Dando mal ejemplo
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Dando mal ejemplo
Por Álvaro De la Espriella Arango
Colombia es un país repleto de grandes problemas y situaciones asfixiantes desde hace muchísimos años. Problemas que la convierten en el país de Latinoamérica con mayor número y más grandes conflictos internos, no resueltos por los gobiernos sucesivos por décadas enteras. Para no llegar muy atrás, los ocho años anteriores vivimos bajo la sombra siniestra permanente de la angustia y de la tragedia que se generaban desde el seno interno de un gobierno camorrista, pendenciero y absolutamente ególatra. Ahora estamos presenciando las consecuencias de ese oscurantismo omnímodo que no dejaba títere sin cabeza ni instituciones o personas que osaban oponerse a sus decisiones, así fuesen altas cortes, ciudadanos eminentes o países hermanos.
Frente a ese panorama angustioso tuvimos la figura de un hombre como Álvaro Uribe Vélez que indiscutiblemente le cambió la cara al país porque consiguió lo más difícil para una idiosincrasia latinoamericana: devolver la confianza de su pueblo. Es sin duda Uribe Vélez una personalidad mundial con muchos merecimientos y una persona que como gobernante siempre se garantizó públicamente como un hombre honrado. Tuvo aciertos impresionantes, arrinconó a la guerrilla, desbarató el tinglado infame del paramilitarismo y reorganizó las Fuerzas Armadas.
Pero fue camorrista por temperamento y por vocación. Y lo sigue siendo. No hay derecho a que desde la trinchera de su posición como exmandatario, es decir libre para opinar pero sin responsabilidades que responder, siga buscando camorra por las páginas virtuales, con todo el mundo y a toda hora. El presidente Santos, como lo presencia el país, ha sido muy pero muy decente y caballero con Uribe, porque si fuese otro primer mandatario hace rato que lo habría mandado a freír patatas.
Y decimos que no hay derecho a que siga o pretenda seguir buscando peleas con todo el mundo, porque bastante tenemos los colombianos con nuestros gigantes problemas para que se nos sume ahora tener que lidiar con el señor Uribe y sus principales colaboradores, que no hacen más nada que mostrar nostalgia del poder. Un ciudadano sencillo y amigo nos dijo con una simpleza sabia: Quieren dirigir ahora asuntos que no dirigieron cuando estaban en el poder. Nada más acertado. No se nos olvide la frase del ex presidente Clinton en California cuando recién dejo la Casa Blanca, “Nos alejaremos bastante, lo suficiente para no sentir nostalgia”.
El país está contento con la forma como Santos orienta su gobierno. Tenemos nuevos aciertos, hay confianza en el futuro, respeto entre las instituciones, buen clima internacional, un despertar efectivo para inversiones y desarrollo en las locomotoras del progreso, se plantean escarmientos para los delitos de la pasada administración y se avanza con pie muy firme en reformas sustanciales del Estado en todas las ramas del gobierno y los derechos humanos.
¿No nos parece un mal ejemplo el que viene dando el expresidente Uribe y sus colaboradores al no agotar sus ansias de buscar peleas a todas partes? Al país le parece de pésimo gusto este panorama y no faltan quienes se atreven a manifestar que se está cultivando el ridículo con estas equivocadas actuaciones. El país quiere otra cosa hoy cuando todos los días estalla un nuevo escándalo… diariamente… sobre situaciones del gobierno anterior. Lo estamos viendo y lo más grave, lo estamos sintiendo. Entonces por lo menos lo que necesitamos es que no nos entorpezcan los caminos para llegar a unos objetivos de paz, tranquilidad y progreso.
Fuente: http://www.elheraldo.co/columnistas/dan ... mplo-21690
Colombia es un país repleto de grandes problemas y situaciones asfixiantes desde hace muchísimos años. Problemas que la convierten en el país de Latinoamérica con mayor número y más grandes conflictos internos, no resueltos por los gobiernos sucesivos por décadas enteras. Para no llegar muy atrás, los ocho años anteriores vivimos bajo la sombra siniestra permanente de la angustia y de la tragedia que se generaban desde el seno interno de un gobierno camorrista, pendenciero y absolutamente ególatra. Ahora estamos presenciando las consecuencias de ese oscurantismo omnímodo que no dejaba títere sin cabeza ni instituciones o personas que osaban oponerse a sus decisiones, así fuesen altas cortes, ciudadanos eminentes o países hermanos.
Frente a ese panorama angustioso tuvimos la figura de un hombre como Álvaro Uribe Vélez que indiscutiblemente le cambió la cara al país porque consiguió lo más difícil para una idiosincrasia latinoamericana: devolver la confianza de su pueblo. Es sin duda Uribe Vélez una personalidad mundial con muchos merecimientos y una persona que como gobernante siempre se garantizó públicamente como un hombre honrado. Tuvo aciertos impresionantes, arrinconó a la guerrilla, desbarató el tinglado infame del paramilitarismo y reorganizó las Fuerzas Armadas.
Pero fue camorrista por temperamento y por vocación. Y lo sigue siendo. No hay derecho a que desde la trinchera de su posición como exmandatario, es decir libre para opinar pero sin responsabilidades que responder, siga buscando camorra por las páginas virtuales, con todo el mundo y a toda hora. El presidente Santos, como lo presencia el país, ha sido muy pero muy decente y caballero con Uribe, porque si fuese otro primer mandatario hace rato que lo habría mandado a freír patatas.
Y decimos que no hay derecho a que siga o pretenda seguir buscando peleas con todo el mundo, porque bastante tenemos los colombianos con nuestros gigantes problemas para que se nos sume ahora tener que lidiar con el señor Uribe y sus principales colaboradores, que no hacen más nada que mostrar nostalgia del poder. Un ciudadano sencillo y amigo nos dijo con una simpleza sabia: Quieren dirigir ahora asuntos que no dirigieron cuando estaban en el poder. Nada más acertado. No se nos olvide la frase del ex presidente Clinton en California cuando recién dejo la Casa Blanca, “Nos alejaremos bastante, lo suficiente para no sentir nostalgia”.
El país está contento con la forma como Santos orienta su gobierno. Tenemos nuevos aciertos, hay confianza en el futuro, respeto entre las instituciones, buen clima internacional, un despertar efectivo para inversiones y desarrollo en las locomotoras del progreso, se plantean escarmientos para los delitos de la pasada administración y se avanza con pie muy firme en reformas sustanciales del Estado en todas las ramas del gobierno y los derechos humanos.
¿No nos parece un mal ejemplo el que viene dando el expresidente Uribe y sus colaboradores al no agotar sus ansias de buscar peleas a todas partes? Al país le parece de pésimo gusto este panorama y no faltan quienes se atreven a manifestar que se está cultivando el ridículo con estas equivocadas actuaciones. El país quiere otra cosa hoy cuando todos los días estalla un nuevo escándalo… diariamente… sobre situaciones del gobierno anterior. Lo estamos viendo y lo más grave, lo estamos sintiendo. Entonces por lo menos lo que necesitamos es que no nos entorpezcan los caminos para llegar a unos objetivos de paz, tranquilidad y progreso.
Fuente: http://www.elheraldo.co/columnistas/dan ... mplo-21690
¡El riesgo es que te quieras quedar! ¡Lo sé, porque me quedé!
Le risque est d'y vouloir rester ! Je le sais, parce que j'y suis resté !
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