. No digo nada del Ministro del Interior porque es tan anodino que ni siquiera su nombre recuerdo.

Los magistrados de las Altas Cortes, después de que negociaron sus periodos, se hicieron los ofendidos. La actuación del Congreso no es menos despreciable: además de cobardes, los congresistas incurren en la mayor imbecilidad de todas, que no es otra que volver a creer en Santos, cuando este, en un lamentable discurso televisado, aseguró que él respondería por los congresistas para incentivarlos a hundir la reforma. Santos no sabe de Derecho y mucho menos de lealtades.

Lo mejor es lo que sucede: nos dimos cuenta de que tenemos un Gobierno y un Congreso a los que hay que cambiar urgentemente, pues son, sin duda, inferiores a su responsabilidad.

Aprovechemos la coyuntura para convocar a una constituyente y hacer un acuerdo sobre lo fundamental, que incluya la revocatoria del Presidente y el Congreso y la reestructuración de nuestros sistemas de justicia, salud y educación. Allí está la clave para salir del foso profundo al que nos lanzaron los políticos.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... cion-73104
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El cobre de los poderosos

Message : # 3561Message Darloup »

Por Javier Darío Restrepo

Las encuestas de opinión les cobraron el cobre que mostraron a los poderosos que intervinieron en la reciente reforma de la justicia. El presidente Santos perdió diez puntos; la Corte, 8, y el Congreso, 15.

Los congresistas, por cierto, nunca han tenido buena imagen y en las encuestas ocupan, invariablemente, los últimos lugares. Esta vez lo tenían más que merecido, primero: porque el mandato que les entregaron los electores lo están utilizando para su beneficio, y, lo que es más grave, predominó en ellos el espíritu de cuerpo más que el sentido de justicia, y se convirtieron en cómplices de criminales. De templo de las leyes, el capitolio pasó a ser oscura cueva de Rolando, tenebroso lugar asiento de complicidades y de vividores.

La Corte, que había resistido dignamente todas las embestidas del gobierno Uribe, cayó ante los halagos de unos privilegios pensionales, antes, y ahora ante la seductora prolongación de los períodos de sus magistrados.

Sorprende menos la puesta en evidencia del cobre presidencial. Aunque los caricaturistas habían dejado de caracterizarlo con la nariz de Pinocho, con la que habían denunciado el talante mentiroso de Santos, solamente aguardaron el fin de un paréntesis que él abrió al tomar posesión de la Presidencia.

La sangre fría del jugador de póquer comenzó a hervir cuando la jugada de consentir a los congresistas para tenerlos en su bolsillo resultó gravemente equivocada por un error de apreciación. Cuando Santos creyó que los congresistas valían más que los electores, se equivocó en materia grave. La marea de indignación de la ciudadanía fue más poderosa que la satisfacción de los congresistas por el blindaje de impunidad que se les había otorgado.

Pero el momento en que el presidente Santos mostró el cobre fue cuando pretendió pasar de defensor de la reforma a ser su crítico y sepulturero. Si ayer había querido ganar la voluntad de los congresistas, ahora se vería obligado a mantener el afecto de la opinión. Lo dramático de este episodio es que comenzaron a perder credibilidad las políticas con que el Presidente había apuntalado su prestigio ante la opinión pública.

Del éxito de la Ley de Víctimas depende que a millones de colombianos se les repare –así sea parcialmente– el daño que padecieron, no por desastres de la naturaleza, sino como consecuencia del desorden social y político de la Nación.

La Ley de Tierras –presentada como el hecho que le da sentido a su presidencia– es aún más importante que eso: daría la clave para una paz que ha sido frágil a lo largo de toda la historia del país, por el problema no resuelto de la propiedad de la tierra. Es una ley de la que depende el futuro de Colombia, pero obstaculizada por los terratenientes de siempre, y ahora, por la credibilidad en baja del propio Presidente.

La Ley de las cien mil viviendas gratuitas para los más pobres fue entendida como una medida desesperada e improvisada para detener la caída de su popularidad; sin embargo es una decisión reparadora y justa que le daría alivio al sector más vulnerable y necesitado de la población. ¿Compromete su futuro la bamboleante credibilidad presidencial?

Todo el aparato institucional acaba dependiendo de la credibilidad de cuantos representan las instituciones. Conclusión que hace ver la fragilidad de las políticas hechas con criterio de relaciones públicas. Es un mecanismo frívolo que pone la suerte del país al servicio de las ambiciones de los poderosos.

