Libertad, divino tesoro

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Darloup
 
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Libertad, divino tesoro

Message : # 3867Message Darloup »

Por Lola Salcedo C.

No entiendo por qué en un país con una constitución humana y de avanzada donde nos declaramos libres, multiculturales, laicos, pluriétnicos, tenemos que asistir a permanentes debates sobre el uso de esas condiciones, siempre cuestionadas a través del filtro subjetivo de quienes, por su cargo, deberían defenderlas o, por lo menos, guardar silencio cuando una persona o sector social las invoca.

Es el caso del aborto voluntario, exclusivo de las mujeres, puesto que solo nosotras sostenemos en nuestra matriz el óvulo fecundado. Primero que todo, dejaré claro que abortar es una experiencia terrible que revuelve en nosotras toda clase de creencias, prejuicios y tradiciones. Y, por tanto, la culpa más atroz. Segundo, ninguna mujer va cantando a practicarse tal procedimiento y casi siempre ha intentado una solución de conservación con el padre (excepto en casos de violación o abuso continuo bajo coerción).

Ahora bien, nadie ha mirado un aspecto clave: la inducción o participación que tienen los hombres en el proceso de decisión. Sí, así mismo es. La chica que le informa a un amante que se preñó, al no haber una relación con miras a unirse, recibe respuestas de este tipo: “¿ya sabes quién es el padre?”, “¡sácatelo, no quiero un hijo”, “soy un hombre de familia, mi mujer me mata”, “conozco un médico que te hace la vuelta, yo pago”, “te advertí que esto era pasajero”.

La esposa que resulta embaraza extemporáneamente, ni siquiera le comenta al marido: teme su reacción culpabilizándola, la retahíla de argumentos económicos donde él es la víctima o el espantoso, “¡sácatelo!”. En ambos casos y muchos otros, la mujer queda sola con su ‘paquete’ y sola ha de buscar la solución, porque escasos los que como caballeros se colocan al lado de ella para buscarla en armonía. Pero, para nuestra fortuna, son las amigas quienes nos rodean, sostienen y acompañan. ¿Solidaridad de género? Sí, algo que los hombres desconocen.

Entonces me pregunto, ¿por qué tanto macho interviene para condenar el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, invocando, casi siempre, la religión? Más inaudito es que un empleado público, como el Procurador, cuya misión es defender a la ciudadanía, empeñe su esfuerzo en declararnos asesinas. O que un monseñor se atreva a legislar desde el púlpito y pretenda decirnos lo que el Estado puede o no hacer y, peor, lo que como ciudadanos podemos o no exigir a ese Estado.

La libertad, divino tesoro, es lo que invocamos las mujeres para decidir si llevamos a término un embarazo, porque la hipocresía y la insolidaridad masculina nos sueltan al vacío, ya que en ese momento de la verdad parecería que nos preñamos solas o que lo hacemos para ‘amarrar’ o coaccionar al hombre. ¿Por qué les resulta a los creyentes tan difícil de aceptar?

Cuando invocamos y peleamos esa libertad sobre nuestro cuerpo, no estamos induciendo ni promocionando el aborto: quienes desean continuar el embarazo, provenga de dónde provenga, tienen ese derecho y son libres de hacerlo. Lo absurdo aparece cuando en nombre de creencias o principios religiosos nos quieren obligar a todas a parir criaturas no deseadas, que repito, casi siempre resultan así por el rechazo de un hombre a asumir esa responsabilidad.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... soro-84691
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