Crisis de la locomotora social
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Crisis de la locomotora social
Por Tatiana Dangond
La economía colombiana crece en medio de la crisis mundial, la locomotora minero-energética ha sido la más alagada por estos éxitos, pero paralelamente vivimos en uno de los países más desiguales del mundo, donde su próspera economía no se ve reflejada en la calidad de vida de su población.
En el 2011, Colombia presentó un crecimiento de su economía de 5,9%, que es 1,2% más alto a la tasa de crecimiento promedio en América Latina, superando a países como Brasil, Chile y México.
Estos resultados, que tienen por abanderado al presidente Santos, surgen del impulso que se les ha dado a las llamadas locomotoras, principalmente a la minero energética, donde el 60% de la inversión extranjera viene de este sector.
No obstante, este crecimiento no ha representado un cambio en las brechas de desigualdad que afectan a nuestro país, tenemos el sexto índice de Gini más alto del mundo, precedidos por Haití, según informes del Banco Mundial.
Poco sirve que tengamos una economía basada en torno a estas locomotoras, a la explotación de nuestros suelos y riquezas, si ello no genera más oportunidades, y por el contrario agudiza más la concentración de riqueza y la inequidad.
Dejar a un lado la explotación de nuestros suelos no sería viable para nuestra economía, por la vocación minera que tiene el país, pero es necesario que esta explotación vaya más allá de limitarse a cumplir con normas básicas ambientales, y estándares mínimos de responsabilidad social, para hablar de minería incluyente.
Una minería que tome en cuenta las necesidades de su población, que genere oportunidades, que incluya a los mineros artesanales y formalizase su labor.
Mientras Codazzi, La Jagua de Ibirico, Becerril, El Paso y Chiriguaná, municipios del Cesar, han sido considerados “área fuente de contaminación” por las emisiones que produce la actividad minera, y las playas de Ciénaga a Santa Marta están bañadas de polvillo de carbón, la Región Atlántica tiene el mayor número de pobres en el país comparado con otras regiones.
Según el Índice de Pobreza Multidimensional, un 41,8% de nuestra población es pobre, lo que es sumamente preocupante, al ver que somos una de las regiones con mayor desarrollo minero, y que la marginalidad y la indigencia siguen siendo una realidad que no hemos sabido superar.
Santos y sus ministros podrán ufanarse por sus logros en la economía, y por creer que la minería salvará al país, por sus tasas de crecimiento y por el aumento de la inversión extranjera, pero sus logros no se miden en tasas, se miden en igualdad, en equidad y en progreso.
La locomotora social está en crisis, y esa debería ser la de mayor inversión, porque sin lugar a dudas, es la más efectiva al promover la competitividad, generar empleo, equidad y un crecimiento saludable y coherente de nuestra economía.
Un millón de barriles de petróleo diarios no es un triunfo si vivimos en el sexto país más desigual del mundo.
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... cial-85720
La economía colombiana crece en medio de la crisis mundial, la locomotora minero-energética ha sido la más alagada por estos éxitos, pero paralelamente vivimos en uno de los países más desiguales del mundo, donde su próspera economía no se ve reflejada en la calidad de vida de su población.
En el 2011, Colombia presentó un crecimiento de su economía de 5,9%, que es 1,2% más alto a la tasa de crecimiento promedio en América Latina, superando a países como Brasil, Chile y México.
Estos resultados, que tienen por abanderado al presidente Santos, surgen del impulso que se les ha dado a las llamadas locomotoras, principalmente a la minero energética, donde el 60% de la inversión extranjera viene de este sector.
No obstante, este crecimiento no ha representado un cambio en las brechas de desigualdad que afectan a nuestro país, tenemos el sexto índice de Gini más alto del mundo, precedidos por Haití, según informes del Banco Mundial.
Poco sirve que tengamos una economía basada en torno a estas locomotoras, a la explotación de nuestros suelos y riquezas, si ello no genera más oportunidades, y por el contrario agudiza más la concentración de riqueza y la inequidad.
Dejar a un lado la explotación de nuestros suelos no sería viable para nuestra economía, por la vocación minera que tiene el país, pero es necesario que esta explotación vaya más allá de limitarse a cumplir con normas básicas ambientales, y estándares mínimos de responsabilidad social, para hablar de minería incluyente.
Una minería que tome en cuenta las necesidades de su población, que genere oportunidades, que incluya a los mineros artesanales y formalizase su labor.
Mientras Codazzi, La Jagua de Ibirico, Becerril, El Paso y Chiriguaná, municipios del Cesar, han sido considerados “área fuente de contaminación” por las emisiones que produce la actividad minera, y las playas de Ciénaga a Santa Marta están bañadas de polvillo de carbón, la Región Atlántica tiene el mayor número de pobres en el país comparado con otras regiones.
Según el Índice de Pobreza Multidimensional, un 41,8% de nuestra población es pobre, lo que es sumamente preocupante, al ver que somos una de las regiones con mayor desarrollo minero, y que la marginalidad y la indigencia siguen siendo una realidad que no hemos sabido superar.
Santos y sus ministros podrán ufanarse por sus logros en la economía, y por creer que la minería salvará al país, por sus tasas de crecimiento y por el aumento de la inversión extranjera, pero sus logros no se miden en tasas, se miden en igualdad, en equidad y en progreso.
La locomotora social está en crisis, y esa debería ser la de mayor inversión, porque sin lugar a dudas, es la más efectiva al promover la competitividad, generar empleo, equidad y un crecimiento saludable y coherente de nuestra economía.
Un millón de barriles de petróleo diarios no es un triunfo si vivimos en el sexto país más desigual del mundo.
Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... cial-85720
¡El riesgo es que te quieras quedar! ¡Lo sé, porque me quedé!
Le risque est d'y vouloir rester ! Je le sais, parce que j'y suis resté !
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