Julio fue un mes lúgubre en la Costa Caribe, especialmente para la niñez: la noche del jueves 19, sicarios en bicicleta asesinaron a balazos a un bebé de dos años al sur de Montería. Tres días después, un niño de 12 resultó muerto en medio de un enfrentamiento a tiros entre dos pandillas en el barrio La Ceiba de Barranquilla. Y, como si fuera poco, también en esta ciudad, un menor de 6 años fue herido en una pierna por un delincuente que asaltó su casa, en el sector de Nueva Granada, el pasado martes.
En la capital del Atlántico la situación es alarmante, pues en lo que va del año han asesinado a diez menores de edad, según cifras entregadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses. La víctima más reciente fue Luis Enrique Zamora De Moya, quien fue impactado por un proyectil en el pecho, disparado, al parecer, por un integrante de la pandilla Los Mismeros, que tiene azotados a los barrios La Ceiba y El Bosque.
Su caso, que conmovió tanto a la comunidad como a las autoridades, evidenció una grave problemática que afecta al país entero y cada vez deja más víctimas inocentes: la violencia contra la niñez. Un informe de la Agencia de Periodismo Aliado de la Niñez, el Desarrollo Social y la Investigación, Pandi, revela que el año pasado mataron a 1.177 niños, niñas y adolescentes en Colombia.
En los cuatro primeros meses de 2012 la cifra llegó a 342, lo que equivale a un promedio de tres homicidios de menores de edad por día. De estos, el 60% se registró en las capitales del país. De 203 casos ocurridos en estas ciudades, el 35% se presentó en Cali, el 19% en Bogotá y el 17% en Medellín. Los demás están distribuidos en otras 19 capitales, con relativa preponderancia en ciudades como Barranquilla, Cartagena y Cúcuta, precisa el informe.

Violencia intrafamiliar. Además de las muertes, la violencia contra la población infantil también se refleja en el elevado número de casos de maltrato atendidos por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, que en 2011 fue de 2.122 en el departamento del Atlántico, mientras que en el primer semestre de este año fueron 1.103.
Tal como lo muestran los reportes oficiales de los últimos años, es una constante que los niños y las niñas encuentren a sus verdugos en sus padres y parientes más cercanos. Para los primeros cuatro meses de 2012, en el 84% de los casos de violencia intrafamiliar valorados por Medicina Legal la víctima fue un niño, una niña o un adolescente, dice el documento de la Agencia Pandi.
“Es muy grave que la familia, que debería ser por excelencia el ámbito de protección de los niños y niñas, sea en la mayoría de los casos el escenario de la vulneración de sus derechos. Muchos de los niños con los que trabajamos temen situaciones de maltrato, sobre todo físico, por parte de sus padres. Por eso uno de los grandes temas para trabajar con ellos es precisamente cómo generar entornos de convivencia familiar y pautas de crianza desde el enfoque de derechos”, indica Ángela Rosales, directora de la organización Aldeas Infantiles SOS, que protege a niños, niñas, adolescentes y jóvenes en condiciones de riesgo social.
De los 3.366 casos de violencia intrafamiliar valorados este año a nivel nacional por Medicina Legal, 2.239 se produjeron en las capitales. Esta concentración de las cifras, según la funcionaria, puede ser consecuencia de varios factores como las presiones propias de la vida en las urbes, pero también puede responder a la facilidad y la cercanía de los mecanismos de denuncia.
“Muchos de los casos de las zonas rurales no se denuncian. Allí también hay constantes vulneraciones de derechos, pero en la mayoría de las ciudades la gente tiene más posibilidades de denuncia y hay más presencia del Estado”.
En ese sentido, Alfredo Carbonell, alto consejero para la Inversión Social del Distrito de Barranquilla, señala que es muy común en la ciudad que la gente conozca casos de maltrato infantil, pero muchas veces no los denuncian. “Es muy importante que lo hagan porque una agresión es el paso anterior a circunstancias tan lamentables como la muerte de un menor”.
Por ese motivo, indica que el accionar del Distrito se ha concentrado en los colegios públicos, donde están implementando programas y estrategias, por medio de los rectores y docentes, para trabajar de la mano con los padres de familia en la prevención de la violencia intrafamiliar.
Las causas. Para la Directora de Aldeas Infantiles SOS, la persistencia de las agresiones contra la niñez no solo muestra que las conductas de violencia que hay en la sociedad se han ido reproduciendo en el ámbito familiar, sino también que el rol de la familia en la crianza de los niños se está desdibujando. “Las familias han dejado en manos de otras personas e instituciones algunas de las obligaciones que tienen y que no son delegables. Muchas de ellas han entregado sus responsabilidades al sistema escolar o se quejan de que es el Estado el que no está ejerciendo su rol; y si bien es cierto que aún faltan políticas para brindarles el apoyo que deben recibir, creo que las mamás, y especialmente los papás, se están desentendiendo de la crianza de sus propios hijos”.
Por su parte, Emilia Fontalvo, directora del ICBF seccional Atlántico, informa que entre los factores de riesgo preponderantes de la violencia intrafamiliar está el estrés por las demandas del entorno y el día a día, el cual genera en los padres frustraciones que, si no son bien manejadas, las reflejarán en los hijos a través de formas violentas.
“Muchas familias tienen la creencia de que lo importante dentro del hogar es llevar el sustento y toman la crianza de los hijos como un factor secundario. Por eso dejan el cuidado de estos en manos de terceros, no asumiendo su responsabilidad. Cuando estos terceros son personas no idóneas, el problema es aún mayor, pues al no estar capacitadas para brindar una buena crianza, cometen excesos, ejerciendo un control coercitivo y tomando el castigo como método de enseñanza”.
Por último, Rosales reflexiona que “hay que trascender de la atención de los niños a la atención integral de las familias para que los adultos puedan liderarlas y criar a sus hijos con un enfoque de derechos. Muchas familias acceden a una serie de servicios que mejoran las condiciones materiales de vida, pero no generan capacidades de desarrollo ni transforman lo que el niño vive dentro de ellas”.
Fuente: http://www.elheraldo.co/local/en-colomb ... -dia-77393