Reflexiones para la Semana Mayor

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Reflexiones para la Semana Mayor

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Por Cecilia López Montaño

Aún frente al mar descansando, o al borde de una piscina o en una finca de recreo, hay algo en los días de Semana Santa que llevan a momentos de reflexión. El clima ayuda, abril aguas mil, las procesiones en distintas partes de Colombia, las campanas de las iglesias y el obligado descanso crean el ambiente necesario para pensar, para mirar un poco hacia adentro. Y la verdad es que acontecimientos recientes ameritan que los colombianos pensemos en el tipo de sociedad que estamos construyendo. Porque todos, por acción o por omisión, somos responsables de la sociedad en que vivimos.

En una telenovela con excelentes actores nacionales y extranjeros, la protagonista, una bella mujer, ya lleva tres asesinatos impunes y los comentarios de la gente se limitan a decir que ella y el galán de la novela tienen que terminar juntos, porque se ven bellos juntos. No importa que los crímenes queden sin castigo ni que ella sea una fría asesina. Por fortuna, muchos se han sorprendido con ese tipo de reacciones. Hacer justicia no entra en la agenda de muchas personas que parecen aceptar como normal cometer crímenes. Así se trate de ficción, este tipo de reacciones sí muestran la confusión de valores que viven sectores del país.

Pero también hay muchos hechos que demuestran que algo más está pasando dentro de la familia colombiana. Mientras en el segundo piso de su casa duermen los padres –afirma la prensa– en el tercer piso sus hijos universitarios preparan unas papas bomba que explotan, matan o hieren a los jóvenes y destruyen la vivienda. Sus padres fueron los más sorprendidos porque desconocían las andanzas de sus hijos. Y este episodio se ha repetido en muchos hogares, con hijos comprometidos en muchos de los graves disturbios que destruyeron estaciones de Transmilenio.

Otra serie de televisión, muy exitosa, en esta sociedad desigual, muestra cómo tres familias privilegiadas desconocen totalmente quiénes son sus hijos, en qué andan, qué hacen. Y en la medida en que se desarrolla la trama, queda claro, como lo anuncia la propaganda, que nadie es inocente. Y como si estas no fueran señales preocupantes de pérdida de valores, apareció recientemente una noticia en la cual se ofrecía a través de páginas web, que desde dos ciudades colombianas se ofrecían, dentro del mayor sigilo, servicios de sicariato, asesinatos, extorsiones y toda clase de crímenes.

Es hora de reconocer que tantos años de violencia, de guerrillas, de paramilitarismo, ahora de las bacrim, además de todos los crímenes asociados con el narcotráfico, sí han marcado a la sociedad colombiana. Muchos sectores se han acostumbrado a vivir en medio de la inseguridad, de los asesinatos, de un conflicto armado que ha costado la vida a muchos y que ha llevado a la sociedad colombiana a actitudes que se apartan de los principios que rigen a una sociedad moderna, democrática y civilizada.

Sin tratar de imponer valores religiosos en un país con libertad de credos, es fundamental que aprovechemos estos días para reflexionar sobre el grado en que podemos, individual y colectivamente, rescatar esos valores y principios que se han perdido. Ayudemos a encontrar el camino de la paz y dejemos el enriquecimiento rápido como una meta deseada. Dos temas para empezar a buscarles nuevas salidas a nuestros jóvenes, a nuestro país. Ahora que la sociedad civil se reconoce como un actor fundamental, actuemos en consecuencia dentro del hogar, en nuestros círculos sociales, en nuestras regiones.

Fuente: http://www.elheraldo.co/opinion/columni ... ayor-62579
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