Conducir en Barranquilla

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Darloup
 
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Conducir en Barranquilla

Message : # 5181Message Darloup »

Por Lola Salcedo C.

En forma permanente, los conductores y conductoras de vehículos particular tanto como los taxistas, nos quejamos y pedimos a gritos la presencia de reguladores y policías de tránsito, pero ninguno de nosotros acepta que lo hacemos muy mal, porque la respuesta ciudadana a los desmanes y trancones —que suelen formar cada segundo, los taxistas y choferes de buses que siguen bajo la guerra del centavo recogiendo y dejando pasajeros donde les conviene— es burlar toda norma de tránsito e imponer su propia ley. Ahora no solo los buses hacen de todo lugar un paradero, también los taxistas contribuyen al desastre de la movilidad con la imposición de un nuevo servicio ‘zapatico por puestos’, especialmente en la calle 72, la cual parecería insuficiente pero no lo es, salvo por la acción de supervivencia de la mancha amarilla. Hay tal cantidad de taxis —gran negocio de políticos y avivatos— que, si la comparamos con el parque automotor particular, habremos de reconocer que son muchos más o se notan mucho más.

Pero el problema no es el número de vehículos rodando en simultánea sino la forma inadecuada pero, además, agresiva y vulgar como nos comportamos al volante todos y todas, en la desesperación por llegar a tiempo al destino o simplemente porque nos fastidia cualquier amago de tardanza y nos sentimos impenetrables encerrados en aire acondicionado. Equivocados estamos: cada vez que nos pegamos al pito como si este moviera al otro y lo apresurara, mientras en la cabina maldecimos, hijueputeamos o deseamos males de toda laya a quien nos detiene, estamos dándonos un baño de mala energía y nos convertimos en receptores de toda esa fuerza negativa gracias a los vidrios herméticos que nos protegen. O sea, vivimos inmersos en un ambiente hostil hacia nosotros mismos en la creencia de que es una ‘sana’ descarga. Y por eso nos va como nos va en el cotidiano, donde desarrollamos sentires amargos y, para más Inri, los descargamos sobre los subalternos y el público cuando nos corresponde la atención al cliente.

Esa respuesta incivil a los problemas de movilidad es la misma que se usa con la familia al regresar a casa: ladridos en vez de frases, intolerancia a las falencias de los hijos y la esposa o compañera, exigencias sin límite para sentirse cómodos y ‘repararse’ del sofoco vivido. Eso hacen los varones; las mujeres por su lado, le caen a la empleada doméstica como si fuera esclava y no le perdonan la menor equivocación o tardanza al cumplir sus órdenes nuevas, mientras pasan revista a la larga lista de encargos dejados, como si se tratara del servicio militar.

Así las cosas, no se trata de un policía en cada esquina (aunque es deseable ver algunos regulando en los sitios de alta congestión en horas pico), se trata, mis amores, de practicar cultura ciudadana, esa desconocida pero importante fórmula para adaptarnos a los cambios imparables que trae la civilización, que no es otra cosa que decencia, buen trato, paciencia, respeto y amabilidad con el otro, así como inteligencia vial para evitar que nuestras propias acciones nos igualen con los salvajes que hacen del vehículo una feroz arma y las calles un campo de batalla.

Fuente: http://www.elheraldo.co/columnas-de-opi ... lla-134400
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