La trampa, ¿manía o cultura?
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La trampa, ¿manía o cultura?
Por Álvaro De la Espriella Arango
Aparentemente ha impactado mucho en el país el comportamiento de dos costeños en los dos reality-shows que participaban, con actitudes poco decentes o sorprendidos haciendo trampa en los procedimientos de los juegos, según se comenta. Nosotros no vemos estos programas, pero a raíz de la situación planteada nos hemos dedicado unos ratos a analizar las críticas, los hechos como sucedieron y los comentarios de los medios de comunicación, a veces apasionados, parcializados, pocas veces objetivos.
Entre los comentarios, inclusive de columnistas serios, se encuentran algunos que intentan identificar la trampa y la grosería con el prototipo costeño, es decir en ambos casos ‘costeño tenía que ser’. Entre telones, además más profundos, más hirientes, más injustos, con el significado que todo lo que huele a costeño es corroncho, indebido, indecente, en el caso de la niña que agarró por los pelos al compañero, y típico, en el caso del muchacho que hizo la trampa y la reconoció pidiendo disculpas.
Rechazamos de plano rotundamente este estereotipo que se quiere imponer en el país. Lo condenamos y lo consideramos una estigmatización que puede desembocar en atropellos. La falta de compostura y la trampa no son exclusivas de los costeños, no es patrimonio de la idiosincrasia costeña y no es una característica sociológicamente asignada a la raza costeña del Caribe colombiano. Falta de modales y trampas suceden en todas partes, en todas las regiones de Colombia, en todos los países del mundo, a toda hora, en todas las razas y naciones con la más inmensa disparidad de costumbres. La trampa y la agresividad descontrolada pueden llegar a ser parte de ciertas culturas o convertirse en costumbres o manías invertebradas que llegan a dominar el comportamiento. Jung, el gran seguidor de Freud, decía con razón que las costumbres de los hombres son hijas del entorno donde crecen. Cuando vienen a darse cuenta son presas de esas formas de comportamiento.
Pero en el interior del país se aprovecharon de estos sucesos que, repetimos, son condenables, pero no se dieron cuenta de que ambos protagonistas pidieron disculpas, reconocieron su error y manifestaron que dichas experiencias les servirán de lección importante en sus vidas. ¿Cuántas subrazas en el país serían capaces de reconocer tan abiertamente y sinceramente estos comportamientos negativos? La franqueza, la sinceridad, la espontaneidad, ¿no son acaso atributos muy visibles y palpables en la raza nuestra, la Caribe, en contraposición con otras culturas atrincheradas, esclavas de una genética controvertible?
Nos parece triste que en el país sigan proliferando estos episodios de señalamiento y discriminación extremos tan ridículos y vergonzosos que hasta en una discoteca en Cartagena se llegó al caso de negarle la entrada a una mujer por su piel oscura. O en otro centro nocturno de Bogotá, un suceso parecido donde se rechazó el caso de dos niñas que deseaban ingresar, rechazadas con motivos totalmente ridículos e insípidos que nada tenían que ver con el ordenamiento legal policivo.
No es buena costumbre envenenar a la opinión pública endilgando defectos a las personas por su origen o procedencia. Más bien dediquemos nuestras energías a resaltar y premiar, a ponderar las ricas costumbres y características que tienen, cada una en su tipo, las personas de las diferentes regiones. Que son muchas las cualidades para destacar y que hacen del colombiano en conjunto un individuo sociológicamente superior en el medio latinoamericano.
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... tura-77725
Aparentemente ha impactado mucho en el país el comportamiento de dos costeños en los dos reality-shows que participaban, con actitudes poco decentes o sorprendidos haciendo trampa en los procedimientos de los juegos, según se comenta. Nosotros no vemos estos programas, pero a raíz de la situación planteada nos hemos dedicado unos ratos a analizar las críticas, los hechos como sucedieron y los comentarios de los medios de comunicación, a veces apasionados, parcializados, pocas veces objetivos.
Entre los comentarios, inclusive de columnistas serios, se encuentran algunos que intentan identificar la trampa y la grosería con el prototipo costeño, es decir en ambos casos ‘costeño tenía que ser’. Entre telones, además más profundos, más hirientes, más injustos, con el significado que todo lo que huele a costeño es corroncho, indebido, indecente, en el caso de la niña que agarró por los pelos al compañero, y típico, en el caso del muchacho que hizo la trampa y la reconoció pidiendo disculpas.
Rechazamos de plano rotundamente este estereotipo que se quiere imponer en el país. Lo condenamos y lo consideramos una estigmatización que puede desembocar en atropellos. La falta de compostura y la trampa no son exclusivas de los costeños, no es patrimonio de la idiosincrasia costeña y no es una característica sociológicamente asignada a la raza costeña del Caribe colombiano. Falta de modales y trampas suceden en todas partes, en todas las regiones de Colombia, en todos los países del mundo, a toda hora, en todas las razas y naciones con la más inmensa disparidad de costumbres. La trampa y la agresividad descontrolada pueden llegar a ser parte de ciertas culturas o convertirse en costumbres o manías invertebradas que llegan a dominar el comportamiento. Jung, el gran seguidor de Freud, decía con razón que las costumbres de los hombres son hijas del entorno donde crecen. Cuando vienen a darse cuenta son presas de esas formas de comportamiento.
Pero en el interior del país se aprovecharon de estos sucesos que, repetimos, son condenables, pero no se dieron cuenta de que ambos protagonistas pidieron disculpas, reconocieron su error y manifestaron que dichas experiencias les servirán de lección importante en sus vidas. ¿Cuántas subrazas en el país serían capaces de reconocer tan abiertamente y sinceramente estos comportamientos negativos? La franqueza, la sinceridad, la espontaneidad, ¿no son acaso atributos muy visibles y palpables en la raza nuestra, la Caribe, en contraposición con otras culturas atrincheradas, esclavas de una genética controvertible?
Nos parece triste que en el país sigan proliferando estos episodios de señalamiento y discriminación extremos tan ridículos y vergonzosos que hasta en una discoteca en Cartagena se llegó al caso de negarle la entrada a una mujer por su piel oscura. O en otro centro nocturno de Bogotá, un suceso parecido donde se rechazó el caso de dos niñas que deseaban ingresar, rechazadas con motivos totalmente ridículos e insípidos que nada tenían que ver con el ordenamiento legal policivo.
No es buena costumbre envenenar a la opinión pública endilgando defectos a las personas por su origen o procedencia. Más bien dediquemos nuestras energías a resaltar y premiar, a ponderar las ricas costumbres y características que tienen, cada una en su tipo, las personas de las diferentes regiones. Que son muchas las cualidades para destacar y que hacen del colombiano en conjunto un individuo sociológicamente superior en el medio latinoamericano.
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... tura-77725
¡El riesgo es que te quieras quedar! ¡Lo sé, porque me quedé!
Le risque est d'y vouloir rester ! Je le sais, parce que j'y suis resté !
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