En el Mar de los Sargazos
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En el Mar de los Sargazos
Por Édgar Polo
No es sorpresa la caída en las encuestas del presidente Santos, con una aceptación de poco más del cuarenta por ciento. Al término de su primer año y aún en ‘luna de miel’ con la opinión con ocasión de la Cumbre de las Américas, una medición de Ipsos-Napoleón Franco indicaba una fuerte caída en el índice de favorabilidad del Príncipe. El fenómeno ha seguido en barrena, como lo registran las diferentes mediciones con coincidencia en las cifras, descartando alguna duda al respecto.
El ejercicio de balance de gobierno por parte de medios y orientadores de opinión concluye en el tiempo perdido y la incertidumbre hacia el futuro, habida consideración del descrédito institucional en que ha caído el Estado en estos dos últimos años. La desconfianza que se muestra respecto de las tres ramas del poder es francamente preocupante: 2 de cada 3 ciudadanos no cree el Gobierno y 4 de cada 5 no confía ni en el Congreso ni en la Rama Judicial, particularmente las Altas Cortes. Percepción y realidad coinciden, entonces estamos mal.
Cada quien tiene su cuota parte de culpa, el Presidente por el cambio en las políticas públicas que probadas exitosamente lo llevaron al poder con la esperanza de su consolidación, especialmente en lo que toca al tema de seguridad, que es tan sensible. Pretender cambiarlo por la expectativa de una posible negociación de paz, pasando por el desestímulo a las fuerzas militares por la no aprobación de un fuero especial que los proteja de los ataques desde el poder judicial, ha causado que la inseguridad se haya incrementado con la presencia de una guerrilla que, no obstante los golpes de Cano y al Mono Jojoy, sigue tan campante.
Resulta mejor calificado Santos en política exterior, sin embargo los resultados han de mirarse con beneficio de inventario. Salvo la puesta en marcha del TLC con los Estados Unidos, el resto deja que desear. El tema con Venezuela, que comenzó con un aparente cambio de actitud, se convirtió en política oficial al graduar a Chávez de ‘nuevo mejor amigo’, circunstancia que aprovechó el vecino para continuar con las hostilidades contra Colombia: nombró de Ministro de Defensa a un militar que tiene serias acusaciones de nexos con las Farc, a las que se continúa protegiendo con amparo en territorio venezolano, como lo han denunciado connotados líderes de ese país. En materia de comercio exterior, no solo no han pagado la deuda con los exportadores colombianos, sino que el comercio se ha incrementado al sur, a la luz del Mercosur. En otras palabras, Chávez al tiempo que da un abrazo, le hace pistola con los dedos de los pies.
Del resto de la agenda, fracaso en la reforma a la Educación por las razones conocidas, ni hablar de la Justicia por el contubernio con el Congreso, que terminó mal y no sabemos sus consecuencias, la infraestructura vial, como después del diluvio. Sin hablar de otras necesarias que por razones de la fractura institucional van a continuar engavetadas, esto es: la de la Salud, la Tributaria y la Pensional porque lo del Cauca y el tema carcelario no van a dar tiempo para más.
Lo más grave es que navegando en este mar de los Sargazos, el Príncipe se dedique a la campaña de su reelección. No está bien que con la nave en serias dificultades el capitán en vez de corregir el rumbo, solo piense en él. Los peores días están por venir.
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... azos-78369
No es sorpresa la caída en las encuestas del presidente Santos, con una aceptación de poco más del cuarenta por ciento. Al término de su primer año y aún en ‘luna de miel’ con la opinión con ocasión de la Cumbre de las Américas, una medición de Ipsos-Napoleón Franco indicaba una fuerte caída en el índice de favorabilidad del Príncipe. El fenómeno ha seguido en barrena, como lo registran las diferentes mediciones con coincidencia en las cifras, descartando alguna duda al respecto.
El ejercicio de balance de gobierno por parte de medios y orientadores de opinión concluye en el tiempo perdido y la incertidumbre hacia el futuro, habida consideración del descrédito institucional en que ha caído el Estado en estos dos últimos años. La desconfianza que se muestra respecto de las tres ramas del poder es francamente preocupante: 2 de cada 3 ciudadanos no cree el Gobierno y 4 de cada 5 no confía ni en el Congreso ni en la Rama Judicial, particularmente las Altas Cortes. Percepción y realidad coinciden, entonces estamos mal.
Cada quien tiene su cuota parte de culpa, el Presidente por el cambio en las políticas públicas que probadas exitosamente lo llevaron al poder con la esperanza de su consolidación, especialmente en lo que toca al tema de seguridad, que es tan sensible. Pretender cambiarlo por la expectativa de una posible negociación de paz, pasando por el desestímulo a las fuerzas militares por la no aprobación de un fuero especial que los proteja de los ataques desde el poder judicial, ha causado que la inseguridad se haya incrementado con la presencia de una guerrilla que, no obstante los golpes de Cano y al Mono Jojoy, sigue tan campante.
Resulta mejor calificado Santos en política exterior, sin embargo los resultados han de mirarse con beneficio de inventario. Salvo la puesta en marcha del TLC con los Estados Unidos, el resto deja que desear. El tema con Venezuela, que comenzó con un aparente cambio de actitud, se convirtió en política oficial al graduar a Chávez de ‘nuevo mejor amigo’, circunstancia que aprovechó el vecino para continuar con las hostilidades contra Colombia: nombró de Ministro de Defensa a un militar que tiene serias acusaciones de nexos con las Farc, a las que se continúa protegiendo con amparo en territorio venezolano, como lo han denunciado connotados líderes de ese país. En materia de comercio exterior, no solo no han pagado la deuda con los exportadores colombianos, sino que el comercio se ha incrementado al sur, a la luz del Mercosur. En otras palabras, Chávez al tiempo que da un abrazo, le hace pistola con los dedos de los pies.
Del resto de la agenda, fracaso en la reforma a la Educación por las razones conocidas, ni hablar de la Justicia por el contubernio con el Congreso, que terminó mal y no sabemos sus consecuencias, la infraestructura vial, como después del diluvio. Sin hablar de otras necesarias que por razones de la fractura institucional van a continuar engavetadas, esto es: la de la Salud, la Tributaria y la Pensional porque lo del Cauca y el tema carcelario no van a dar tiempo para más.
Lo más grave es que navegando en este mar de los Sargazos, el Príncipe se dedique a la campaña de su reelección. No está bien que con la nave en serias dificultades el capitán en vez de corregir el rumbo, solo piense en él. Los peores días están por venir.
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... azos-78369
¡El riesgo es que te quieras quedar! ¡Lo sé, porque me quedé!
Le risque est d'y vouloir rester ! Je le sais, parce que j'y suis resté !
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