La otra conclusión es la que revela el empoderamiento de los ciudadanos. Hoy la ciudadanía está pidiendo la revocatoria de la ley y de sus autores. Es la nota positiva de un episodio negativo: la insurgencia del ciudadano cuando los poderosos pelan el cobre.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... osos-73168
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Message : # 3562Message Darloup »

Por Édgar Polo

El presidente Santos sorprendió a los colombianos al regreso de la cumbre de Río con la noticia de objetar por inconstitucional e inconveniente la llamada Reforma a la Justicia. Al engendro fecundado con esmero por el Ejecutivo y el Congreso había que aplicarle la eutanasia a como diera lugar, y para el efecto apeló a una rabulada sin cabida en el ordenamiento constitucional. Los actos de reforma a la Constitución no son objetables ni requieren de sanción presidencial. Ignorarlo es grave en alguien que se supone formado para Presidente, o está mal asesorado, a lo mejor ambas.

En cualquier caso, reculó penosamente al advertir el tsunami de opinión que se vino en contra por el engendro que el Gobierno había gestado desde Vargas Lleras. El efecto no se hizo esperar: quemó ipso facto al ministro Esguerra y le echó el cántaro de lavazas al Congreso para escurrir el bulto a su propia responsabilidad. Del episodio salieron chamuscados todos los que coadyuvaron activa o pasivamente: el Príncipe, quien creyó que con ese cocido dejaba contentos a todos; la clase política, que presurosa se había autoblindado judicialmente, y a los magistrados de las altas cortes, quienes hicieron mutis cómplice con la ración de mermelada de la edad y aumento del período. La falta de objetivos de Estado terminó en desperdicio de la aplanadora legislativa que el Príncipe había diseñado con cálculo. Montó el circo y se le crecieron los enanos.

El Estado de Derecho ha sufrido un duro golpe. La reforma aparentemente enterrada puede resucitar en la medida en que el acto espurio de violación de la Constitución sea declarado inexequible por la Corte Constitucional o que el Consejo de Estado invalide la convocatoria a extras, en ese instante el monstruo revive plenamente. La propuesta de archivarla así era, por demás, grotesca. En Derecho las cosas se deshacen como se hacen. Por ende, la vía de solución es un acto legislativo con artículo único: ¡Deróguese el esperpento!

El coletazo de su desmonte deja mal parada la mesa de Unidad Nacional que tenía en la reforma el principal aglutinante de su cohesión, rompe las relaciones con el Congreso y aleja la posibilidad del Príncipe de aspirar a la reelección. Este evento se agrega a la sucesión de descalabros: las locomotoras de la prosperidad hacen cola al desguazadero enmohecidas por la inacción, la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, a pesar de ser un buen eslogan, en la práctica inspira la lucha de clases en el campo y desvaloriza la tierra por los procedimientos administrativos para su ejecución; casas gratis es anuncio efectista que persigue puntos de rating, y la propuesta de Reforma a la Educación quedó en nada cuando los líderes estudiantiles le mostraron los dientes. Lo que viene es cuesta arriba: la economía en franca desaceleración como consecuencia de la crisis externa; revaluación sostenida; bajan los precios de los commodities; aumento del desempleo y el menor crecimiento será gran obstáculo para los esfuerzos de cerrar la brecha de la pobreza. En conclusión, un cuatrienio en rojo.

El momento es crítico y exige decisiones de un gobernante curtido con formación sólida y visión de largo plazo. El Príncipe califica bien por su estilo monegasco, pero como estadista es un auténtico bluff, conduce la nave de la patria dando bandazos, en abatimiento y con cambios de rumbo al son de los cantos de sirena de las encuestas. El peor de los destinos es el de la nave que no sabe para dónde va.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... ibor-73300
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¿Y el Congreso, qué?

Message : # 3563Message Darloup »

Por Tatiana Cabello Flórez

Las consecuencias de la sepultura de la Reforma a la Justicia empiezan a verse. El único ganador: el pueblo. Que presionó su hundimiento, su muerte desde las redes sociales. Demostró que los colombianos de a pie no somos bobos, ni brutos. ¡Que sabemos opinar! Los perdedores: Colombia, el Presidente de la República y el Congreso.

