Colombia, ¿quién habla en nombre de los niños?

Règles du forum
Soyez courtois ! / Recuerde ser cortés
Vous pouvez poster vos messages en espagnol / Puede publicar sus mensajes en español
Répondre
Avatar de l’utilisateur
Darloup
 
Administrateur/Administrador
Grand Maitre Gourou/Gran Maestro Gurú
Grand Maitre Gourou/Gran Maestro Gurú
Messages : 7100
Inscription : 20 sept. 2008, 01:39
Prénom : Henry
Sexe : Masculin
Emplacement : Barranquilla (Colombie)
Contact :

Colombia, ¿quién habla en nombre de los niños?

Message : # 4483Message Darloup »

Por Diego Marín Contreras

Según encuestas realizadas en 16 países latinoamericanos, el 80% de los adultos cree que el maltrato psicológico, emocional y físico son prácticas normales y recomendables como disciplinas educativas.

Decirle a un menor: “si no estudias, no vas a servir para nada”, ya es tremenda agresión. El 42 % de las esposas colombianas admitió que sus maridos maltrataban, de esta u otra forma, a los niños con el fin de “educarlos” (Cepal-Unicef, 2005). Como el padre, en Cali, que mató a golpes a su hija de nueve años porque le iba mal en el colegio. ¡Dios mío!

Según War Child Holland (Semana, 23 de abril, 2013), entre 8.000 y 14.000 menores participan en el proceso bélico que vive Colombia. Y, de acuerdo con el Tribunal Internacional de la Infancia Afectada por la Guerra (Informe 2008-2009), el 40% son niñas, coaccionadas a los doce añitos para ser amantes de jefes de la guerrilla que las obligan a abortar.

Tal es su justicia social. Pero el ejército nacional tampoco tiene las manos limpias. En agosto de 2009, una niña indígena de cinco años fue abusada sexualmente por miembros de las Fuerzas Militares (Segundo Informe ONU, 2013), entre tantas otras atrocidades. Ningún gobierno merece, por tanto, felicitaciones sobre el particular. El país está enfermo de odio e intolerancia. Y esa enfermedad se trata invirtiendo en equidad económica, salud social, educación y cultura. Ese es el proceso de paz.

El 18% de los menores reclutados por la guerrilla ha matado alguna vez y un espeluznante 60% ha visto matar, secuestrar, torturar y cometer cualquier tipo de crímenes atroces. A todos nos atañe el destino de esas criaturas inocentes, el cual sellamos al elegir intolerantes para que nos gobiernen, o para que luchen contra el gobierno, o nos decidimos por la intolerancia y la apatía social como actitudes frente a la vida porque para eso nos programaron desde niños, para negar la existencia de los otros.

Esta semana, en Ginebra, Suiza, el gobierno nacional presentó a la ONU un informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia. Pero el tema no pertenece al presidente Juan Manuel Santos ni a la Organización de las Naciones Unidas, mucho menos a los guerrillos o los paracos.

Un hombre armado representa la negación misma del diálogo, y tan sólo es un enfermo más peligroso que el resto. Su tema no es la paz, sino el odio. La paz es el tema de todos los colombianos, y debemos apropiarnos de él como sociedad civil actuante. En una democracia participativa, en efecto, el mismo gobierno no debería ser sino un invitado más al diálogo del pueblo con el pueblo por la paz. ¿Quién habla en nombre de los niños?

Nosotros, las voces acalladas durante doscientos años de historia republicana. Las comunidades indígenas, los afrocolombianos, las mujeres maltratadas por el machismo secular, los ancianos, los niños mismos, la población vulnerable, los poetas, los artistas, los comunicadores sociales, nosotros, la gente, el pueblo que somos todos, a quienes no se convida a las mesas de los diálogos de paz, tenemos la palabra, pronunciamos el pasional discurso de los que han sido acallados durante dos siglos.

Aunque nadie tiene las manos limpias, aunque las de algunos lucen sangrientas, nosotros hablamos en nombre de los niños. Con sus gotas de sangre mi pluma ha escrito estas letras. Y como dijo el poeta Otto René Castillo: “Vámonos patria a caminar, yo te acompaño”.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... nos-108247
¡El riesgo es que te quieras quedar! ¡Lo sé, porque me quedé!
Le risque est d'y vouloir rester ! Je le sais, parce que j'y suis resté !
Répondre