Sin embargo, aquellos que meses atrás comenzaron a darle vida y a enseñarle a esta criatura a caminar en las comisiones y plenarias de Cámara y Senado son los que están pagando con su popularidad los platos rotos. La polarización se volvió radical, pues la unidad nacional esta herida de muerte, y su jefe, el presidente Juan Manuel Santos, experimenta el momento con el menor índice de popularidad en casi dos años de gobierno.

Por otro lado, el Congreso de la República se siente traicionado. En las mesas de todas las reuniones partidistas se expresó la inconformidad con el Gobierno, pues sienten que desde el ejecutivo se pararon frente al país e hicieron lo mismo que Pilatos hizo cuando el pueblo pedía la cabeza de Jesús. Ahora, vale la pena aclarar que el pecado no es solamente lavarse las manos; el problema era tenerlas sucias y querer aparentar que no pasaba nada.

Sí, ahora todos se lavan las manos con el Congreso, y no es que los honorables padres de la patria sean inocentes, pues su imagen favorable corresponde al trabajo que han venido realizando. La reflexión real es que todos tienen responsabilidad en lo que pasó.

Los ‘intocables’ magistrados de las Altas Cortes, el Gobierno Nacional -del Presidente Santos para abajo- y el Congreso de la República. Esta Reforma empezó mal, y lo que empieza mal, termina peor.

No se trata de colores, ni partido políticos, se trata del bienestar general, por encima del particular. Se trata de Colombia, que se supone es un Estado de Derecho. ¿Dónde está la democracia? ¿Es hora de tomar en serio la propuesta de tener un Congreso unicameral?

¿Y el Congreso, qué? ¿Qué podemos esperar los colombianos del Congreso? ¿Es buena idea revocarlo? Mientras la democracia decide qué hacer con la institucionalidad, dos personas tendrán que hacer hasta lo imposible por rescatar y cambiar la imagen del Congreso: el senador Roy Barreras y el representante Augusto Posada.

No quisiera estar en los zapatos de ninguno de ellos. Defender lo indefendible es muchas veces imposible. Roy Barreras, senador, médico, tiene varias desventajas y es que tiene su imagen desgastada. Uno no puede saber de todo, y mucho menos opinar lo divino y humano. Pero así es la democracia, lo eligieron sus colegas, no muy convencidos del todo. La mayoría desconfía de él por desleal, dicen que siempre está del lado del sol que más le alumbre. Pero “la democracia es de mayorías” y este sapo, toca tragárselo.

Por el lado de la Cámara, las cosas podrían estar menos complicadas, llega un joven que no es uribista ni santista; que tiene imagen de independiente –aunque yo creo que tiene de ambos, qué dualidad. Me han contado que apoya lo que sus principios le dicen que debe ser. Este joven entra a recoger lo que deja Simón Gaviria, quien pasó de ser promesa presidencial a blanco de críticas y furia popular.

Posada tiene entonces muchas tareas: tratar –óigase bien, tratar– de posicionar la Cámara de Representantes, que hace muchos años no es la gran protagonista política del país; demostrar a los colombianos que los errores se pueden enmendar y que el voto de confianza puede seguir existiendo.

A esto se le suma que se vienen la reforma a la educación, la reforma pensional y la eliminación de la figura vicepresidencial. Como si fuera poco tiene la obligación, que nadie ha entendido, de sintonizar el trabajo legislativo con las redes sociales, con la gente. Y por si esto fuera poco, debe lograr el acercamiento entre sus colegas y el Gobierno Nacional.

¿Por qué creo que debe ser tarea de Posada y no de Barreras? Porque el primero tiene cualidades que el segundo no tiene: juventud, lealtad y ganas de trabajar, pero no de figurar. Con esto no estoy diciendo que Barreras no pueda, al contrario es un señor muy sagaz, pero su afán de protagonismo puede que no lo deje trabajar para lo que realmente lo eligieron.

¿Será mejor que Posada lidere una campaña para revocar el Congreso? Seguro, a él, después de eso, lo reeligen con la votación más alta del país.

Nada fácil recomponer la confianza de los votantes, mucho menos lograr que la imagen positiva del Congreso de la República llegue por lo menos al 50% de aceptación.

Por si acaso: ¿Quién será el genio valiente que se atreverá a presentar una verdadera reforma a la justicia? Amanecerá y veremos.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... -que-73364
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